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Hugo Sconochini: el olvidado de la generación dorada 

El santafesino Sconochini fuel el capitán de aquel legendario equipo que ganó las Olimpiadas. Sin embargo, no muchos lo recuerdan. 

Cada vez que pensamos en los mejores basquetbolistas argentinos, automáticamente se nos viene a la cabeza la Generación Dorada. Aquel grupo estuvo constituido por varios fenómenos. Sin embargo, uno tiende a recordar a Manu Ginobili, Luifa Scola o Chapu Nocioni, los de siempre. Pero  otros jugadores de esa misma camada  también fueron verdaderos cracks y han quedado medio en el olvido por los hinchas, como es el caso del gran Hugo Sconochini.  

Hugo nació el 10 de abril en Cañada de Gómez, Santa Fe. A nivel clubes tuvo una carrera más que respetable. Producto de un descubrimiento por parte del gran Leon Najnudel, debutó muy jovencito en Sport Club de Cañada de Gómez, su ciudad natal. Eran los finales de la década del 90. Sonochini conquistó el ojo de todos los fanáticos y en 1990 el Reggio Calabria de Italia se lo llevó para la Serie A, la cual en ese entonces era la liga europea con más prestigio.  

En Europa continuó jugando en grandes equipos como Olimpia Milano, Virtus Roma y Panathinaikos de Grecia, hasta que en 1997 arribó al Kinder Bologna. En dicho club pasó los mejores años de su carrera, al haber conquistado dos títulos de Euroliga: el primero en 1998, y el segundo en 2001 (con Manu como compañero) estando apartado del plantel por un injusto doping positivo.  

En 2001 llegó al poderoso Tau Cerámica español, con el que se consagró campeón de la Liga ACB, y finalmente, volvió a Italia para pasar por el Milano y el Virtus Roma, donde concluyó su etapa profesional en 2006. Actualmente sigue residiendo en Italia gracias a que el deporte todavía es parte de su vida: ahora como jugador e instructor de pádel. 

Un pionero dorado 

Por el lado de la selección, también tuvo un camino muy importante. Su buen desempeño en Italia hizo que se convirtiera en una de las mayores promesas de nuestro país. Sin embargo, su mala relación con el polémico entrenador Guillermo Vecchio hizo que se prolongue su llegada al conjunto nacional. Recién logró debutar, ya bajo la conducción de Julio Lamas, en el Sudamericano de 1997 en Maracaibo. 

Su nivel crecía y crecía, y de esta manera se ganó su lugar para el Mundial de Grecia de 1998, el cual supuso un cambio generacional en el equipo, ya que allí debutaron otros jugadores más de la futura Generación Dorada, pese al octavo puesto conseguido. 

Ya era una pieza indispensable para el equipo, siempre firmando buenos números. Y como no podía ser de otra manera, el DT Rubén Magnano contó con él para el Mundial de Indianápolis 2002, en el cual tuvo grandes partidos, pero siempre se quedará con la espina de la falta en contra suyo que no nos cobraron en la final ante Yugoslavia.  

Curiosamente, luego de ese subcampeonato decidió apartarse de la albiceleste para darle una oportunidad a los más jóvenes. Pero finalmente Magnano lo terminó convenciendo para estar en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y no solo eso, sino también como el capitán del equipo. Bueno, lo que pasó en Atenas ya lo sabemos de memoria, no hace falta ni recordarlo. Y más allá de que en ese campeonato ya se sentían sus 33 años y no tenía el mismo peso ofensivo que en años anteriores, nadie le puede quitar lo bailado al gran Hugo, la dorada la va a tener siempre. 

Lo que no solemos saber sobre las estrellas 

Todo camino al estrellato deportivo habla de muchísimo sacrificio. No existe el talento que te permita estar exento de padecer por enormes esfuerzos.  

Es cierto que la posibilidad de irse a Italia de Sconochini se dio puramente por su calidad (los cazatalentos italianos llegaron hasta Cañada de Gómez y lo vieron jugar solo por placer en una canchita. Él estaba totalmente fuera de forma física). Pero, de ahí en adelante, fue mucho lo que tuvo que pasar, siendo muy joven, para poder triunfar en Italia. Sconochini recuerda que era feliz en su pueblo, haciendo lo que le gustaba. Jugaba en un gran club de básquet del interior argentino.  

Al irse, aún siendo menor de edad, Hugo se acuerda de que su madre le dio el permiso pero quería que el pasaje tuviera fecha de vuelta. Era la primera vez que salía del país. Esa primera Navidad volvió. con el pasaje de vuelta que pedía mamá. Pero fue la única Navidad que pasó en Argentina hasta el día de hoy.  

Sconochini sufrió mucho esos primeros tres meses, porque extrañaba mucho. Con el otro argentino que se fue con él, muchas noches lloraban abrazados.  Varios años después, llenaba de abrazos a sus compañeros de Selección Argentina, en el máximo logro del basquetbol nacional.  

Gracias por tanto, gran capitán. 

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