Bienvenidos a la segunda nota que cuenta la historia del mítico estadio que tuvo River en Recoleta. Habíamos dejado a los millonarios (que todavía no lo eran tanto) con un estadio bastante importante (pueden leer el artículo entero acá) a fines de 1924. Hasta 1928 se mantuvo todo igual: dos tribunas laterales y dos rampas de tierra escalonadas en las cabeceras. Finalmente, en marzo de 1928, lo ampliaron construyendo las cabeceras de material y los codos y lograron una capacidad para 50 mil espectadores.
En noviembre de 1929 tuvo su debut internacional: Uruguay jugó sus partidos contra Perú y contra Paraguay como parte del Campeonato Sudamericano que reunió a las selecciones mencionadas más, claro, la argentina. En febrero de 1930 se jugó otro partido histórico: uno en el que Gimnasia y Esgrima La Plata ganó algo. Me refiero a la final del campeonato de la Asociación Amateurs Argentina de Football. Para más felicidad millonaria, el Lobo se lo ganó a Boca. Unos meses más tarde ese año, el estadio sumó a su historia otro partido importante: el 3 de agosto de 1930 jugó la selección de Yugoslavia, que venía de jugar el Mundial en Uruguay (primer mundial de FIFA). Ese día quedó en los libros: por primera vez una selección oficial europea jugaba en nuestro país. Y sí, fue en River.
Pero el estadio no era todo. Al estar en Recoleta, un barrio muy poblado y con vecinos de gran poder adquisitivo, la institución pudo agrandarse y sumar muchas actividades sociales: deportes como tenis, básquet, vóley, bochas, pileta de natación, gimnasio y una enorme plaza de juegos para niños.
El estadio también fue testigo del último partido de la era del amateurismo (empate 0 a 0 con Lanús el 29 de marzo de 1931) y del primero de la era profesional (victoria de River 2 a 1 contra Estudiantes el 4 de julio de 1931). En 1937 fue sede una vez más del campeonato sudamericano, pero esta vez se agregó un detalle: el plantel argentino (que terminaría consagrándose campeón) se concentró en las flamantes instalaciones hoteleras construidas bajo una de las tribunas.
En la era profesional, River escribió en ese estadio las primeras páginas importantes de su historia: ganó los torneos de 1932, 1936 y 1937. Pero todo llega a su fin. Los terrenos eran alquilados al Ferrocarril del Pacífico. En 1922, año de su llegada, habían firmado un contrato por cinco años. En 1927 la renovación fue por solo seis meses, que se fue renovando (siempre por seis meses) hasta 1931. En 1932 firmaron por 3 años, pero el alquiler pasó de $500 a $2.000 mensuales. En 1935 firmaron por última vez: 2 años, $3.530 por mes.
El partido despedida del ya mítico estadio de Alvear y Tagle se jugó el 5 de diciembre de 1937. La ocasión no pudo ser mejor: goleó a San Lorenzo 6 a 1. Parte de las viejas tribunas fueron a parar a la cancha que el club Almagro tuvo en Villa Ortúzar (Fraga y Estomba) entre 1940 y 1949.
En 1934, viendo que era inconveniente alquilar el terreno, River había comprado 5 hectáreas en el bajo Belgrano (donde se encontraba la sede del Hipódromo Nacional) para construir un gran estadio de cemento, que sería inaugurado el 26 de mayo de 1938, también contra Peñarol. Hoy en día, en los terrenos de la vieja cancha de Recoleta se encuentra la Plaza República Oriental del Uruguay. Lo que se dice una historia redonda.
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Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.