La Liga Mendocina de Fútbol tenía establecido poner en marcha el campeonato local el viernes 13 de marzo; sin embargo, dos días antes del comienzo, se suspendieron todas las actividades, al menos, por los siguientes 15 días. Y, si bien la reanudación del torneo es una de sus preocupaciones, también han puesto especial enfoque en ayudar a que los clubes puedan sobrepasar el revés económico que supone la cuarentena.
El presidente de la Liga, Carlos Suraci, se jacta de haber sido pionero en decidir que el fútbol debía parar, aun cuando la recomendación de la Asociación del Fútbol Argentino y del Consejo Federal era, en ese momento, jugar a puertas cerradas. Es que el comunicado desde la Liga Mendocina llegó el 11 de marzo. Días más, días menos, la AFA estaba obligando a que el fútbol nacional se jugara, pero sin público. Tiempo después, la Asociación que nuclea al fútbol nacional, respetando la cuarentena, terminó decretando lo mismo que la Liga Mendocina: fútbol suspendido en todas sus formas, con o sin gente.
El mismo problema que todos
Sin embargo, más allá del acierto en la decisión, la Liga Mendocina de Fútbol sabe que esto generará un perjuicio económico a los clubes. Debe explicarse que los clubes mendocinos apenas tienen algún ingreso por el auspicio que puedan hacer los almacenes del barrio. Y, a eso, se le suma el aporte de las cuotas. Pero claro, en época de cuarentena, los negocios auspiciantes no pueden mantener el aporte, mientras que, por otro lado, al estar cerrados los clubes, tampoco reciben el ingreso por las cuotas.
Ante esta situación, el fútbol mendocino está a la espera de las decisiones que pueda tomar el Gobierno. Aguardan, ansiosos, la respuesta de las autoridades ante el pedido efectuado: que queden exentos o se prorrogue el pago de la luz, el agua, el gas y diferentes impuestos para así poder mantenerse en pie, a la espera de la pelota vuelva a rodar, después de la cuarentena.
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