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La escuela que desafió a una partida a la pandemia

Peones y Alfiles es una escuela de ajedrez que tuvo que readaptarse para poder continuar frente al contexto sanitario que atraviesa el país.

Los argentinos siempre tenemos ideas bajo la manga para sobrellevar los obstáculos. No importa cuán jodidas se pongan las cosas. Y este fue el caso del grupo misionero Peones y Alfiles, quienes hace seis años vienen creciendo con dedicación y pasión. La escuela de ajedrez se desarrolla en el salón de la comisión vecinal de Villa Sarita, Posadas. Además, cuenta con el apoyo incondicional de su comunidad para proyectar un futuro prometedor que les permita avanzar cada vez más fuerte. Pero un día la pandemia llegó y los obligó a buscar otras maneras para poder continuar las clases. La respuesta estuvo en la virtualidad.

Un cambio en las reglas de juego

Christian Argüello es el profesor encargado de la iniciativa y asegura que, al principio, representó un proceso complejo para todos. Se trató de dar una vuelta de timón y acomodarse a lo que la crisis sanitaria exigía. En este sentido, relata que hoy los chicos cuentan con otros dos docentes, Bruno Zapata y Mariano Esnarriaga. El trío se las arregla para brindar las lecciones en un lapso aproximado de 45 minutos. Siempre lo hacen en compañía de los padres y respetando los horarios del colegio.

La clave está en la organización entre los profesores para acomodarse a los tiempos de los alumnos, con la posibilidad de flexibilizarse. La modalidad utilizada es la plataforma Zoom e intentan que ingresen tres o cuatro jóvenes. Cada uno participa con su tablero físico, mientras que otros le añaden uno virtual. Si bien hacen lo mejor que pueden, Christian admite que todavía cuesta un poco la conectividad. Aunque considera que están encaminados. Pero por supuesto nada reemplaza el contacto personal.

Cualquiera podría pensar que la situación generó bajas en el grupo. Sin embargo, la escuela se las ingenió para sumar nuevos ajedrecistas con grandes energías. Lo lograron ideando una competencia con torneos internos en la plataforma Lichess. Allí, cuentan con medallas gracias a algunos auspiciantes que quisieron aportar a la causa. Lo más satisfactorio es que nadie se queda sin premio, ni siquiera los árbitros. Además, se apunta a la mayor participación posible de chicos de distintas edades y brindando ayuda a quienes recién inician.

Una alegría para los pibes

Los sueños a veces no se concretan, así que mejor vamos a hablar de objetivos. Y el trabajo de la escuela está enteramente enfocado en convertirse en asociación civil, algo que está muy próximo a ser realidad. Argüello narra con esperanza que, a pesar de la pandemia, pudieron avanzar con su importante meta. Un logro que también le adjudica al acompañamiento recibido desde la comisión vecinal. Actualmente, ya cuentan con domicilio y ahora solo faltan algunos trámites para que sea oficial. Con lo cual están a medio pasito de que la lucha dé sus frutos.

Pero la ambición no frena ahí. Los chicos de a poco van equipándose con bolsos y remeras, todo realizado a pulmón. Inclusive, cuando adquieran la personería jurídica apuestan a llegar al Ministerio de Deportes. Esto les va a permitir adquirir relojes y elementos importantes que hoy les faltan. Y lo más importante de todo: si los planes se materializan, van poder afiliarse a la Federación Argentina de Ajedrez (FADA). Por lo tanto, integrantes del grupo van a transformarse en jugadores profesionales. El anhelo por el que vela esta pequeña familia que se ganó el corazón de los posadeños.

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