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Errar es humano

Qué hubiera sido de La mano de Dios con el VAR?

Rusia 2018 es el primer mundial de la historia en el que hay VAR (por si alguno todavía se pregunta, como yo hasta hace 40 segundos, de dónde sale el nombre, es por la sigla en inglés Video Assistant Referee) y se abre una discusión filosófica hermosa: ¿No son los errores potenciales del árbitro algo propio del fútbol?

El fútbol, como cualquier deporte e incluso quizás un poco más que otros, es una actividad humana y que como tal incluye la posibilidad de equivocarse. No es matemática, no es física, es un juego. Nosotros, como argentinos, quizás lo entendamos un poco más que en otras latitudes; sólo pensemos que nuestro juego de cartas, el truco, no sólo permite el engaño sino que de alguna manera el verdadero juego es ese: al margen de las cartas que tengamos, el secreto radica en qué le hacemos creer al contrincante que tenemos.

Un botón sirve como muestra: uno de los goles más famosos de la historia de los mundiales es “La mano de Dios”. ¿Qué habría pasado si hubiera habido VAR en 1986? Algunos podrán decir que ese gol no debería haber sido válido, que la mano está penada y que era tiro libre indirecto para Inglaterra. OK. Es una manera de verlo. Pero la habilidad de hacer algo penado SIN que lo vea ni el árbitro ni el línea, ¿No es parte del juego? ¿No forma parte de la habilidad de un jugador? Es decir, de ninguna manera estoy diciendo que el fútbol debería fundamentarse en el hecho de engañar al árbitro, pero ¿No hay algo respetable en encontrar esos grises en el desarrollo de un partido, a mil quinientas revoluciones por minuto?

Yo creo, si me preguntan, que el VAR no debería existir. El reglamento implica que las decisiones las toma un ser humano apoyándose en su vista, su cerebro y su capacidad de discernir, en una fracción de segundo, qué es lo que pasó. La tecnología debería sacar sus garras de nuestra pasión. Al menos, así lo veo yo.

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