La espera valió la pena
Faltan 14 días para la próxima final, la definitiva, la que establecerá un momento histórico para ambos clubes.
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Así como alguna vez dije en estas columnas que cotidianamente agradezco al destino el hecho de ser contemporáneo y compatriota de Messi, en este momento siento gratitud de ser un hincha neutral presenciando lo que es una final histórica desde donde se la mire. Es la primera vez que dos equipos clásicamente adversarios disputan una final de Copa Libertadores (hasta hace poco, impedido por reglamento, los del mismo país debían eliminarse en semifinales, sospecho que por una cuestión de derechos televisivos: rivales de distintas nacionalidades generan más cantidad personas expectantes), pero también es la última vez que se define ida y vuelta. A eso hay que sumarle la desprolijidad de la Conmebol que hizo que hasta cinco horas antes del encuentro no se supiera con certeza cuándo se jugaría, lo cual por un lado es una vergüenza pero por otro le agregó cierta épica para hacerlo aún más único. Como si fuera poco, el servicio meteorológico anunciaba una tormenta feroz y no solo no llovió sino que hasta hubo momentos de sol. La previa de los primeros 90 minutos parecieron guionados por Scorsese. Bien. Lo agradezco.Cuando durante la semana me preguntaban quién quería que gane, mi respuesta era siempre la misma: “El que juegue mejor”. Lo sostengo. Lo único que no quería eran penales, un gol sobre la hora, un rebote. Me parece que ambos equipos son de lo mejor del continente y se merecen una consagración limpia, la imposibilidad de que el rival diga “ganaste, pero…”. Quería algo definitivo. Y, claro, quería que jugaran bien. Que sea un lindo espectáculo, una demostración de por qué llegaron hasta donde llegaron. Por lo bajo, ahora puedo admitirlo, lo creía imposible. Las finales sudamericanas en general y las argentinas en particular suelen ser más bien cerradas, prima el no querer perder por sobre el querer ganar. Por suerte estaba equivocado.El partido de hoy fue un partidazo. Boca hace el primer gol a lo Boca, de empujada, con coraje más que con fútbol. Wanchope define mal, tapa Armani pero le da el rebote y Wanchope vuelve a patear fuerte y al cuerpo, pero fuerte en serio y entra. 1 a 0. Jugando peor. A lo Boca. Lo que nadie se esperaba, y yo, claro, tampoco, era que en la jugada del saque del medio River empatara. Ahí empezó otro partido. No quiero ni pensar el golpe psicológico que debe haber significado para los jugadores de Boca. Entra Benedetto. De un tiro libre a 60 metros de arco, mete un cabezazo a lo Palermo y se pone 2 a 1. Otra vez, a lo Boca. Termina el primer tiempo.El segundo tiempo no tuvo la intensidad del primero. River pasó de la defensa de cinco a la defensa de 4 (paradójicamente, para cuidar más el fondo, lo que demuestra que la cantidad de jugadores en una línea no determina la estrategia) y se encontró con el empate, gol en contra después de un tiro libre también de 50 metros. Rossi tapó dos o tres pelotas fundamentales. Armani una. Faltan 14 días para la próxima final, la definitiva, la que establecerá un momento histórico para ambos clubes. Es una gran forma de esperarla: sabiendo que se puede jugar bien y que puede ser un gran espectáculo. Lo cual no es nada menor.