¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Viernes 02 De Junio
“En una hazaña sólo comparable a las logradas por Guillermo Vilas para el tenis argentino, Gabriela Sabatini ganó el Abierto de Esatos Unidos -uno de los cuatro torneos del Gran Slam- al imponerse a la alemana Steffi Graf, No 1 del mundo, por 6-2 y 7-5 en el National Tennis Center de Flushing Meadow Park, Nueva York. Una conquista que se suma a los triunfos memorables de nuestro deporte”, arrancaba la vibrante crónica de la mayor victoria, de la mayor tenista argentina de todos los tiempos. Si Vilas inventó el tenis nacional, Sabatini confirmó que nos entendíamos de maravilla también con la pelotita. Los del Potro, Nalbandian y Nadia Podoroska que vinieron después deben mucho a estos dos próceres del deporte blanco. Y en especial, a Gaby, una actitud deportiva que nos distingue: “Yo siempre traté de ser una persona muy humana, de ser, mostrarme quién soy siempre. Siempre me importó más la persona que la tenista. Para mí los valores, los principios, era lo que siempre me mantenía los pies sobre la tierra. Y para mí eso siempre era lo más importante. Más allá de tratar de ganar un partido”, puntualizó recientemente en una entrevista a CNN.
Hace unos meses la WTA - Women's Tennis Association- actualizó el ranking de las jugadoras con más semanas de permanencia en el Top Ten. Y a Gaby nadie la puede mover del Top Four. Pensemos que fueron algo más de una década que Sabatini jugó profesionalmente y, siete años consecutivos estuvo batallando drive a drive, revés a revés, a un tie break más o menos, con las mejores de su camada, Graf, Martina Navratilova y Mónica Seles. Un total de 508 semanas siendo una maestra. Cuando se retiró con 26 años, Gaby ostentaba el US Open 1990, el Masters en 1988 y 1994, había sido la número tres del mundo, y acumulaba un total de 27 títulos de singles -más 13 finales; en dobles, Campeona de Wimbledon en 1988-, la máxima marca del tenis local y continental femenino. Y la primera medalla de plata en la especialidad para Argentina en los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Desde 2006 integra el selecto Salón de la Fama del Tenis Internacional con su ídolo Willy Vilas. Gaby es leyenda y ejemplo.
Gabriela Sabatini nació en Buenos Aires el 16 de mayo de 1970 y, pronto, demostró una gran habilidad en la gimnasia, “era la que siempre integraba los equipos escolares, aún hoy la gimnasia es mi actividad prioritaria”, admite la deportista que disfruta el ciclismo recreativo, actualmente donde vive, en Suiza -a un lago de distancia de otra leyenda, Roger Federer. Al tenis llega por su hermano, Osvaldo, que practicaba en River Plate. Enseguida se destaca en el club contra rivales de mayor edad, Gaby, que se pasaba horas y horas pegándole al frontón, sola, “tengo grandes recuerdos de la época de River. Yo iba durante toda la semana pero los fines de semana nos reuníamos con nuestros amigos y compartíamos muchas horas. También me pone feliz recordar los momentos en mi casa; jugar con una amiga que tenía enfrente, andar en bicicleta. Son instantes que me marcaron. A la distancia pienso cómo la vida nos aleja o nos hace cambiar”, diría una madura Sabatini a Eduardo Puppo en 1999. De aquellos años es la relación con su primer coach, Daniel Fidalgo, a quien siempre reconoció la tenista en su formación inicial. Este histórico entrenador del tenis recordaba al diario Pag/12 una anécdota de las primeras giras de la niña Sabatini, muchas en compañía de la tucumana Mercedes Paz, “el 24 de septiembre de 1982, en la cancha 1, Sabatini "debutó" como jueza de silla. Lo más increíble, no obstante, es la jugadora a la que debió dirigir. Resulta que le tocó un partido de dobles de damas. De un lado estaba la pareja sudamericana, con Patricia Tarabini y la peruana Chumbez; del otro, las europeas con Andrea Holikova y una tal… ¡Steffi Graf! Imaginate, Gaby era tímida y casi no hablaba, en un momento se armaron discusiones y Pato le decía ‘¡Gaby, por favor cantá los puntos!'. Seguro cuando lea la nota se va a acordar. Fue uno de los tantos momentos lindos que pasé en mis años con Gaby. Ahí era chica, venía de atrás y disfrutaba; cuando se hizo profesional aparecieron otras presiones que aprendió a manejar", contaba el técnico una situación que, sin embargo, acompañaría a Sabatini como un rasgo de personalidad, no como un impedimento, su semipeterna timidez. Que era tan fuerte, que muchos años después, admitía que había veces que más que ganar un torneo, le inquietaba la conferencia de prensa de la ganadora. Y que ya a las 17 años estuvo a punto de dejar su carrera por sus aspiraciones, que no eran la de ser una tenista famosa delante de micrófonos. Ella quería jugar.
“Un juego. Me divierto jugando al tenis, aunque me doy cuenta de que cada vez se hace más difícil, más competitivo”, comentaba la joven Sabatini a la revista El Gráfico, tras un resonante triunfo en Junior en Montecarlo en 1984. Ese año conocería a Diego Armando Maradona, que fue un ladero fiel en eso de defenderla de las críticas necias, "No es importante ser la número 1; es importante ser única, como sos vos", le dijo en Roma, en la previa del Mundial 90. Roma, la Ciudad Eterna, y que la vio cuatro veces campeona a Sabatini, en 1988, 1989, 1991 y 1992.
El mundo empezaría a hablar de Gaby cuando apenas quinceañera accede a las semifinales de Roland Garros, y sólo la detiene la quíntuple campeona Chris Evert. Unos meses después en Estados Unidos, ya en el puesto 38, elimina en una misma semana a Zina Garrison (9º del mundo), a Pam Shriver (5º) y a Manuela Maleeva (4º), perdiendo la final ante Evert “Hubo un torneo clave que es el de Hilton Head, que yo tengo 14 años, que ahí se da por un tema de mal tiempo, de lluvia, se suspende el partido. No pude seguir jugando. Al otro día me toca jugar tres partidos en un día y le gano a Pat Shriver, que era el partido que no había terminado, en tres sets. Después le gano a Manuela Maleeva en semifinales y me toca la final con Chris Evert, que ahí pierdo la final”, recordaría de ese momento inusual en cualquier disciplina, casi de película, una perfecta desconocida peloteando a las mejores. Al año siguiente accedería al Top Ten, que no dejaría hasta el adiós de 1996.
Gana por primera vez en Tokio, capital japonesa donde se coronaría tres veces, y en Asia, obtiene la ansiada medalla olímpica, siendo además la abanderada argentina en Corea. Ese mismo año también eliminó por primera vez a su rival clásica Graf en la final del torneo Boca Ratón, además de eliminarla también en las semifinales de Amelia Island. Con Graf jugó 40 veces, ganando Gaby en 11 oportunidades, en lo que es uno de las grandes clásicos de la historia del deporte. Quizá el choque definitorio más recordado sea el de Wimbledon 1991, cuando estuvo a dos puntos de ganar el torneo más prestigioso del planeta, y alcanzar la cima del ranking WTA. Falló en una volea Sabatini, que estaba en ventaja, pero jamás se ofuscó ni se resintió y, al día de hoy, resulta una colaboradora de las acciones solidarias de la alemana. Sabatini siempre está dispuesta a ponerse la vincha en eventos benéficos, apadrina varias escuelas de tenis en Mar del Plata, cuna de su ídolo Vilas, o cuando la convocan las delegaciones de deportistas olímpicos nacionales para contar su enorme experiencia de campeona.
“Desde el primer día pensé que iba a levantar la copa. El último punto de la final con Graf fue dudoso: ella decía que la pelota había sido mala, pero el juez de silla la dio buena y fue la gloria, el momento más lindo que viví", recordaba Sabatini, tiempo atrás, respecto de aquella actuación en Flushing Meadows, el US Open de 1991, y que citábamos el principio, en la pluma del notable periodista Luis Hernández. Una de sus primeras declaraciones con semejante lauro, que comparte nada más con sus compatriotas Vilas y del Potro, fueron con ventiún años, “Por ahora quiero disfrutar de este triunfo. Todavía tengo bastante que aprender en cuanto a lo técnico, a mi juego. Lo importante es que luché, gané y volví a disfrutar con el tenis(...) Antes de entrar a la cancha me dije: tenés que dejar el alma en cada punto” cerraba del inicio de un ciclo glorioso de victorias que se extendieron hasta su nuevo triunfo sobre Graf, ahora en Amelia Island en 1992. En aquel momento era sumamente criticada, aunque ella humilde repite que “la prensa generalmente me apoyó”, por su supuesta apatía, desmanejos en técnicos y preparaciones, y, especialmente, la falta de “eso que hay que tener” (sic) para ser número 1.
“-Sufrí- Bastante presión. Y yo no era consciente de eso. Recién me di cuenta cuando dejé de jugar. Es como que me iban metiendo todo eso en la cabeza y era difícil de separar: qué quería realmente yo y qué me pedía la gente. Fue lo más complicado que tuve que enfrentar en el tenis. Si me preguntan si lo logré, creo que no. No nacemos preparados para separarnos de esa presión”, admitió Sabatini a Puppo. En aquel par de años gloriosos, Gaby ganó doce títulos y derrotó, en más de una ocasión, a Graf, Navratilova y a la número uno del mundo, Seles.
Justamente la yugoslava nacionalizada norteamericana era la sensación del circuito con 19 años, y ocho títulos de Grand Slam en la cuenta. Pero el 30 de abril de 1993, cuando jugaba los cuartos de final del torneo de Hamburgo, sufrió una puñalada por un fanático de Graf, la principal perseguidora en el ranking: el alemán Günther Parch se le clavó un cuchillo de 25 centímetros de largo por la espalda. Unos días después se reunieron las Top Forty para decidir la suspensión, o no, de la suma de puntos de WTA en torneos, mientras se recuperaba la compañera. Y la mayoría optó por la negativa “Gaby fue la única que me respaldó. Pensó como persona en lugar de privilegiar el ranking o el negocio. Por eso le tengo mucho respeto y aprecio", describió Seles, que ganaría su noveno y último Slam en Australia 1996, temporada de retiro de Sabatini. El cariño a Gaby de sus pares, y el mundo, es proporcional a sus enormes gestos humanos. No fue magia, son convicciones.
"Mi ultimo torneo fue en Zúrich contra -Jennifer- Capriati, nadie sabía que iba a dejar, ahí estaba veintipico del mundo. Terminó el partido y se lo comenté a algunas personas, entre ellas la directora de la WTA y todos se quedaron helados, no lo podían creer", comentó Sabatini tiempo atrás, en una entrevista con Juan Ignacio Chela. El 24 de octubre de 1996 el Madison Square Garden de Nueva York, una ciudad con tanta historia mágica para Sabatini, allí había ganado su último título importante, el Masters en 1994, fue el gran escenario que colgó su raqueta sin par “Ya lo sabía en los últimos dos torneos y mi cabeza estaba en otro lado, ni iba a ganar el torneo. Sentí claramente un alivio muy grande. Fue como sacarme un peso de encima y saber que podía hacer otras cosas y disponer de mis tiempos", dijo a Chela, y agregaba: “Fue difícil enfrentar el anuncio del retiro: yo quería decirle al público que no era por la edad, sino que era mi tiempo, y que me hacía feliz tomar esa decisión", cerraba Sabatini, que había regalado tanta felicidad a los argentinos. Ahora era el tiempo de la felicidad de Gaby.
“No me arrepentí nunca, la prueba es que después de retirarme no hubo un día que dijera, 'me gustaría estar ahí'. Siempre fue todo lo contrario. Fue difícil, porque se trataba de una carrera de muchos años, no podía tomar la decisión de un día para otro. Estuve casi dos años elaborándola, para ver si me quería retirar o estaba pasando un momento de bajada. Trabajé con un psicólogo deportivo y eso me ayudó", aseguró en una entrevista en el medio español AS en 2019, cuando recibió durante Roland Garros, el el Premio Philippe Chatrier de la ITF -International Tennis Federation- por su contribución al tenis dentro y fuera de la pista. En estos años prosiguió con su línea de perfumes, que son ya quince a partir de 1989, se centró en el negocio inmobiliario, “Pilará Tenis Club” de la provincia de Buenos Aires, y, ocasionalmente, participó de comentarista. Pero donde más puntería hizo Gaby fue en la vida familiar. Cuando Gaby dejó el tenis, en octubre de 1996, mamá Beatriz decía: “Se retiró la nena, pero para mí no, al contrario, la tengo más cerquita… Me puse muy contenta cuando tomó la decisión, porque cada dos o tres meses yo le decía: ‘Y Gaby, ¿cuándo vas a estar más tiempo en casa?’”. Y a partir de entonces estuvieron más unidas que nunca hasta el fallecimiento de la madre, sostén de la deportista jugara en la cancha que jugara, en los últimos días de abril de 2021.
“Creo que tuve un don, que fue jugar bien al tenis, y lo aproveché de la mejor manera que pude”, dijo Gabriela Sabatini, y con una enorme franqueza, aclaraba a la revista El Gráfico, en una de las tantas notas que ella respondía aunque sólo quería que la dejaran pegarle a la pelotita como en las tardes de frontón de Belgrano, “Obviamente me hice famosa por haber sido una buena tenista, pero lo más importante, a pesar de eso, sigue siendo la persona. Por eso no tengo dudas: me gustaría que me recordaran como una gran mujer”. La Dama del Tenis Argentino sirve para Campeona de la Vida.
Fecha de Publicación: 16/05/2021
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