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Ir a la secciónBuenos Aires - - Viernes 02 De Junio
Hoy te contamos la historia de un peso pesado argentino que llegó a medirse, entre otros, ante Mohamed Alí. Sabemos que, en esta categoría, no han abundado los pugilistas argentinos. Por eso, extraña el nivel de olvido en el que ha caído Alejandro Lavorante en la consideración pública. Particular y carismático. Aquí reivindicamos su nombre.
Alejandro Lavorante nació en Godoy Cruz, el 25 de octubre de 1936. Fue el mayor de cinco hermanos. Su padre, quien lo apoyó desde chico en su idea de dedicarse al boxeo, era italiano. El hombre llegó a construir un gimnasio en su propia casa para que Alejandro entrenara permanentemente.
Persiguiendo su sueño, su familia decidió mudarse a Rosario cuando él tenía 17 años y había alcanzado 194 centímetros de altura. Es que, en Mendoza, no había oponente de peso pesado para Lavorante. Además, siempre resultaba más beneficioso estar cerca del puerto y de la Capital Federal. A finales de la década de 1950, su porte y talla lo llevaron al servicio militar obligatorio y, en ocasiones, a ser personal de seguridad de la mismísima Casa Rosada.
No obstante, lo suyo era el boxeo. Con esos ideales viajó a Venezuela, donde conoció a Jack Dempsey, legendario campeón de los pesos pesados. Así se trasladó a Texas, donde tuvo su primera pelea como profesional. Los combates amateurs en Mendoza y la falta de oponentes de su categoría habían quedado atrás, era hora de pelear por los puntos.
En la ciudad de San Antonio, Estados Unidos, con 24 años de edad, se subió al ring ante Don Bogany. Lo venció por nocaut en el tercer round. La racha positiva se mantuvo durante 3 peleas más, hasta que, en 1959, cayó por puntos ante Roy Harris.
Sin embargo, fue solo un tropiezo. Seguidamente a ese combate, Lavorante continuó un record impresionante de nocauts durante dos años seguidos, con 13 victorias por nocaut, 2 por puntos y una derrota por decisión unánime en 1961. Entre estos combates se destaca el de La Habana en 1960, donde venció a Ray López en el primer round, ante la curiosa mirada de un tal Fidel Castro.
La última etapa de su carrera lo vio caer. Sobre todo, por la talla de sus oponentes, cuyos nombres eran Archie Moore, Mohamed Alí, con quienes perdió por nocaut.
Cuentan que, en la pelea ante Mohamed Alí, entre el público estaba el mismísimo Frank Sinatra. El músico y actor le propuso a Lavorante trabajar en alguna de sus películas. Es que el mendocino tenía porte, buen aspecto físico y una sonrisa que contagiaba. Sin embargo, Lavorante se negó.
Es cierto que el denominador común de “morir a los 27 años” se respeta solo entre los músicos. Jimmy Hendrix, Kurt Cobain o Jim Morrison son los máximos exponentes. Sin embargo, Lavorante podría sumarse desde su aporte pugilístico. Es que la muerte le llego a la temprana edad de los 27 años. En circunstancias trágicas. Un combate ante Johnny Riggins, en 1962, lo dejó inconsciente, con coágulos en el cerebro. Estuvo 6 meses internado en un hospital estadounidense. Luego fue trasladado a Argentina, por decisión de su familia, a donde pasó un año más en el mismo estado. Finalmente, falleció en la Ciudad de Mendoza, en 1964.
Este año, el periodista y escritor mendocino Rolando López publicó una novela biográfica del boxeador. Se titula El boxeador que sonreía demasiado.
"¿Podía un boxeador blanco, más bien tímido, bello e ingenuo, que llevaba una sonrisa impregnada en su gesto todo el tiempo, llegar a ser campeón mundial de la sanguinaria categoría de pesos pesados en los Estados Unidos, a principios de los años sesenta?", dice la sinopsis del libro en su intruducción.
Y después cuenta: A"lejandro Lavorante, nacido en Mendoza (Argentina), creía que sí. De joven, dejó su país, recaló en Venezuela y finalmente llegó a Texas, donde comenzó a pelear de modo profesional por primera vez en su carrera".
Fecha de Publicación: 06/09/2020
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