Se hizo esperar pero llegó y ocurrió en el momento más deseado. Los hinchas del Paris Saint Germain tuvieron que esperar cuatro partidos para poder gritar descontrolados un gol que se esperaba desde el preciso momento en que el futbolista colocó su rúbrica en aquél contrato millonario que decretó su fulminante ingreso al club francés. Las cosas no fueron fáciles este martes para el nuevo club donde ahora habita el delantero argentino, justo un dificilísimo choque frente al Manchester City de Pep Guardiola, anterior DT del astro futbolístico nacido en Rosario. El partido jugado en el Parque de los Príncipes fue un encuentro trabado, con muchos momentos donde el equipo visitante controló el balón pero sin capitalizar ese dominio en el arco contrario, lo cual comenzó a pagar apenas se jugaban siete minutos del primer tiempo.
El francés Mbappé y el marroquí Achraf Hakimi concretaron una buena pared, maniobra que desembocó en un pase al centro del área que tenía como destinatario a Neymar, quien no pudo dominar el balón por algunos centímetros, sin saber que detrás suyo justo estaba el senegalés Idrissa Gueye, quien ni lerdo ni perezoso la mandó adentro poniendo así en ventaja al club local, para supuesta tranquilidad del equipo parisino y sus hinchas. Lejos de eso, la apertura del score fue el mecanismo de relojería que activó una gran andanada de ataques de los ingleses, quienes en uno de esos ataques estrellaron dos veces la pelota en el travesaño, mientras todos los fanáticos del PSG ya la daban dentro del propio arco, situación no apta para cardíacos que obligó al plantel parisino a reforzar su estructura en la parte defensiva, minutos donde el equipo del Reino Unido le cascoteó el rancho al gran arquero Donnarumma, quien mostró su fortaleza evitando el empate en varias ocasiones.
Como en todas las películas de suspenso y desencuentro, el desempeño de Lionel Messi hasta los veinte minutos del segundo tiempo fue intermitente, con algunas jugadas con su sello y otros momentos donde la marca de los ingleses lo dejó aislado perdiendo el balón para preocupación de sus compañeros. El Manchester City, presionado para alcanzar una igualdad que en intentos venía justificando por sus aproximaciones al equipo francés, no mostró la coordinación adecuada para seguir las precisas indicaciones que Pep Guardiola, quien intentó algunos cambios para sacudir cierta modorra que transmitía el equipo inglés con el marcador 0-1 en contra. Los mismos no dieron resultado, pero al menos permitían sostener la posesión de la pelota mientras los franceses buscaban en algún contra-ataque la jugada que ampliara el resultado y los dejara cerrar ese duelo sin tanto sufrimiento.
Fue así que a los 29 del segundo tiempo, Messi logró robar un balón varios metros delante de la mitad de campo por el lado derecho y como si le hubieran gritado desde su casa que se le enfriaba la comida, enfiló para el centro llevando a su marcador como una estampilla que no pudo impedir el pase del argentino a Kylian Mbappé, quien con una cesión de taco le devolvió la pelota pasada cerca de la medialuna, instante donde el delantero argentino sacó un maravilloso zurdazo que se elevó sobre la figura del arquero Ederson ingresando a varios centímetros del palo izquierdo del guardametas visitante, mientras todo el público local explotaba descontrolado ante el primer tanto de la nueva estrella del club francés en un partido durísimo y con final abierto hasta esos segundos. El delirio no solo fue central respuesta de los fanáticos parisinos, sino también de todos los compañeros de Messi, que corrieron a abrazarlo mientras el estadio ardía al triple de potencia que el volcán que tiene en vilo a la población de las Islas Canarias.
Descargando toda la tensión acumulada durante estos partidos en que participó sin poder concretar su debut en las redes con la camiseta del equipo parisino, el delantero rosarino se relajó y a partir de ese momento recuperó su voracidad creativa, pero al mismo tiempo no dejó de ser un permanente colaborador de sus compañeros cuando la pelota pasaba a poder del equipo visitante. Entendiendo que la racha negativa había terminado justo en el partido frente a su ex-entrenador de una manera espectacular, Messi hasta el final mostró algunos toques con su sello, mientras los ingleses, impactados por la segunda anotación se limitaron a buscar el descuento pero muy golpeados desde lo anímico. El partido tenía en esos minutos finales el resultado que el técnico Mauricio Pochettino necesitaba después del traumático empate en la primera presentación de la Champions, una victoria frente a un rival de peso que en los papeles podía complicar más de lo debido su estrategia.