Pascualito Pérez no tenía el carisma de Carlos Monzón o Diego Armando Maradona. Tampoco la popularidad de un Guillermo Vilas ni Ringo Bonavena. Menos las tapas de revistas de Juan Manuel Fangio o Emanuel Ginóbili. Sin embargo hizo más por el deporte argentino que todos ellos juntos, campeón olímpico en 1948, campeón del mundo de 1956, aún insuperado, el mendocino puso en el mapa un país a fuerza de su valor inquebrantable y unos puños de acero en los tiempos dorados del boxeo, pasión de multitudes. El primer argentino en ingresar en ek Hall de la Fama del Box en New York, en donde su nombre mítico supera a Luis Ángel Firpo, según los críticos norteamericanos Pérez top five de los peso mosca que bailaron en los ring del mundo y entre los cincuenta de todas las categorías, en la lente de Osvaldo Príncipi, “cuando pasa el tiempo, me doy cuenta de que en la Argentina prácticamente todo el mundo se olvidó de Pascual Pérez, son fallas que no deberían permitirse. Hay que entender la inmensidad de Pascual. Cuando en el boxeo había sólo ocho campeones del mundo, no había más, solo ocho, uno de ellos fue el inmenso Pascual Pérez. Debería ser inmortal. Y creo que no se le ha devuelto a nivel popular todo el mérito y el reconocimiento que debería tener…es un prócer del deporte de la República Argentina”, sostenía del León de Mendoza que abrazó la gloria eterna el 26 de noviembre de 1954 en el lejano Tokio, al igual que lo haría Maradona recién en 1979.
El menor de nueve hermanos en una familia de recolectores de uvas, Pascual Pérez nació el 9 de mayo de 1926 en el Valle de Tupungato, Mendoza. A través de un amigo de la familia, Francisco Romero, se inicia en el boxeo pese a que no llegaba a los cincuenta kilos y medía poco más de metro y medio “No sólo boxeaba como los dioses sino también pegaba como una mula", rezaba una publicación deportiva, una vez abandonada la práctica de la actividad en 1964, y bosquejaba antes sobre la impresionante carrera de noventa peleas de amateur, tres derrotas nomás, la mayoría triunfos por nocaut, “Pascual Pérez ha ido escalando peldaño a peldaño este camino hacia la fama: mendocino, fue primero campeón de su ciudad, de su provincia luego; más tarde y en breve lapso campeón argentino, rioplatense y latinoamericano, todo en peso mosca. Su rotunda eficacia finca principalmente en el notable sentido de tiempo y distancia, sincronizados a la perfección. Luego, es agresivo, de pegada sumamente fuerte en proporción a su peso; y desarrolla todos sus recursos en plena velocidad, sin perder la línea. Podríamos afirmar que ha sido el mejor boxeador del equipo argentino y uno de los mejores estilistas del torneo”, escribió Félix Frascara para El Gráfico en 1948 con la medalla de oro en el bolsillo y el recibimiento apotéotico que realiza el gobierno argentino en la presidencia de Perón. La controvertida desafección del equipo de Helsinki 52, la ilusión de Pascualito era el bicampeonato olímpico, empujó al deportista al debut profesional ganador contra el chileno José Chiorino, ámbito en el cual realizaría una campaña también espectacular hasta los sesenta, 92 combates con 84 victorias y tan solo siete derrotas y un empate.
Fecha patria del deporte: 26 de noviembre de 1954
Varios factores llevaron a Pascual Pérez a enfrentarse al campeón del mundo peso mosca, el japonés Yoshio Shirai, también el primero que gozaron los nipones. Algunos por mérito propios, otros por el peso de la política y los negocios. Por un lado su carrera era manejada por Lázaro Koci, prácticamente la mente de boxeo argentino contemporáneo con base en el Luna Park, y que despejó un camino ascedente en un par de años, con 21 encuentros de los cuales ganaría el mendocino 20 antes del tiempo reglamentario. Pascualito no tenía rival en Argentina o Latinoamérica y resultaba evidente que estaba para dar el gran zarpazo. Otro fue la constancia y profesionalismo del deportista en el entrenamiento, algo inusual en el medio local. Pero a estos factores internos intervino la decidida acción del gobierno peronista, que en la opinión de no pocos especialistas construyó una década dorada del deporte argentino, palabras de Pablo Alabarces -aunque otros prefieren centrarse en las divisiones y el uso político, “Perón usó el deporte para dividir a los argentinos”, dichos de Félix Luna. Sea como sea, y aunque otros comenten que era irónico el “Gané para Perón, la Patria y la Argentina” de Pérez, y alegan su militancia radical, desconociendo que el boxeador fue sostén económico del líder justicialista en el exilio de ambos en Centroamérica tras 1955, lo cierto es que resultaron fundamentales las gestiones del cónsul argentino Carlos Quiroz en Tokio para lograr que Shirai se enfrentará al argentino en el Luna Park. No representa futil mencionar que Argentina estuvo a un voto de erigirse en sede de los Juegos Olímpicos -Melboure 1956-, admirada en el mundo su obra pública en apoyo del deporte entre 1946 y 1955, pero fue vetada por un voto latinoamericano, y jamás se estuvo tan cerca de este sueño de antorchas. Volviendo a Pérez, tan importante era la presencia del deportista nipón que se lo halagó como padrino del flamante gimnasio de Luna Park de la calle Lavalle, casa de tantas glorias nacionales, hoy desaparecido. Hubo pelea por los porotos, sin estar en discusión el título, el 24 de Julio de 1954 y, en tablas, quedó confirmado que Pascualito merecía una oportunidad. Y con honor y gallardía Yoshio accedió a la revancha, esta vez con el cinturón en juego.
Veinte mil japoneses verían el match de 26 de noviembre de 1954 en el Estadio Korakuen, Tokio. Se sucedieron quince asaltos de una clara superioridad de Pérez, reflejados en la decisión unánime del jurado de 146-139, 143-139 y146-143. Argentina festajaba su Primer Campeón del Mundo. El país estalló en una algarabía mayor que con la obtención del Campeonato Mundial de Básquet de 1950. Hablamos de la imbatible trifecta de las tuercas, los guantes y la pelota. El diario Los Andes de Mendoza tituló: “En brillante forma conquistó Pérez el campeonato mundial”. La portada reflejó la conquista: “Acreditó neta superioridad sobre Shirai”; “El argentino tuvo a su rival al borde del K.O.”. La crónica relató: “Pérez derribó al campeón en el duodécimo round por la cuenta de 8, y golpeó implacablemente a su rival en el decimotercero, en el cual lo tuvo virtualmente noqueado en pie. El argentino le alcanzó con potentes izquierdas y derechas el cuerpo y Shirai sólo siguió luchando casi por instinto”. Mientras la revista El Gráfico en su número del 10 de diciembre de 1954, tapa de Pascual, comentaba acompañando la cobertura fotográfica, “Agresivo, fierazo, dispuesto a jugarse entero, el pequeño gran boxeador mendocino hizo sentir la potencia de sus puños, especialmente al cuerpo”, y se lo ve a Pérez levantado por el entrenador de su carrera, Felipe Segura. El japonés, no bien concluyó el combate, reconoció la superioridad del argentino pero también solicitó la revancha. Perez, agradecido por la chance que el ex campeón le había dado, le devolvió la gentileza, y sería más contundente la superioridad del argentino unos meses después.
¡Cumplí, mi General!”, fue la dedicatoria de Pascual Pérez a Juan Domingo Perón apenas pisó suelo argentino y se le ofrendó un gigantesco homenaje en la Confederación Argentina del Deporte. A lado del presidente argentino, se encontraba Firpo, “Nunca descuides el peso de tu bolso, Pascualito”, le dijo El Toro Salvaje de las Pampas, “hoy, todos te van a querer llevar el bolso, pero cuando pase tu gran momento, nadie va a estar al lado tuyo para ayudarte”. Pérez ganó menos de dos mil dólares por conquistar el título y con una reinado magistral de diez peleas hasta 1960, aún recordadas las defensas victoriosas en los estadios de San Lorenzo y Boca -cuando estaba prohibido en el Luna Park por peronista y pupilo de Koch, mala palabra en las viudas de los socios originales que hicieron cargo en 1956, Ernestina B. de Lectoure, tía de Tito, y Sofía de Pace-, solamente embolsó unos 400 mil dólares, míseros por las ganacias que generó. Solamente en la pelea del Viejo Gasómetro ingresaron tres millones de pesos por boleterías. No será tan cinematográfico como el Mono Gatica pero Pascualito es mejor símbolo del dramático ascenso y caída de los deportistas peronistas, parecido a la notable tenista Mary Terán de Weiss, que practicamente inventó el tenis femenino en Argentina y España, asesora de Perón -al igual que Fangio- y que debió exiliarse también con la autodenominada Revolución Libertadora. Sin embargo no todo fue política en la vida del boxeador.
De Gloria del Deporte Argentino a ordenanza de ministerio
“Para explicar en parte la decadencia y el descalabro de Pascual Pérez —que también alguna vez quiso quitarse la vida, arrojándose desde un segundo piso de un hotel de Santo Domingo— hay que repetir las palabras de Araujo: "Hubo una mujer". Pascualito creía en la gente y la gente no merece que uno crea en ella. "Hubo una mujer"…¿Por qué no diríamos su nombre? Herminia Ferch de Pérez. Pascualito, que sentía por ella un amor incontrolable, le permitía hacer cuanto le viniera en gana. La administración de sus combates y de sus bienes la llevaba Herminia Ferch. Se habla de alguna bolsa gastada íntegramente en un juego de porcelana china”, narraba Abel Santa Cruz para la revista El Gráfico en 1984. Dicen que más que los mazazos y la altura del tailandés Pone Kingpetch, que le arrabató la corona el 16 de abril de 1960 en el Lumpinee Stadium de Bangkok, fueron los desplantes y desengaños de Herminia, quien en los noventa recibiría por la Federación de Box el único título que no brillaba en el cinturón de Pascualito, completando dieciocho, el Campeonato Sudamericano de Peso Mosca.
La carrera de Pascualito se prolongó tres años y medio más, en picada. Rings de Manila, Panamá, Bogotá y Guayaquil sirvieron de escenario de la agonía. Finalmente llegó el adiós el 15 de marzo de 1964 en Panamá, abandono en el sexto giro ante Eugenio Hurtado. Un mes después anunció su retiro y vivió humildemente, frecuentando peñas donde desgranaba cuecas y gatos. Enrique Romero para El Gráfico recurrió al siguiente diálogo en la necrológica, luego del fallecimiento de Pérez el 22 de enero de 1977, “¿Se lustra, señor? ¡Lustre!, -Chau, Pascualito! ¡Chau, campeón!, -¡Papá, papito! ¿Quién es ese señor bajito?, -Es el primer campeón mundial que dio nuestra Patria. Es Pascual Pérez...,-¿Y por qué está así, papito?, -La vida, hijo. La vida” En verdad, en el final de sus días, era empleado de un ministerio y recibía cordialmente la atención de pocos periodistas, no los miles que lo azuzaban veinte años atrás, algunos jóvenes aún deslumbrados por una de las caras de los célebres noticieros cinematográficos Sucesos Argentinos. Eliseo Álvarez consigue que Pascualito se defina, “yo tenía muchas piernas, mucha cintura, e iba siempre para adelante, cuando retrocedía salía pegando y cuando entraba, pegando”, cerraba el León Mendocino en 1974.
El periodista y guionista Santa Cruz recordaba una velada boxística con Osvaldo Miranda en la mencionada nota de la publicación deportiva. Pascualito defendía el título en Montevideo con el cubano Oscar Suárez, prohibiciones mediantes para un prócer del deporte nacional en 1956, y la exclamación del actor: “¡Esto me hace acordar a Homero Manzi! iNo habrá ninguno igual, no habrá ninguno!". Y poetizaba Santa Cruz una semblanza de un deportista que merece algo más que una calle periférica en Buenos Aires, que tantas veces vibró con sus puños y sus fintas, y el Palacio del Boxeo de Mendoza, provincia de la cual Pascual Pérez fue un embajador sin sueldo, “Fue un triunfador y un hombre bueno y no todos podemos decir lo mismo. El mejor pugilista en la historia del boxeo argentino. Y el recuerdo agridulce que nos obligaría a entonar bajito los versos de Manzi: No habrá ninguno igual/No habrá ninguno/Ninguno con tu piel y con tu box”
Fuentes: Archetti, E. El potrero, la pista y el ring. Las patrias del deporte argentino, Buenos Aires: Planeta. 2001; Massarino, M. Pascual Pérez, un modelo peronista en revista digital EFDeportes, Buenos Aires, Año 9, N° 60 - Mayo de 2003; archivo digital Revista El Gráfico, en especial https://www.elgrafico.com.ar/articulo/1088/35601/asi-vivio-triunfo-sufrio-y-lloro-pascualito; Coronel, C. Pascual Pérez, el pequeño coloso de las pampas en revista Guantes de New York. 2003.
Imágen: Télam / Buenos Aires.gob
Periodista y productor especializado en cultura y espectáculos. Colabora desde hace más de 25 años con medios nacionales en gráfica, audiovisuales e internet. Además trabaja produciendo Contenidos en áreas de cultura nacionales y municipales. Ha dictado talleres y cursos de periodismo cultural en instituciones públicas y privadas.