Pasó de estar posicionada en el puesto 52° del ranking mundial de mountain bike a situarse en una pesadilla. Paula tiene 31 años y fue suspendida provisionalmente por cuatro años luego de haber dado positivo en un control antidoping. ¿Lo insólito de la historia? Fue su coach, Ignacio Gilli, quien le confesó haber sido el responsable de este resultado. Es que el sujeto le inyectó eritropoyetina (EPO) en enero en ausencia de su conocimiento. Todo saltó en un control que le realizaron durante una carrera que se disputó en Brasil en marzo. Allí, la Unión Ciclista Internacional (UCI) determinó prohibirle competir durante esa cantidad de tiempo.
Un mal irreversible
La ciclista recibió, a mediados de octubre, un mail de la UCI donde le informaban que había dado positivo por EPO. La prueba se le había realizado durante la Copa Internacional de Ciclismo de Montaña en Araxá, Brasil. Lo más triste es que finalizó segunda en la competencia. Por supuesto que la noticia la impactó y lo primero que atinó a hacer fue pedir el análisis de la muestra B. Su máximo anhelo era que el resultado del primer test arrojara negativo para probar que se habían equivocado. Sin embargo, no llegó a hacerlo porque Gilli le envió antes unos audios explicándole que él le había aplicado la sustancia.
Ambos habían cortado el vínculo profesional hacía relativamente poco tiempo. Estuvieron trabajando cuatro años juntos y ya no tenían comunicación, hasta lo sucedido. El exentrenador le relató que le inyectó la droga cuando fueron a Santa María, Catamarca, para un campamento en la altura. El hecho tuvo lugar en enero, cuando le administró a Paula algo que supuestamente era hierro y vitamina B12. Asimismo, la deportista sostuvo que el año pasado se sometió a varios controles que revelaron que no tenía nada extraño en el organismo. No obstante, su responsabilidad y dedicación se vieron opacadas por un abuso de una de las personas en las que más confiaba.
Paula dice que está muy angustiada y que le arruinaron su carrera. Paralelamente, afirma que, más allá de las acciones judiciales que se iniciaron, el daño ya está hecho. De todas formas, la ciclista envió su explicación al Tribunal de Disciplina de la UCI. Entre los argumentos, incluyó el testimonio de Gilli, quien asumió enteramente la culpa por haberle suministrado la sustancia. Además, pidió que se le anule la pena o que se la reduzca a la menor cantidad de tiempo posible.
Duro revés
El descargo quedó registrado y ahora la misionera está a la espera de que la confesión del excoach sea tomada como válida. Aunque el alcance de las consecuencias de lo sucedido son irremediables. Paula está al tanto de que la sanción la va a dejar prácticamente sin oportunidad de competir por un gran sueño. El de clasificar para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que tendrán lugar el próximo año. Pero también hay un trasfondo familiar que se ve afectado, ya que viene de un núcleo de gran trayectoria en el ciclismo argentino. De hecho, su padre Jorge es el presidente de la Asociación de Mountain Bike de su provincia.
La ciclista sabe que cuenta con el respaldo de sus amigos y seres queridos. Por lo que está tranquila de que su entorno conoce la verdad y quien ella es, tanto a nivel personal como profesional. Mientras tanto, cerró sus redes sociales porque le hace mal leer lo que se escriba sobre el tema. Hasta que el tribunal de la UCI no siente posición al respecto, el futuro de Paula se ve postergado por una injusticia. No solo se metieron en su carrera, sino también con su cuerpo. Pero no está sola, hay un pueblo misionero que la respalda.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.