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Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 30 De Mayo
Eric es un joven entrerriano que vivió su adolescencia en las canchas de básquet de su provincia natal. Con sus casi dos metros de altura, le iba tan bien jugando al básquet que estaba a punto de irse al exterior fichado por un cazatalentos. Se desempeñaba como alero y era una de las grandes promesas de la ciudad. Pero todo desembocó en una peripecia que cambiaría su vida, aunque igual lo impulsaría camino al éxito.
En plena adolescencia, soñaba con triunfar practicando la disciplina que lo tiene, hasta el día de hoy, enamorado. Él comenzó jugando en el club Ferrocarril de Concordia y pasó a Estudiantes cuando empezó a destacarse hasta llegar a las selecciones entrerrianas. Un año antes del accidente, había hecho un intercambio escolar por unos meses en Oklahoma City, donde lo ofrecieron una beca. Todo indicaba que su carrera deportiva iba a ser un éxito.
Eric se encontraba en la cresta de la ola de su carrera deportiva cuando se fracturó la columna y se lesionó la médula. Tenía 17 años cuando sufrió el accidente automovilístico que le cambió toda su vida, pero no sus pasiones. Fue en 2009: “Íbamos a un evento de mi colegio secundario cuando un ternero se nos cruzó y chocamos”, cuenta Eric. Apenas pudieron incorporarse, su amigo lo ayudó a salir del auto y lo llevaron primero al Hospital Masvernat de Concordia y luego al Hospital Británico, en Buenos Aires. De ese episodio recuerda: “En los intervalos de lucidez que tuve en la ambulancia solo preguntaba cuándo podría volver a entrenar, pero nadie me decía nada. Ni ahí ni en Buenos Aires. Imaginate que yo vivía por y para el básquet. Era lo más importante de mi vida. A mí me dolió más dejar de jugar que dejar de caminar”.
En un momento se lo confesaron: su capacidad de caminar se había visto afectada por la lesión en la médula. Volver a caminar no era una posibilidad, mucho menos jugar al básquet. Eric recuerda que fue uno de los momentos más duros de su vida: “Yo terminé en el Fleni de Escobar para la recuperación y recuerdo que el centro tenía una cancha de básquet. Al mes y medio, cuando ya pude levantarme con andador, fui hasta abajo del tablero y me quedé ahí, mirando hacia arriba, hacia el aro. Ahí me di cuenta de que ya no volvería a volcarla. Y fue cuando me terminé de partir por dentro".
Ya pasaron más de 10 años de aquel accidente, luego de miles de procesos y otros desafíos que la vida le fue presentando, Eric es otro. Se recibió de médico y actualmente es residente, hace más de 4 años, del Hospital Ramos Mejía. En algunos tiempos libres se dedica al modelaje, profesión que lo hizo participar en festivales de Milán y Roma. Además, volvió a jugar al básquet, pero en silla de ruedas. Nunca se separó de esta disciplina que lo enamoró desde el primer momento.
Pero volver a entrenar no fue fácil. Sobre el proceso, el entrerriano recuerda: “Estaba en tercer año de medicina cuando fui a una fiesta del gimnasio de crossfit al que asistía. Ahí conocí al hijo del dueño de CILSA Santa Fe, que me sacó enseguida la ficha. ‘Vos jugabas al básquet, ¿no?,’ me dijo. Y enseguida me tiró: ‘Sé que me vas a decir que no, al principio, pero ¿no querés probar jugar en silla de ruedas’? Le dije que sí y así arranque”.
Como describe él mismo, “fue aprender a jugar al básquet nuevamente”. A los pocos partidos, Eric se convirtió en una estrella del básquet adaptado. Es que contaba con la ventaja de haber jugado desde antes del accidente, a diferencia de sus compañeros. El joven la rompió ante CILSA Santa Fe y el DT de ese equipo, que era también el de la Selección, lo citó. Sin embargo, nunca tuvo continuidad porque decidió enfocarse en su profesión como modelo. Cuenta que ya no toma al básquet como prioridad y que, más allá de jugar torneos o no, lo importante fue regresar a la cancha. Sobre todo por los aprendizajes paralelos que se dan practicando un deporte como ese. Sobre todo, por comprobar y practicar su fuerza de resiliencia.
Sobre su proceso de recuperación reflexiona: “Una cosa cuando estás en el Fleni, con todo preparado, y otra cuando salís a la calle, a una sociedad que no está preparada para vos. Desde lo edilicio hasta lo que se te ocurra. Te encontrás rivales, como en la cancha, y tratás de superarlos”.
Además, reconoce que hay cosas que lo ayudaron a salir adelante: “Creo que la formación me ayudó mucho y el ser deportista, claro. Primero porque me salvó en el accidente, por mi capacidad física (2,03 m y 103 kilos) y el entrenamiento que tenía en aquella época. Lo dijeron los médicos: ‘este tipo de lesiones de columna la vemos en las autopsias…’. Y luego por la actitud de un atleta. Nunca fui de los que se quedan, siempre fui a más”.
La historia de Eric es un ejemplo de resiliencia y fuerza de vida. Su capacidad de reinventarse y volver a darle una oportunidad a la vida es admirable. Aplausos para este deportista excepcional y profesional sorprendente.
Fecha de Publicación: 29/06/2021
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