Menos conocido que Manu Ginóbili, Paolo Quinteros no se queda atrás. El entrerriano de 41 años sigue jugando al básquet y da cátedra de cómo continuar haciéndolo. Las trayectorias personales, dentro del mundo del deporte, son siempre un buen ejemplo para las jóvenes generaciones. Los “grandes”, como Paolo, llegan lejos gracias a su pasión, sacrificio y autosuperación.
Un buen ejemplo de determinación para el basquetbolista entrerriano fue en tiempos de la Generación Dorada. Tal vez, la Selección de básquet más famosa que tuvo nuestro país. “Sabía que era muy difícil entrar al grupo de la Generación Dorada. Tuve la mala y la buena suerte de que Manu Ginóbili y Carlos Delfino eran competidores de mi puesto. Así y todo, luché para ganarme un lugar y lo conseguí. Pude jugar unas Olimpiadas, ganar una medalla de bronce, jugué un mundial y un preolímpico en Mar del Plata. La Selección fue un camino duro, pero sabía que si trabajaba me iba a llegar”, recordó con orgullo Paolo Quinteros.
¿Picar o patear la pelota?
Como sucede con todos los jugadores innatos, el nacido en Colón era bueno en varios deportes. “Desde muy chico jugaba al fútbol y también al básquet, pero de un momento a otro elegí. Y ‘la naranja’ era algo que me apasionaba. Estaba todo el día en el club. Recuerdo que me tenían que echar los profes, porque llegaba un momento en el que ya molestaba a los chicos”, recordó Quinteros.
En consecuencia, desde los 6 años, el pequeño Paolo no paró de picar la pelota todo el día. En el club del barrio, en la esquina de la calle y hasta dentro de la casa. No pasó mucho tiempo para que las ofertas de equipos de la Liga A le llovieran a chaparrones.
Jugar hasta los 35... mejor 41
El basquetbolista entrerriano se ha convertido en un modelo a seguir para todos los apasionados por el deporte. ¡Chicos y grandes! En primer lugar, porque cuando se acercó a su edad de retiro, optó por seguir haciendo lo que más le gusta. Para lograrlo tuvo que cambiar su forma de alimentarse. “Era un enfermo de comer pan, dejar eso fue tremendo, la leche, dejar el azúcar. Fue un cambio muy grande, pero cuando ves los resultados, no querés dejar de hacerlo. Esto me sirvió para prolongar mi carrera”, confesó Paolo. Gracias a eso, hoy sigue jugando a los 41 años de edad, con las mismas ganas y energías.
Por otro lado, Quinteros jugó y ganó todos los títulos existentes. Fue campeón de la Liga, el Torneo Panamericano, la Liga Sudamericana y la Copa de Campeones. Fue elegido jugador revelación y hasta viajó por el viejo continente. Tuvo la oportunidad de picar la pelota y encestar en aros europeos, en León y Zaragoza. Tiempo después, regresó a nuestro país sin que se le caiga ningún anillo. Hace nueve años defiende la camiseta de Regatas. “Nunca pensé que iba a durar tanto tiempo en un Club. Regatas es mi segunda casa, estoy muy cómodo en Corrientes, y acá sigo”, dijo Paolo.
Misionero y argentino por elección. Profesor de Historia (UBA), aficionado a la astronomía y a la ciencia ficción. Soy docente en el nivel medio y superior, pero antes fui maestro heladero, librero, administrativo, encuestador, mozo y hasta repartidor de películas de VHS. Mi pasión es escribir. Tengo unos cuantos cuentos y unas cuantas historias para contar. Como dicen por mi zona, solo “entre, pase y pregunte”.