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Argentina TriCampeón Mundial de Fútbol en Qatar. Para ganar hay que saber sufrir

Luego de ir varias veces en ventaja en el tiempo reglamentario y el alargue, el equipo de Lionel Scaloni se consagró campeón en los tiros penales, provocando una conmoción a nivel mundial nunca recordada. Las claves.

Un triunfo categórico tal vez le hubiese quitado al equipo campeón una muy determinada cantidad de merecimientos, porque los grandes triunfadores son los que saben levantarse de aquellas situaciones donde todo parece perdido. Argentina en lo futbolístico, ya puede irse a dormir tranquila. Primero porque consiguió el título que tanto necesitaba y después porque demostró el carácter y personalidad que requería afrontar una final así, donde los goles en el arco contrario únicamente valen si el resultado final permite festejar, algo que no ocurrió en algunas definiciones cuando hubo que esperar a los dramáticos tiros desde el punto penal. Las manos de Emiliano Martínez y el destino quisieron que esta vez, todo encajara de la manera correcta y soñada. El doloroso maleficio finalmente se extinguió.

Los analistas gastarán millones en centimetraje en explicarle a los lectores, cuanto tiempo tuvo la selección la pelota en su poder, cómo la administró y en que forma hirió a su rival en el campo, pero finalmente lo que permite establecer la diferencia entre el que se lleva la medalla de oro y la de plata, es en definitiva cuantas veces un equipo la dejó dentro del arco contrario a lo largo de ese choque deportivo. Los merecimientos de uno y otro lado a esta altura del análisis están de más, porque en estas competencias finalmente los equipos que se llevan la copa, la obtienen por determinadas situaciones ligadas a lo numérico, una imbatible cuestión donde asoma el famoso “los goles no se merecen, se hacen”. Esto con la obtención del tercer campeonato mundial, vuelve a cobrar peso más que nunca.

Antes definían los atacantes, ahora el arquero

La historia ya ocurrió pero igualmente se la recordará eternamente casi como aquellos dos goles de Diego Maradona a los ingleses, con la diferencia que aquí el jugador decisivo en el partido no fue precisamente un jugador de campo sino puntualmente y paradójicamente el arquero. En los anteriores títulos mundiales, los goles de Daniel Bertoni y Jorge Burruchaga sellaron el destino de la selección argentina, obteniendo aquellos campeonatos alcanzados en 1978 y 1986, respectivamente. El título logrado este fin de semana en Qatar, definitivamente le pertenece al menos en las circunstancias decisivas, específicamente al arquero oriundo de Mar del Plata. Emiliano Martínez, a diferencia del recordado portero Sergio Goycochea, tuvo al destino de su lado en los instantes cruciales, logrando el gran objetivo soñado.

Sin dudas la gran mejoría del equipo nacional en esta edición, determinante con el correr de los partidos, fue haber adquirido una enorme seguridad mental para resguardarse en los momentos difíciles y sostener su convicción en busca del objetivo anhelado. El trabajo de Lionel Scaloni en ese sentido ha sido decisivo, una perceptible modificación psicológica a nivel general en todos sus dirigidos, de lo cual ya aparecieron muy claras referencias en la última edición de la Copa América. A lo largo de todo este Qatar 2022, por suerte, el único momento donde eso ocurrió fue en el primer partido del Grupo C. Menos mal.

Un guardametas que asumió el rol más complicado

Después de muchas ediciones, donde siempre se discutió quién debía ser el arquero de la selección argentina durante esta clase de competencias, que Lionel Scaloni haya dejado traslucir que pese a tener muchos guardametas escogidos, su preferido era el portero de Mar del Plata, sirvió para generarle una confianza extra al jugador más importante que la selección exhibió en sus siete partidos, tomando en cuenta que desde octavos de final en adelante los duelos se definían llegada la igualdad mediante tiros desde los doce pasos a matar o morir. Emiliano Martínez fue el jugador que más claro entendió este asunto, casi en simultáneo con aquellas semanas en las que Argentina tenía en aquella pre-lista de los jugadores convocados un total de seis arqueros, disparate inconcebible en otras épocas.

Francia llegó a esta final con demasiadas presiones internas, un tema no menor para tener la cabeza en calma en un encuentro tan decisivo como el jugado en el estadio Lusail este último domingo. Didier Deschamps mostró buenos reflejos, a la hora de saber interpretar que modificaciones estratégicas debía desarrollar de inmediato durante los partidos para mejorar el desenvolvimiento de sus dirigidos, pero haberse peleado con el atacante galo Karim Benzemá al comienzo de la copa mundial exhibió un inédito grado de estupidez en una persona en la que debió privar lo psicológico antes de lo pasional, puesto que para ese último partido, el delantero podía haber jugado este choque decisivo, después de recuperarse bastante rápido de una lesión antes de comenzar el torneo. Grave y duro error.

Un talentoso que se puso consciente el mameluco

Entendiendo que el ansiado destino de esta particular selección dependía muchísimo de su rol dentro del campo, especialmente como fuerte guía espiritual para sus compañeros, esta participación de Lionel Messi en otra final mundialista, después de la sufrida derrota ante los alemanes en Brasil 2014, mostró una determinación del talentoso atacante de sostener su función de enlace entre todos sus compañeros, antes de convertirse en el divo que cada domingo los hinchas reclaman haciendo lujos y otras fantasías. Colocándose el overol que reclamaba ese puesto, maniobrando un primer tiempo no demasiado protagónico y dando muestras de su eficacia en los momentos decisivos, el actual jugador número 30 del PSG expuso la justa maduración para trabajar en función de equipo, por fuera de lo personal.

Rompiendo un maleficio que parecía perseguir a la selección blanquiceleste desde aquél recordado título conseguido  en el Estadio Azteca en junio de 1986, Argentina consiguió después de 36 años. Quizás el mayor mérito de Lionel Scaloni haya sido saber transmitir la carga imprescindible de humildad que requería un torneo con estas características, algo que se observó con el paso de los partidos, exponiendo un respeto y serenidadalejado en lo central de ese acelerado entusiasmo que estrelló a anteriores versiones de la selección. 

 

Imágenes: Twitter Selección Argentina

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