No tenemos derecho a ver fútbol
Tema de la semana: lo que (no) dejó la Superfinal.
Deportes
Iba a escribir estas líneas el sábado a la tarde, cuando la superfinal que los 40 millones de argentinos esperábamos como pocas veces esperamos algo hubiera terminado. Yo me imaginaba que iba a ser un partido muy peleado, en el que ninguno de los dos iba a querer perder y los riesgos serían mínimos. Mirando los antecedentes del partido de ida estuve hasta el viernes a la noche chequeando que el clima acompañara. Me fui a dormir tranquilo: el pronóstico anticipaba una tarde hermosa de primavera.El sábado me desperté temprano. Estaba ansioso. Yo, ya lo dije, soy de Atlanta, pero mi mujer es de Boca. Y es lo que podríamos decir una “fanática” de Boca. Además, sabe de fútbol. Acarrea una tradición familiar: su padre era de Boca y su abuelo era de Boca y todos muy fieles. Siempre sospeché que había algo en los partidos xeneizes que le recordaba épocas más felices cuando miraba, en familia, las victorias azul y amarillas. Aprovecho a mandarle desde acá un saludo a mi suegro, al que lamentablemente nunca pude conocer. Ojalá que esté donde esté no se haya enterado del mamarracho que hicieron con su deporte favorito.Decía que el sábado me desperté temprano y como estaba lindo nos fuimos a almorzar con mi mujer y mi hijo a un bodegón del barrio. Mesas en la calle, solcito. No podíamos pedir nada más. Sólo una cosa: que el tiempo pasara rápido. Ahora sí estábamos ansiosos. De vuelta del almuerzo paramos en el almacén a comprar lo que nos tocaba para la juntada. Íbamos a ver el partido con unos amigos en casa. Volvimos casi al trote. Queríamos ver la previa. Todavía no habían llegado los invitados cuando todo se empezó a complicar. Mi mujer estaba tratando de dormir al bebé para que estuviera del mejor humor posible a las 16. Nunca se durmió. Mirándolo retrospectivamente, creo que fue una premonición.Empecé diciendo que iba a escribir estas líneas el sábado. Después pasó para el domingo (aunque tengo algunos amigos periodistas deportivos, algunos de ellos muy bien informados, que ya me afirmaban que el domingo no se jugaría). Y el domingo a la tarde estaba tan triste que no pude. Recién me recompuse hoy. Aunque la tristeza no se me fue. Creo que me va a acompañar durante un tiempo bastante largo.