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Marineros alemanes de la “T”

Durante la Segunda Guerra Mundial, unos marineros se animaron a calzar la casaca de la “T”, ¿podés creer? Acá te contamos la historia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, llegaron a Córdoba 256 combatientes. Eran los tripulantes del buque Admiral Graf Spee. Entre ellos, estaban Erich Staron y Heinz Templin, que se le arrimaron al fútbol cordobés. Hoy, muchos años después, los recordamos como los marineros que se animaron a calzar la casaca de la T. 

La derrota

Este encontronazo entre Alemania y el club tan popular se dio en medio de unos conflictos sociales importantes: pleno contexto de guerra mundial, allá por el año 1939. Al poco tiempo de la Batalla del Río de la Plata que fue el primer combate naval entre buques británicos y alemanes durante la Segunda Guerra. A nosotros, latinoamericanos, nos pegó más fuerte. Fue el único episodio de la guerra desarrollado en América del Sur, en aguas uruguayas. El combate fue entre el Admiral Graf Spee y los cruceros británicos HMS Ajax, HMS Achilles y HMS Exeter. El navío germano se dirigió al puerto montevideano tras su derrota en el 13 de diciembre de 1939. Sobre todo con la intención de  reparar los daños sufridos y enterrar a sus caídos en combate.

El exilio

Así fue que muchos de los alemanes que sobrevivieron se radicaron en Argentina y pasearon por todo el país. Algunos, eligieron Córdoba para vivir. Y, en esa elección, se dio inherentemente otra: ser de Talleres. Erich Staron y Heinz Templin eran dos marinos de la deutsche Kriegsmarine (marina alemana) que se encontraban alojados en el Cuartel del Escuadrón de Seguridad. En medio de un contexto caótico, esperaban que algunos colegas les consiguieran un trabajo. Ellos eran futbolistas, pero para ese momento las exigencias no eran muchas: con cualquier trabajo se conformarían.

La victoria

Sin embargo, un milagro sucedió, de la mano de Talleres.Staron, nacido el 19 de septiembre de 1915, contaba con 24 años y era suboficial maquinista en la sala 1 del barco. Jugaba como defensor en el Beuthen 09 de Alta Silesia (hoy Polonia) y había integrado la selección de esa región. En el equipo del barco, que participaba de la Liga Naval, era el capitán y el valor más sobresaliente”, contó alguna vez, el periodista e historiador Gustavo Farías. Templin, según los datos de Gustavo, “había nacido el 21 de abril de 1916 y cumplió 24 años a poco de arribar a Córdoba. Era cabo primero y en el Graf Spee se desempeñaba como cocinero. Puntero derecho o izquierdo sumamente veloz, había actuado en el Flensburg, de la Primera División alemana”.

Estos dos jóvenes fueron tapa en los diarios de 1940. La hinchada futbolera se encontraba anonadada por las condiciones físicas de estos marineros. Además, con ansias, esperaban verlos defender la camiseta como defendían su país en los barcos. Sin embargo, a pesar de la expectativa, la adaptación fue complicada. Las dinámicas del fútbol europeo eran muy distintas (e incluso hoy siguen siendo) de las del fútbol latinoamericano. Aprendiendo del taquito y la gambeta, los alemanes fueron pasando de club en club. En Talleres jugaron solo un par de amistosos, ya que el equipo estaba consolidado y contaba con grandes talentos en las posiciones que estos jóvenes disputaban. 

Colgar las armas y los botines

Finalmente, luego de varios partidos en diferentes clubes, decidieron dedicarse a otra cosa.  “Los alemanes comprendieron que la mejor manera de pasar sus días en Córdoba era dedicándose a otra profesión. Staron se vinculó con el Dr. Busse Gravitz e ingresó a trabajar en una clínica de El Diquecito. Luego volvió a Europa. Mientras que Templin trabajó en diversos lugares, se mudó un tiempo a Villa Ballester (Buenos Aires) y posteriormente murió abandonado en Bariloche”. Cuenta Gustavo. Pero, hoy, siguen siendo los marineros de la guerra que jugaron a muerte con la T.

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