Una de las ciudades argentinas donde más se vive el rugby es Rosario. Por eso, no es inusual que un rosarino por el mundo busque jugar con la ovalada en algún club del país donde esté. Lo que sí es increíble es poder salir campeón en una de las capitales mundiales de este deporte, a poco tiempo de haber llegado y después de haber sufrido el terrible encierro del COVID-19. Esa es la historia de Nacho Foyatier, este rosarino campeón.
El rosarino Ignacio llegó a Australia en febrero de 2020. Tras mirar por su balcón a un parque en la ciudad de Gold Coast, el destino le dio la oportunidad no solo de conocer nuevos amigos, sino de poder volver a jugar al rugby. Es el deporte que practicó desde muy chico hasta llegar al plantel superior en Atlético del Rosario.
La idea del viaje de Nacho era hacer una experiencia de vida y mejorar su nivel de inglés. Australia fue el destino escogido, por los paisajes, el clima, trabajo y porque siempre se dice que, además, se gana muy bien.
Aquella tarde de "chusmear” por la ventana, Nacho vio a un hombre entrenado a un pequeño con conos, pelotas e implementos que se usan para entrenar rugby. “’Esta es la mía”, pensó. Necesitaba hablar con alguien y preguntarle dónde ver partidos. Quería acercarse al mundo del rugby, conocer gente y relacionarse. Todas cosas que, estando en otro país, nunca son un asunto fácil.
Después de animarse y acercarse a charlar varios minutos, llegó la sorpresa mayúscula: Ese hombre resultó ser Matthew Taylor, ex jugador y entrenador de Escocia, que desde 2019 es el entrenador de la defensa de los Wallabies. Sí, del seleccionado nacional de rugby de Australia, una de las tres más grandes potencias mundiales de este deporte.
La ovalada en el horizonte
De ese encuentro Nacho se volvió con la promesa que lo iban a llamar para integrarse a un equipo de rugby, pero no quiso hacerse muchas ilusiones. Para sorpresa, dos semanas después recibió el tan esperado llamado. Un dirigente del Griffith Knights Rugby Club, le preguntó varias cuestiones y datos, y le dijo que contaban con él para la temporada.
Otra vez tenía que esperar otro llamado para el primer entrenamiento. Y el celular volvió a sonar. Pero esta vez era un tal Richard Kingi y al producirse el encuentro con Richi, en la charla, el australiano le contó dónde había jugado y en medio del relato, al saber Kingi que Nacho era argentino, le confesó que tenía un amigo de nombre Martín Rodríguez Gurruchaga, que jugaron juntos en Stade Francais. Para Nacho fue como volver a entrar a casa, ya que Martín es un amigo de toda la vida.
El rosarino pasó a integrar un equipo bien internacional. Sus compañeros son de Nueva Zelanda, Samoa, Tonga, Japón, Fiji, un vasco y él, el único argentino.
Como si fuera solo un dato anecdótico, Ignacio Foyatier terminó saliendo campeón de la liga senior de rugby de esa región australiana. El mismo año en el que llegó, después de meses de cuarentena por el coronavirus.
Nacho dice que lo sorprendieron gratamente los australianos. La amabilidad de la gente y una gran cordialidad deportiva es lo que el rosarino más destaca.
En cuanto a los planes a futuro, Nacho extraña a su familia, pero no planea volver en el corto plazo. Es arquitecto, y está trabajando bien en Australia. Mientras, tiene tiempo para hacer lo que más le gusta. juega al rugby en un equipo que tiene los colores de su pasión de barrio rosarino: el rojo y negro de Newell’s Old Boys.
Fuente: El Ciudadano
Argentino, nacido en la ciudad de Santa Fe. Licenciado en Comunicación Social, especializado y apasionado por la redacción. Amante de las canciones, los idiomas y la interculturalidad. Me gusta emocionarme con un lindo texto y dejarme sorprender como un niño. Juego a que soy escritor y músico.