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Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 09 De Febrero
Alguna vez, la Argentina fue algo así como la tierra prometida para aquellos que escapaban de situaciones apremiantes en sus países de origen. En los barcos llegaron nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, provenientes de los lugares más diversos. Aquí hicieron su hogar, formaron su familia, le pusieron trabajo y amor a una tierra que no era suya, pero terminaron por adoptar. En el proceso, la transformaron. ¿Qué sería de nuestra identidad sin el aporte de los inmigrantes?
Entre los muchos componentes que tiene la cultura de un pueblo, el lenguaje es, sin dudas, uno de los más importantes. Y lo más maravilloso es que está en movimiento constante: no es estático, permanentemente surgen nuevos términos que tienen que ver con préstamos de otras lenguas, neologismos de las nuevas generaciones o tecnicismos que se vuelven de uso común. Dialectos, cronolectos, tecnolectos, entonces, son algunas de las formas en las que el idioma se transforma constantemente.
En Argentina, más específicamente en Buenos Aires, el lunfardo es parte de nuestra habla cotidiana desde hace varias décadas. Según la Academia Porteña del Lunfardo, existen aproximadamente 6000 términos y se agregan alrededor de 70 cada año. Todos los usamos, sin siquiera darnos cuenta, porque son parte de nuestro lenguaje diario. Palabras como pibe, macana, chamuyo, laburo, mina, guita, trucho, chabón o gil son algunos ejemplos de términos que están absolutamente insertos en nuestra habla.
Como decíamos, el origen del lunfardo está en las corrientes inmigratorias que llegaron a Buenos Aires a finales del siglo XIX y principios del XX. Y, por más que queramos verle el lado poético al asunto, lo cierto es que surgió como una necesidad de supervivencia: en los conventillos vivían hacinadas personas de distintos orígenes que necesitaban comunicarse. De esa mezcla de lenguas diversas, nació el lunfardo.
Al parecer, el término lunfardo tiene origen en el gentilicio lombardo, que en algún momento fue sinónimo de ladrón, dado que los originarios de Lombardía habían sido usureros y prestamistas siglos atrás. Pero el lunfardo no tenía que ver solo con la vida marginal: poco a poco su uso se fue extendiendo a otros sectores de la sociedad.
Cuando su uso es recurrente y persiste en el tiempo, los vocablos provenientes del lunfardo son, incluso, incorporados por el Diccionario de la Real Academia Española. Pibe, macana y banquina son algunas de las palabras que ya han sido reconocidas por la institución encargada de regular el idioma español.
Para que veas en ejemplos concretos la magnitud de la preponderancia del lunfardo en nuestras vidas, te acercamos algunos términos definidos por Oscar Conde en su Diccionario etimológico del lunfardo.
Fuente: Ministerio de Cultura Argentina
Fecha de Publicación: 19/03/2021
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