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Hablemos sin saber

Un gordo de camisa abierta con un saco todo arrugado gritando guarangadas me encanta

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Una de las únicas filias por el deporte que mantengo de cuando era un desquiciado que miraba hasta la segunda división de Croacia (por suerte creo que estoy curado) es consumir los programas de “análisis” el día posterior al superclásico. Escribí la palabra “análisis” entre comillas porque los que me gustan son los conventilleros, los que no analizan nada, los que discuten sin ningún argumento. Los otros también me gustan, pero un poco menos (en ESPN hay un par muy buenos). Quizás no me gusten tanto porque son como muy solemnes; todos sabemos que si lo analizamos con detenimiento el fútbol es una boludez (no así las pasiones que despierta, este tema sí me convoca y me conmueve), entonces, solemnizar una boludez es como que me aburre. Pero un gordo de camisa abierta con un saco todo arrugado gritando guarangadas me encanta. Empezó como consumo irónico, pero ahora creo que me encanta en serio.

En fin, este superclásico tuvo un tema estrella en los programas de gordos a los gritos: la pelea entre Cardona y Zárate. Si alguien no la vio, la resumo de manera muy sucinta: Zárate enganchó dos veces, pateó a la tercera bandeja, Cardona lo puteó por no pasársela, Zárate le devolvió la puteada y Pinola (de River) se metió a calmar las aguas. Eso. Listo. Todo aquel que haya jugado UN partido de fútbol en su vida sabe que en algún momento puede haber puteadas, sobre todo si van 85 minutos del partido contra tu clásico y vas 2-0 abajo. Es propio del momento, de las revoluciones, de la frustración. Alguno me dirá: ellos son profesionales. Sí, ¿y? Son profesionales, no androides. ¿Por qué esa discusión nos parece más grave que las habituales dentro de la Honorable Cámara de Diputados, por ejemplo? ¿Porqué no hay referencias directas a los órganos reproductores de la madre de nadie? (No se crean, a veces hay.) Creo que un grave problema de los argentinos es que ponemos mal el foco en lo que nos indignamos. Para saber qué es importante también tenemos que saber qué no lo es. Si no lo logramos, la Biblia va a seguir junto al calefón. Y se va a terminar quemando.

Fecha de Publicación: 01/10/2018

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