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Martina Raspo: una luchadora con pelota

Te contamos la historia de Martina Raspo, una niña que, con tan solo 8 años, lucha por sus sueños. Jugar a la pelota es su destino, y pelea por ello.

El fútbol femenino de la Liga Regional San Francisco tiene una precursora. Una heroína que no se deja boicotear por los mandatos sociales. Se trata de Martina Raspo, una jugadora de 8 años a la que quisieron negarle su derecho a jugar por ser mujer.

Martina nació en San Cristóbal, provincia de Santa Fe. Sin embargo, su familia decidió mudarse a San Francisco, y realizaron su vida allí. En San Francisco, Martina Raspo juega en el Club Tiro Federal y Deportivo Morteros. Se desempeña como volante por izquierda y la rompe en cada partido. Porque entrena y juega con el corazón. Sin embargo, el fútbol sigue mandatos de siglos pasados, patriarcales y discriminatorios. El padre, la madre, los entrenadores y compañeros de Martina iniciaron un pedido para que la niña pueda jugar.

Los entrenamientos y amistosos no son un problema. Ya que Martu la rompe en la cancha. Pero no la dejan participar en los partidos oficiales porque establecen que solo los varones puede jugar. El reglamento de la Liga Regional San Francisco no les permite a las mujeres jugar en los encuentros oficiales.

Martina juega a la pelota. Juega con pasión y convicción, al igual que todos sus compañeros. Juega con la inocencia de la infancia y el deseo consciente. Su equipo lo sabe, y lucha con ella por la oportunidad de dejarla jugar. La Martu, como la llaman en el club, no se da por vencida. Su familia la acompaña a cumplir su sueño y luchar por su derecho: una infancia libre. Sin preconceptos, con vía libre para hacerle caso a su deseo.

Una luchadora

Martu juega en la categoría 2010-2011 del Club Tiro Federal y Deportivo Morteros, el único que le permitió entrar siendo mujer. Es parte de un equipo de entrenamiento de 35 chicos, donde es la única nena. Sin embargo, en la cancha, no hay diferencia. Los niños de los diferentes equipos la tratan como a una par, porque lo es. Martu pisa fuerte, y juega como se debe. No se rinde nunca, así la crio su Club y así lleva a cabo su lucha.

Este caso es mediático porque alcanzó la visibilidad que se deseaba. Los padres de Martina se dirigieron con una carta a la Liga Regional, para pedir el visto bueno y que la dejaran jugar. Sin embargo, eso no sucedió. Y es por eso que en los medios y las militantes del fútbol femenino se prendieron. Habiendo mamado la cultura cordobesa desde pequeña, Martu no se rinde. Busca cómplices en su lucha, y los consigue. El padre de Flor Bonsegundo; Rocío Correa, la jugadora de San Lorenzo, y más personalidades apoyan la causa.

Por infancias libres

La historia de Martina es la de muchas niñas. A las que, por mandatos sociales y culturales, se les impide cumplir un sueño. Se les impide jugar libremente. Se les niega una infancia feliz, sin restricciones, sin prejuicios. La lucha de Martina por jugar a la pelota, es la de muchos niños. Hoy nuestra tarea es impedir que sigan creciendo en una sociedad con miles de limitaciones que los alejan de sus deseos.

La lucha de Martu es un llamado a despertar. Un llamado que nos sensibiliza y nos obliga a luchar por un mundo mejor.  Un mundo donde los niños puedan elegir qué color usar, qué deporte practicar. Un mundo donde la única obligación de las niñas sea jugar. Sin prohibiciones, sin restricciones.


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