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Messi y Pochettino, una dupla que pasó del cuento de hadas a una gran pesadilla de terror

La contundente eliminación del PSG frente al Real Madrid la semana pasada, colocó al dueto de argentinos en el peor escenario posible, eternas horas donde recibieron terribles cuestionamientos por sus desempeños profesionales en los últimos tiempos en Europa.

La fina y delicada frontera entre el éxito y el fracaso en los tiempos que corren, aparece a esta altura del nuevo milenio con una nociva amplificación, tensionando los ánimos de las personas que en sus profesiones viven la inmediata respuesta pública de sus actos cuando las cosas no salen como fueron deseadas. "Lo que mal comienza, mal acaba", dice el refrán y en este momento cuando los diarios del lunes preanuncian una catástrofe operativa en el París Saint Germain, nadie se anima a sostener que algunos personajes de esta película de terror sobrevivan deportivamente para intentar una posible revancha, si las circunstancias se mantienen como hasta ahora. Los peores presagios para el PSG anunciados cuando los dirigentes del equipo confirmaron la llegada de Lionel Messi al plantel en agosto pasado, hoy parecen bombarderos dispuestos a liquidar el pleito con una serie de bombazos justo en la despedazada moral de un desequilibrado plantel que se jugó la gloria o el destierro en un complicado partido en España, brutal derrota que sepultó no solo las ilusiones de un título que se le viene negando al equipo parisino, sino que también dejó muy tambaleante el futuro de algunos protagonistas que luego de la catastrófica caída en Madrid, saben que más temprano que tarde sus destinos estarán fuera de la bella “ciudad luz”.

 

Los más quejosos en la capital francesa cuando el jugador rosarino estampó su firma con el equipo francés, no dudaron en calificar al deportista argentino como demasiado “viejo” para comandar el durísimo milagro de permitirle al PSG levantar la primera copa en este torneo continental denominado “Champions League”, que obsesiona hasta la locura tanto a quienes compiten por conquistarla, como aquellos que desde una tribuna o televisor dan su respaldo a los jugadores que intentan obtenerla, sabiendo que este campeonato entre la camada de equipos más fuertes del viejo continente es una cruenta guerra sin cuartel. Con 34 años, Messi hace rato que tiene su futuro totalmente asegurado y un reciente contrato de 142 millones de euros a cambio de dos temporadas en la escudería parisina, le generan al jugador rosarino que las prioridades fueran purificándoseles hasta quedar en apenas un par, dos objetivos que ya depararon una fuerte desilusión la semana pasada cuando el Real Madrid aplastó al París Saint Germain en una batalla futbolística tan desigual como previsible. Los hinchas franceses están furiosos por lo ocurrido, entendiendo que este equipo no está para lograr ese soñado objetivo, además de aceptar sin titubeos que varias figuras del plantel tienen las horas contadas, después de una derrota que cercenó la última esperanza existente para lograr la “Champions”. La otra prioridad del ex-delantero del Barsa, tiene que ver con su seleccionado nacional, pero eso se analizará más adelante.

Este domingo las cosas quedaron en evidencia, luego del horripilante 3 a 1 en contra que se trajo el PSG desde la capital española por aquél campeonato continental, un resultado que lo dejó afuera de esa dura competición, minimizando obviamente la importancia del potencial título que pueda repetir a nivel local, cuando actualmente le lleva 15 puntos a su seguidor, el Niza. A los parisinos la actual “League 1”de Francia la dan por descontada, un campeonato donde aparentemente la única curiosidad que asoma es saber a cuántos puntos de distancia se ubicará aquél equipo que termine segundo tras los jugadores de la ciudad luz, pero este torneo, después de la masacre futbolística de la semana pasada, les resulta una servilleta de papel que se aprieta ferozmente y se lanza rápido al primer cesto de basura que tienen a mano. Los garrafales errores que se cometieron en el Estadio Bernabéu y la dejadez que exhibieron algunas figuras, entre ellas Messi, para dar vuelta una historia que en apenas 17 minutos se convirtió en una enorme y brutal pesadilla para el delantero rosarino y sus compañeros en suelo madrileño. Numerosos hinchas franceses que no consideraban al rosarino como la figura apropiada para resolver los problemas de un equipo millonario que no consigue su ansiado objetivo en las últimas temporadas, en verdad tienen razón. Resulta bastante incomprensible que una persona que solo se dedica únicamente a jugar al fútbol todos los días, haya pateado tan mal y previsiblemente un penal para su club justo cuando las cosas podían encaminarse a un desenlace feliz. Ese disparo que atajó Curtois en el partido de ida provocó la ira por la dejadez con que dicho disparo fue llevado a cabo, dramática jornada donde de no haber sido por una atropellada heroica de su colega Kylian Mbappé, un supuesto empate en suelo francés hubiese sido el anticipado parte de defunción del equipo parisino.

 

No haber resuelto el pleito con los jugadores merengues en condición de local y visitar al Real Madrid con un escueto 1 a 0 logrado casi milagrosamente, fue como caminar en un resbaladizo suelo húmedo con una plancha enchufada en la mano, pues tarde o temprano la descarga llegaría con la peor potencia para inferir mucho daño. Lo que agravó además la situación, fue que aún cuando el team francés se puso en ventaja con un gol de Kylian Mbappé, definitivamente el mejor jugador del equipo parisino, los visitantes no supieron regular la situación cometiendo errores imperdonables como los que concretó el arquero Gianni Donnarrumma, un guardametas que en casi 20 minutos le cavó la fosa a su equipo con tres jugadas desastrosas. El París Saint Germain ganaba 1 a 0 en el Bernabéu, estaba con dos tantos a favor en la serie global, pero apareció el orgullo de otro jugador francés, Karim Benzema, para concretar el milagro y con tres navajazos en el arco contrario, darle a los madrileños una merecida clasificación a la siguiente fase, frente a un fantasmal rival que pasó de la calma al cadalso en muy pocos minutos. La llegada a Francia del equipo a pocas horas de su estruendosa eliminación contra los españoles, fue un calvario para todo el plantel parisino, entendiendo además que lo peor estaba por ocurrir y finalmente no se equivocaron.

Si en anteriores críticas, varios medios habían señalado que Lionel Messi había jugado el peor partido de su última década, poniéndole un 3 como calificación, ahora directamente al atacante rosarino le llovieron comentarios lapidarios sobre su desempeño en Madrid, devastadoras expresiones de la prensa especializada en donde se lo describió literalmente como “un jubilado que camina la cancha sin entusiasmo”. Esa munición verbal contra su desempeño deportivo era obvio que iba a impactar en el delantero rosarino, quien a sus 34 años tiene lamentablemente un corso a contramano cuando establece las prioridades de su carrera deportiva. Tal vez subestimando todos los resultados deportivos que podría lograr jugando dentro de un equipo de estrellas, la noche se le vino encima cuando la prensa del territorio galo le hizo sentir su furia de manera inapelable, a contracara de la actitud que los medios de Barcelona que solían ser más condescendientes con su juego en los últimos años con la camiseta del Barsa. Golpeado en lo anímico y sin el objetivo para el que fue contratado el año pasado, el número 30 del PSG se dio cuenta tal vez muy tarde que todo aumentaría de tamaño en la adversidad, recibiendo un vendaval de críticas que dejarían a cualquiera con el ánimo en un profundo y estremecedor nivel subterráneo.

 

La pesadilla para el equipo parisino cobró mayor dimensión este último domingo cuando enfrentó al Bordeaux, un equipo sensiblemente inferior que no obstante durante bastantes minutos del primer tiempo resistió la embestida local. Apenas pisaron el campo de juego, diez de los jugadores del París Saint Germain fueron recibidos con estruendosos silbidos de parte de la concurrencia local, manifestación reprobando lo ocurrido en la revancha del campeonato continental. En esa tensa situación, quienes más silbidos y quejas recibieron antes del partido fueron los jugadores sudamericanos Neymar y Lionel Messi, este último recepcionado en el campo con la peor bienvenida posible de toda su larga carrera. Luego del pitazo inicial y con la gente acomodándose en las butacas, lo peor estuvo casi a punto de acontecer, pues mientras el público se dedicaba a silbar al argentino y al brasileño cada vez que maniobraban el balón, al minuto de juego un cabezazo de Jean Inana pasó cerca del palo derecho del arquero Keylor Navas. La gente no ocultaba su bronca, decepción y profundo mal humor con el equipo dueño de casa, pero esa perceptible tensión finalizó a los 24 minutos, cuando Messi y Wijnaldum armaron una buena pared, jugada que recibió Kylian Mbappé para marcar el primer tanto del partido. A contracara del recibimiento que se brindó negativamente a la totalidad del plantel, el único que fue bañado en aplausos y gritos de apoyo fue el autor del primer tanto parisino, delantero a quien la hinchada local no responsabiliza en absoluto de la catástrofe ocurrida en el Estadio Bernabéu. Cuando el número 7 de blusa azul mandó la pelota al fondo de las redes, toda la hinchada parisina se paró para aplaudir sin titubeos a la joven estrella y goleador del “Mundial Rusia 2018”.