Suena curioso, pero ni siquiera el pasaje a la final de la Copa Argentina logró aplacar los ánimos de una semana para Boca que estuvo caldeada por muchas situaciones. La derrota frente a Gimnasia y Esgrima La Plata el domingo como local por 1 a 0, con un penal que convirtió la “Pulga” Rodríguez, no fue la mejor previa anímica para desarrollar el partido decisivo camino a la final de este torneo nacional, mucho menos cuando el vicepresidente Juan Román Riquelme hizo bajar a los jugadores del micro para pegarles un duro sermón que se escuchó al sudoeste de Tokio, sin necesidad de Internet o transmisión satelital, una situación que los espantados jugadores Xeneizes negaron para bajar los decibeles entre el plantel y la gloriosa estrella del club devenida en dirigente.
Este miércoles Boca Juniors dio un paso decisivo para participar en la Libertadores 2022, después de vencer por la mínima diferencia a un empinado Argentinos Juniors que buscó el empate de muchas maneras, pero sin la suerte necesaria y la notable tarea de Rossi, que a diferencia del último fin de semana mostró una seguridad que había sido cuestionada. El cheque por los tres millones novecientos cincuenta mil pesos, que los jugadores mostraron después de finalizado el partido, también simboliza mucho. Si Boca no consigue ganar la final de la Copa Argentina ante Talleres de Córdoba o Godoy Cruz de Mendoza, quedará afuera del acceso directo al gran torneo intercontinental, quedando forzado a por lo menos ubicarse segundo en el actual campeonato local, una competición en la que varias derrotas lo marginaron no solo del título sino de estar cerca de la cima.
Para la entidad Xeneize quedar afuera de la Libertadores 2022 puede ser una catástrofe de dimensiones incalculables, no por la imposibilidad de conseguir ese trofeo que se le viene negando en la última década, sino porque los ingresos en dólares que aporta la Conmebol a los equipos participantes es vital para sostener las finanzas de los clubes. Ese es el punto en cuestión, por ende no participar de esa competencia obligaría a la famosa institución de la Ribera a tener que ajustar sus números para no colapsar en lo financiero. Después de la escandalosa derrota en la Bombonera frente al lobo platense. Sebastián Battaglia tuvo que poner la cabeza del equipo en una piscina repleta de hielo, buscando que la tranquilidad a todas luces alteradas por el episodio del micro no resquebrajase todavía más las fisuras de un equipo que no logra consolidar un estilo adentro de las canchas.
Argentinos Juniors sabía que enfrentaría a un equipo con chapa futbolística, pero que hoy padece la crisis estructural más importante de los últimos cinco años, situación que todos los jugadores de la Paternal intentaron explotar dentro del court de juego en Mendoza, un partido donde los “bichos colorados” tuvieron un porcentaje mayor de posesión del balón, pero que no alcanzó para traducirlo en la valla contraria, esta vez bien custodiada por el arquero Rossi, que mostró su experiencia en los momentos más complicados del partido, que no fueron pocos. Después de un primer tiempo ríspido, con quince minutos de severo estudio del rival y pasajes de roces previsibles, los equipos se fueron al vestuario con una sensación contrastante. Boca muy preocupado por como le llegaban a su área, mientras en el otro camarín los de Argentinos Jrs sabían que ajustando ciertos detalles, estaba todo en condiciones para conseguir un importante resultado.