El gordo ventilador

Ya es casi indiscutible (porque las cosas incomprobables son indiscutibles, o se pueden discutir de manera infinita, lo que para el caso es lo mismo), que la hinchada de San Lorenzo, a pesar de no tener barrio y vivir anhelando su regreso a Av. La Plata, es la más creativa del fútbol argentino, por lo menos en lo que respecta a las letras de sus canciones. Muchos cánticos que luego se popularizaron al nivel de que todas las hinchadas tienen su versión, nacieron de la cabeza de alguno de los integrantes de la popular local del Bajo Flores. Pero el summum del color del Pedro Bidegain, a mi manera, modesta, de entenderlo, se lo aporta Mariano Jordan, más conocido como “El gordo ventilador”.

Lo que pocos saben es que Mariano tuvo (¿o tiene?) el mismo problema de crecimiento que Messi: enanismo hipofisario. Y lo solucionó de la misma manera que el crack del Barcelona, con un cóctel de inyecciones, día por medio o todos los días, según la edad, durante 16 años. Además de ayudarlo a crecer (de hecho, como empezó antes el tratamiento, Mariano mide 5 centímetros más que la “Pulga”), tanta hormona genera un síntoma que no es tan conocido: quienes la reciben tienen una enorme resistencia al frío. Lo que es bueno si uno quiere ponerse en cuero en invierno. Y Mariano necesita sacarse la remera para transformarse en El gordo ventilador.

¿Y por qué su popularidad? Es difícil de explicar, yo diría que tiene ese “no sé qué” que lo hace entrañable, tanto para los hinchas del cuervo como para los de los otros clubes (aún sus históricos contrincantes, como Huracán de Parque Patricios). La coreo de Mariano consiste en estar de pie sobre los asientos de la tribuna, con su torso al viento mientras hace girar una  camiseta de manera dramática (el giro de la remera es, por supuesto o casualmente, como si fueran las astas de un ventilador). Acompaña su destreza física cantando a viva voz las canciones más populares de San Lorenzo con una energía y amor envidiables para cualquier artista. La tribuna se le suma enseguida (los más cercanos, se alejan un poco para evitar ser alcanzado por el vuelo de su camiseta y preservar la sanidad de sus ojos), contagiados de su entusiasmo. Pero entre miles de personas, él se puede distinguir. Son pocos los que pueden expresar tan claramente la pasión por los colores con todo el cuerpo, literalmente. En varios videos subidos a internet se lo puede ver dando todo de sí para que “no decaiga” la hinchada.

Más de una vez, entrevistaron a Mariano los móviles de algún programa deportivo en la puerta de la cancha, a la espera del partido. Y siempre le piden que haga su magia. Y él no defrauda, por supuesto. No solo imita los movimientos que luego lucirá dentro del estadio, si no que improvisa canciones que, en varias ocasiones, luego son usadas por la hinchada para alentar. Por supuesto, se gana siempre un aplauso y abrazos espontáneos de la gente a su alrededor que, sin conocerlo, quieren tenerlo cerca.  

Desde acá quiero mandarle mi homenaje a este superhéroe de las pampas, porque según él cuenta, la transformación se dio un día en el que sus compañeros de platea estaban un poco apáticos y él quería contagiarles entusiasmo para que alentaran al equipo. En los tiempos que corren, alguien que tiene como objetivo entusiasmar al de al lado, sea cual sea el objetivo perseguido, merece respeto. Y, de ser posible, compañía. Las cosas serían un poco diferentes si todos fuéramos, aunque sea un poco, más parecidos al Gordo ventilador.