¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Lunes 27 De Marzo
Cuando el 9 de noviembre de 1909, el nuevo bebé de la familia Lo Valvo llegaba al mundo, los vecinos de Arrecifes no sabían que estaban recibiendo al “Padre del mito”. Exactamente treinta años más tarde, Ángel, que ya era un joven talentoso, se iba a consagrar como el primer campeón de Turismo Carretera de la historia argentina. Y ese título haría que sus vecinos se entusiasmen con los fierros: de las calles de Arrecifes (en nuestros días la ciudad es conocida como “La cuna de campeones”) saldrían, entre otros, José Froilán González, los Di Palma, Carlos Marincovich, Néstor García Veiga, Norberto Fontana y Agustín Canapino.
Además de ese récord, el gran Ángel Lo Valvo (que corría sus primeras carreras con el seudónimo de Hipómenes, dios griego de las carreras), dos años antes, en 1937, fue el primer corredor en ganar una competencia oficial: la primera carrera del Campeonato Argentino de Velocidad (organizado por el Automóvil Club Argentino).
El origen del seudónimo es, por un lado, gracioso, y por el otro, no tanto. Antes de transformarse en el mito deportivo que es hoy, parece que a Don Lo Valvo le gustaban bastante los juegos de azar. Como la mayoría de los amantes de la timba, eran más las veces que perdía que las que ganaba. Conclusión: muchos acreedores de los que escapar. Cuando, moviendo cielo y tierra, consiguió la plata para poder correr, no quería anotarse con su nombre verdadero para que no le vinieran a cobrar. Con el tiempo se supo quién estaba detrás del seudónimo, que seguiría usando durante un tiempo más.
Estamos en el año 1937. El Automóvil Club Argentino organiza, por primera vez, un evento de velocidad. La convocatoria es amplia: cualquiera que desee participar es bienvenido. Lo Valvo se anota con un Ford V8. Gana. De inmediato se da cuenta de que acaba de quedar en la historia del automovilismo de nuestro país al ser el más rápido en la primera competencia de turismos de la historia argentina.
En 1938 corre el “Gran Premio del Sur Argentino”. Tiene problemas mecánicos y se ve obligado a abandonar. Dicen los que lo conocieron que se desmotiva un poco, casi podría hablarse de depresión. Hasta que en 1939 va a pasar otra cosa que le va a cambiar la vida una vez más: el Campeonato Argentino de Velocidad se transforma en el Turismo Carretera. Esta vez, la convocatoria no es abierta: los organizadores son los que definen quiénes compiten, que eligen, entre otros, a Juan Manuel Fangio, Oscar Gálvez y Eusebio Marcilla.
También lo van a buscar a Lo Valvo, que acepta de inmediato y recibe el golpe de entusiasmo que necesitaba para salir de la depresión. Pone a punto el Ford V8 y decide sacarse el sobrenombre: Hipómenes es parte del pasado, ahora va a correr con su nombre propio. Sale campeón, es el primero de la historia del Turismo Carretera. A la vez, y esta es la parte agridulce, será el último título que consiga en su vida.
Hay otra anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Lo Valvo era consciente de la importancia de quedar en la historia y quería hacerlo a toda costa. Por eso, en 1946, cuando se interrumpen las carreras por la Segunda Guerra Mundial, no quiso quedarse de brazos cruzados y se inventó un desafío: junto a Ángel Pascuali se propusieron batir el récord de 100 horas ininterrumpidas de conducción de un auto. Prepararon (mínimamente) un MG y, alternándose (cuando uno manejaba el otro dormía), recorrieron 8511 km a un promedio de 85,119 km/h. Tardaron cuatro días y cuatro horas. Lucharon contra el sueño, contra las inclemencias del tiempo y contra el reloj. Pero lo lograron.
En 1953, tras años de buscar que se repita el logro del 39, se retira del automovilismo profesional. Finalmente, en 1978, fallece en su amada ciudad. Además de su legado y de haber inaugurado la larguísima lista de pilotos de Arrecifes, deja otra herencia: su sobrina, María Cayetana Lo Valvo se casaría con un tal Luis Rubén Di Palma. Les suena, ¿no? Lo que se dice, una familia de fierreros en una ciudad de fierreros. Esté donde esté, ¡feliz cumpleaños, don Ángel!
Ilustración Ford 1937, V8, el primer ganador de una competencia de TC nacional. Gentileza de Daniel Sonzini (Instagram)
Fecha de Publicación: 09/11/2019
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