Crease o no: El PSG pagó una fortuna para que Messi debute este sábado contra Racing

Si la operación comercial la hubiese hecho un intermediario de la poblada zona de Munro, no hubiese sorprendido un aviso clasificado en el suplemento zonal del vecindario con el siguiente anuncio: “Vendo freezer usado, una joyita, muy poco uso, congela muy bien y los fines de semana vas a tener el almendrado o la cassatta a temperatura ideal, nunca te va a dejar de garpe hermano, ofertón pandémico, ideal para actividad local, no apropiado para eventos internacionales, el mundo se muere por tenerlo, pero por unos manguitos lo tenés apenas respondas este aviso”. Naturalmente la infraestructura del jugador que dejó inundada la sala del Auditórium del Barsa con lágrimas de telgopor el último domingo, no necesitó de un clasificado porque los multimillonarios jeques que manejan el PSG hace bastante que querían sumar al argento-español en su plantilla deportiva. Finalmente este último martes, el mediocampista que jamás ganó un mundial con Argentina en los últimos veinte años puso su firma en un contrato por dos temporadas, sabiendo que de arranque y sin jugar unos minutos ni un papi-fútbol embolsó 140 millones de euros por dos años de lucir la camiseta azul, roja y blanca del equipo parisino.

Los fanáticos del Barsa, que hasta el lunes soñaban con un milagro, no salen del brutal y estruendoso asombro, al comprobar que ese ejecutivo con peinado de nuevo milenio y sin señales de la abúlica barba de sus últimas derrotas, ya no llora más, sonríe bastante mejor que todas las publicidades mundiales de dentífrico juntas y si alguien le pregunta dónde queda el Barcelona, lo confunda con un club del barrio de Mataderos. Los hinchas del equipo culé están que trinan contra la dirigencia española, porque teniendo la voluntad del jugador de quedarse en el equipo catalán, no hicieron los deberes y solo buscaron con ese conflicto iniciar una purificación financiera de un equipo que deba lástima en las últimas apariciones en el Camp Nou.

Horas antes, cuando la dirigencia española del gran equipo barcelonés se enteró del lugar y horario donde el argentino firmaría un acuerdo para jugar dos años en tierra francesa, inmediatamente llamó a la gente de logística para que con las grúas y otros elementos sacaran lo más rápidamente posible cualquier afiche, estructura visual o gigantografías que recuerden que el volante rosarino alguna vez estuvo en aquél conjunto catalán. Varios hinchas decepcionados con la novedad, unos mocasines que no se avivaron que el dinero rige los destinos de la pelota, comenzaron a romper los postres del jugador pegados en varios lugares de la capital vasca, insultándolo en lenguajes que solo algunas poblaciones alienígenas comprenden con exactitud a pesar de los modismos.

La semana pasada, cuando el Barcelona anunció que el jugador no seguiría en su plantel, lo que provocó un shock en el mundo deportivo y dejó cola para arriba a la hinchada del equipo catalán, ya estaba claro que el asunto financiero no había podido resolverse y casi de inmediato Messi y su padre agarraron el celular para decirle a los dirigentes del equipo francés que fueran preparando la fiesta de bienvenida. Reunido con sus íntimos amigos en un departamento europeo, casualmente todos militando en el club parisino, la señal de un pase anticipado se vivió como fatal presagio para una dirigencia española que no pudo o no quiso accionar sus recursos para que el jugador argentino siguiese en el Barsa, tal vez pensando que el dinero invertido en una renovación podía terminar en un pozo ciego si los resultados no acompañaban al plantel que dirige hoy Ronald Koemman. Enterado de la noticia, casi como el marido que descubre la infidelidad de su esposa cuando todo el barrio lo mira muerto de risa regresando a casa, la desazón de Sergio “Kun” Agüero fue tal que en su primer entrenamiento con el Barcelona, se lesionó por los nervios y tendrá casi seguro una recuperación cercana a los tres meses para pisar el Camp Nou, y así debutar en un club al que pasó solo para estar jugado con un amigo que se marchó sin avisarle nada de su no tan inesperada mudanza.

Si el argentino quería hacer una despampanante exhibición de ego y autoestima mundial, la bienvenida al club francés le confirió a ese deseo la escenografía más descontrolada de multitudes aclamándolo, disturbios en las afueras del estadio parisino y varios millones de personas siguiendo las andanzas del mediocampista para convertirse en la incorporación más deseada del París Saint Germain, a pesar de tener en sus filas a valiosos jugadores como el brasileño Neymar o el delantero local Mbappé. Asomando por el balcón del hotel 7 estrellas donde se alojó con su familia, mostrándose en una estructura tubular fuera del court parisino y apareciendo por cuanta ventana tuviese cerca, advirtió que los franceses ahora tienen la excusa para olvidarse de la pandemia y ver si el PSG de una buena vez se anima a ganar la “Champions League”, después de patéticas eliminaciones en semifinales de anteriores competencias por este trofeo tan codiciado. “Quiero volver a ganar otra vez la Champions y creo que caí en el lugar ideal, mis objetivos coinciden con la totalidad de los que ahora compartirán este equipo conmigo, me parece que es un buen comienzo”, tal la apreciación del volante rosarino, buscando sintonizar con los deseos de la gran familia árabe que puso a la venta varios barriles de petróleo extra para así cubrirse del duro gasto que fue conseguir el pase de Messi a un club donde el Fair Play Financiero probablemente sea el nombre de una comida con ostras, salmón rosado y mucho caviar en champagne.

Contrariamente a todo lo que se pensaba, el París Saint Germain no descartará a ningún jugador extranjero o local que se suponía marchándose a otra institución por la llegada de Messi, una maniobra donde el equipo que dirige Mauricio Pochettino podrá hacer uso de una plantilla de estrellas sencillamente espectacular, más allá que el andamiaje deberá en las próximas semanas ajustarse para que no sea solo un rejunte de nombres famosos en el campo de juego pasándose la pelota. La economía francesa, tal como era de suponer, en las últimas horas se hizo eco de la estruendosa situación deportiva y la mayoría del parque accionario tendió a la suba, mostrando que este impulso con marketing aceitado es justo lo que necesitaba la realidad financiera del país galo.

La decisión de no solicitarle a los directivos para jugar la camiseta número diez, que viene usando su amigo Neymar, fue un gesto de pacificación y también un guiño a su esposa, pues Messi se casó con su pareja un día 30 y ahora ese será el número que portará en el club francés. Al conocerse la decisión del mediocampista rosarino, obviamente la infraestructura comercial del club comenzó a fabricar como máquina de chorizos la tan mentada blusa azul, roja y blanca con el número 30 y el apellido del ex–volante del equipo catalán. En España, mientras tanto, el asombro de los fans del Barcelona por la partida del argentino dirigiéndose casi en un misil al club parisino, ha provocado reacciones de repudio, como la quema de la histórica camiseta del volante culé a manos de varios simpatizantes, que consideran que la partida del rosarino al club francés es cuanto menos una criminal traición al equipo que lo formó este milenio.

En Argentina, la novedad del acuerdo entre el mediocampista nacido en Santa Fe y toda la cúpula directiva del equipo parisino es una bendición para los medios de comunicación, los cuales han olvidado la pandemia, la cantidad de muertos por día y hasta que vacunas se están aplicando en cada parte del país. Ocupando casi un 60 por ciento de la habitual estructura noticiosa en los panoramas informativos, sin olvidar que otros ciclos ante esta novedad lo incluyeron como tema del día, la televisión local ahora se convirtió en una especia de “Messi TV”, porque desde la apertura de programación hasta el cierre de la misma todo está vinculado al jugador argentino, una tv donde el cambio de equipo de la estrella argentina aparece en noticieros o “El club de las divorciadas”, faltándole aparecer nada más que con los pastores brasileños en la trasnoche porteña, y así transmitir la gran bendición mediática con el cáliz de oro y el manto sagrado de los parlanchines cariocas a esa hora de la madrugada.

En algunas fábricas de la estructura textil la carrera contrarreloj es decididamente brutal, pues se producen en estas muy afiebradas horas a destajo miles y miles de camisetas no oficiales del PSG con el número 30 en la espalda y el apellido del jugador, objeto que será comprado por los adultos, pero también para una gran cantidad de chicos que celebrarán entusiastas el anteriormente llamado “Día del Niño” o el actual y políticamente correcto “Día de la Niñez”, portando la camiseta del nuevo equipo francés en donde ha recalado millonario volante nacido en Rosario. ¿A dónde irán a parar ahora las miles y miles de camisetas del Barcelona que deambularon en los últimos veinte años por las distintas calles de Argentina? Buena pregunta para Sherlock Holmes o aquél que sepa si esta telenovela francesa tendrá final feliz, mientras millones de seguidores ahora se preguntan que canal pasará el partido que este sábado disputará el PSG frente al club Racing de Estrasburgo, rival que ya fue colocando el micro de la delegación delante de su arco, para evitar que el arranque del argentino convierta a la valla en un queso gruyere.

Imágenes: PSG // Twitter Sergio Kun Aguero