“¡Hola! ¿Mamá? Sí, estoy muy bien. Qué vamos a hacer, él jugó muy bien (Illie Nastase); no pude hacer nada. Mala suerte”, confiesa a mamá Maruxa un dolido Guillermo Vilas, en el recuerdo de Cherquis Bialo, “Sí, me voy a Londres primero y después tal vez me vaya a París, a ver la pelea de -Carlos- Monzón. No te preocupes, mamá, yo tengo más ganas de llorar que vos...”, cerraba entre lágrimas ese fin de año de 1975, que muchos aseguran alcanzó el número 1 sin reconocimiento aún por la ATP. Apenas sale de la habitación de Estocolmo se lo encuentra al periodista y adelanta, “el año que viene arranco el 1 de enero a entrenar, tengo que mejorar el saque” Vilas, el jugador nacional más grande de tenis de todos los tiempos, con récord que siguen allá arriba imbatibles pese al galáctico Roger Federer, era una “perfecta máquina de tenis” y era un familiero tremendo, que en medio de temporadas agotadoras tenía un gesto para sus afectos. Sentimientos que se agrandaban cuando representaba al país, Vilas el tenista más joven que defendió nuestros colores, y que podía jugar con el dictador Videla en el palco y dedicarle el triunfo a la tribuna. O cuando salió a jugar igual por el país en la primera final argentina de Copa Davis en 1981, no ya por los puntos, sino por el honor. Porque Willy es Argentina.
Nacido en el seno una familia tradicional marplatense el 17 de agosto de 1952, su papá Roque un querido escribano de la Costa, a los cinco años pasaba interminables tardes en el frontón del Club Náutico de Mar del Plata. Su primera raqueta fue una Sarina Children. En los sesenta la comunidad deportiva empezaba a comentar del “zurdito” que era una maravilla en polvo de ladrillo. Pronto llegaron los primeros triunfos internacionales y el despegue profesional con la conquista de Orange Bowl. A los 18 años era el número uno de la Argentina. Comienza una carrera ascendente con los títulos en 1973, Buenos Aires, batiendo a su rival y gran amigo Björn Borg (junto al sueco, además, impondrían una serie de innovaciones técnicas como el top-spin, una bola con efecto hacia delante y alta, y la ropa y vinchas de diseñadores), y avanza incontenible en 1974 con laureles en Buenos Aires, Teherán, Toronto, Louisville, Hilversum, Gstaad y el Masters. El único Masters de su carrera era el primero en que participaba, en césped que no era la superficie favorita de Willy (“El pasto es para las vacas", Vilas 1973 dixit) y debía superar a Borg, su verdugo en Roma, y a Nastase, ganador de los tres últimas ediciones del torneo de maestros. Y les ganó a todos “Por suerte Dios me hizo tenista” decía franco Guillermo.
Para ese momento era una celebridad en el país y el mundo, y editaba su primer libro de poesía, “125”, que nunca quiso revelar el por qué del enigmático nombre. Viviendo en el exterior en interminables giras de mil torneos, Vilas jugaba chicos y grandes sin igual, algo que pudo jugarle en contra en los conteos de los ranking, los pocos ratos de calma los llenaba con música y literatura. Y fiestas en el jet set y bellas damas, por supuesto, este hijo de gallegos con estirpe criolla. Pero el tenis era su cruz y nunca perdió el rumbo. Y en 1975, de acuerdo a la investigación del periodista Eduardo Puppo, que sostiene el relato biográfico del excelente documental "Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada" (Netflix), Vilas ocupó el número uno real a partir del 22 de septiembre de 1975 durante cinco semanas consecutivas, hasta el 27 de octubre, fecha en que Jimmy Connors volvió a recuperar la cima. Y, luego, Willy retomó dos semanas más, el 5 y el 12 de enero de 1976, números que totalizan sus siete semanas en la cumbre. Teléfono para los jerarcas del tenis que siguen negándose a un reconocimiento histórico, tal vez pase de facturas a un deportista que se enemistó con la dirigencia extranjera y local defendiendo los derechos de los deportistas. Nuevamente Buenos Aires, San Pablo, Toronto, Monte-Carlo, Fort Worth y St. Louis en la diadema de Vilas, que inicia una carrera musical con Luis Alberto Spinetta y la impecable poesía de “Children of the bells” El Flaco devolvería el favor con el prólogo de “Cosecha de cuatro” (Galerna, 1981) de Vilas, y que contaba con una tapa dibujada por el célebre artista plástico, pintor y muralista Pérez Celis. Se viene, se viene, el Bing Bang Willy 1977 de la mano del exigente entrenador rumano Ion Tiriac.
1977. La Gran Willy
Para ser claros y contundentes. 1977 no resulta solamente el mejor año de Vilas sino que lo máximo todavía inalcanzable de cualquier tenista desde la Era Abierta de 1968. 46 triunfos en todas las superficies, 137 en total, 16 títulos, dos de cuatro Grand Slam y la imposición de un tenis espectáculo que unía virtuosismo, técnica y magia. La Gran Willy, golpear la pelota de espaldas y entre las piernas, fue su sello. Pese a que fue derrotado en el Masters de New York, y que el frío ranking le negaba algo que era obvio en la cancha, los medios internacionales no dudaron. En un caso único, la tapa de la prestigiosa World Tennis, tituló "Vilas es el número uno" Se unió en el reconocimiento de que Guillermo era sin discusiones el número 1, la Agence France-Presse y, en 2011, thetennisbase.com, análisis estadístico y matemático de los ranking, que contabilizó 39 semanas en el primer puesto entre 1977 y 1978.
Dos imágenes de ese año de quiebre de Vilas y del tenis argentino “Nunca estuve más solo en mi vida que cuando fui el número 1 en 1977. Era un cardo. Solo, solo. La gente puede pensar que fue un año espectacular: yo deseaba que terminase rápido" confesaba en 1988 a la revista “Gente” y, yendo a lo deportivo a la revista “El Gráfico”, Guillermo señalaba en enero de 1978, “Lo que hice el año pasado es una grosería. Ganar 57 partidos seguidos en polvo de ladrillo, y 85 partidos de los 87 jugados, con 16 torneos ganados sobre 31, es una barbaridad que no voy a volver a repetir en mi carrera, ni creo que en mucho tiempo alguien lo pueda igualar"
Los años 1978 y 1982 son las últimas temporadas gloriosas de Vilas con el Abierto de Australia (lo vuelve a ganar en 1979 con la presencia de su padre Roque, la única vez que vio ganar a su hijo un gran torneo), Basilea, Aix-en-Provence, South Orange, Gstaad, Munich, Hamburgo, Kitzbuhel, Boston, Madrid, Monte-Carlo, Milán, Rotterdam y Buenos Aires. Adquieren resonancia popular sus participaciones defendiendo la celeste y blanca, y conquista invicto la Copa Mundial por Equipos en 1980. Al año siguiente protagoniza la épica final de Copa Davis de Cincinnati en compañía de José Luis Clerc, ellos eran quinto y sexto del mundo en ese momento, contra la poderosa de John McEnroe. Acariciaron la primera copa para Argentina, la primera para Latinoamérica, pero el comportamiento antideportivo de McEnroe en el dobles, insultando a Vilas y rompiendo el fleco para enfriar el partido, derivó en una derrota con gusto a victoria moral. Para los argentinos desde ese día el tenis fue un deporte popular y Vilas, su héroe “Un deportista lo es dentro y fuera de la cancha, no solamente cuando juega” aseguraba Guillermo, uno de los grandes capitanes de los argentinos.
Vilas, embajador de los argentinos
El tenista se retiró en 1989, con el último galardón en 1983 en Richmond, y contaba 62 títulos en su carrera con 104 finales disputadas. Por sus títulos se halla en el 8° a nivel mundial e histórico, detrás de Connors, Ivan Lendl, McEnroe, Federer, Rafael Nadal, Pete Sampras y Borg. En 1991 ingresó junto a Ashley Cooper e Nastase en el Salón Internacional de la Fama del Tenis. Disputó más de 3 mil partidos, entre los jugadores que más veces jugó en la era moderna, y posee aún el record de 57 triunfos en la Copa Davis. Uno de sus grandes sueños era el sillón de Capitán de Copa Davis, algo que inexplicablemente por la envergadura de Vilas, el tenista que prácticamente hizo solo el tenis argentino, nunca se concretó. Para el centenario de la Asociación Argentina de Tenis en septiembre de 2021 se prevee, pandemia mediante, un gran reconocimiento a Vilas con las designación de Capitán Honorario del Equipo Argentino de Copa Davis y Embajador del Tenis Argentino, “ Lo acepto y agradezco, no importa si llega tarde o temprano en mi vida, lo que importa es que se acuerden. Siempre traté de comportarme bien mientras representaba al país, haciendo lo mío o por la Copa Davis, una competencia que amé. No son las ironías del destino, para mí es más que simbólico y lo valoro por el respeto con el que me otorgan estas distinciones”, dijo a la distancia Vilas, quien vive desde 2016 en Mónaco con su familia, y aquejado por un progresivo deterioro cognitivo “Nadie puede desconocer lo que hizo Vilas por el tenis argentino”, enfatizaba el presidente de la AAT, Agustín Calleri.
En los dos mil impulsado por el diputado Antonio Rattín, el ídolo xeneize, el fanático riverplatense Vilas recibió de manos del vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, la Mención de Honor "Senador Domingo Faustino Sarmiento", la mayor distinción que entrega el Senado de la Nación. Aunque también parezca increíble, por un apellido que luce en miles de escuelas de tenis a lo largo y ancho del país, fue el primer reconocimiento del Estado argentino a un extraordinario deportista. Con el diploma en mano Vilas, desafiante y guapo como en el court,señaló que "pensé que nunca iba a llegar" y agregó con la humildad de los campeones, "Uno se transforma en un embajador de su país, pero a veces se siente una gran soledad. Por eso agradezco al Senado, porque ha cumplido con algo que yo necesitaba" También lo necesitaban y aguardaban miles de niñas y niños en las clínicas abiertas y gratuitas que brindó hasta su viaje a Europa.
“Fue entonces cuando apareció la inequívoca y universal música de un mágico apellido: Vilas, Vilas, Vilas...”, volvemos a la nota de Cherquis Bialo en infobae.com y sus postales de los setenta, “Vilas en el taxi, Vilas en la calle, Vilas en los restaurantes, Vilas siempre Vilas ante cualquier interlocutor. Que tal como era pronunciado generaba una inequívoca sensación de orgullo. Ese trepidar de darse cuenta que el ídolo no le pertenece al país de nacimiento si no que el país de nacimiento es pertenencia del ídolo y la simbiosis se torna indestructible: Fangio-Argentina; Di Stefano-Argentina; Maradona-Argentina; Vilas-Argentina; Messi-Argentina”. Allá arriba volea Willy para nosotros.
Periodista y productor especializado en cultura y espectáculos. Colabora desde hace más de 25 años con medios nacionales en gráfica, audiovisuales e internet. Además trabaja produciendo Contenidos en áreas de cultura nacionales y municipales. Ha dictado talleres y cursos de periodismo cultural en instituciones públicas y privadas.