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Los apodos

Los cordobeses padecemos una enfermedad: la enfermedad de los apodos. Por eso inventamos mil todo el tiempo. Acá te los contamos.

Si nos ponemos a hacer una lista de los apodos que creamos los cordobeses, no terminamos más. Acá hicimos una selección de algunas formas de llamarnos entre nosotros. Solo son algunas, porque esta enfermedad que algunos conocen como “apodología” es intensa.

1. Penca

El o la penca es la persona que se te abrocha todo el día. Dícese del pesado, del abrojo o del “paleta” en idioma porteño. “Se me pencó todo el día el negro, toy indignau, si é má pesau”. Recordemos que todo lo que termine con -ado, para el cordobés, es au. Así decimos: asau (asado), pencau (pencado), indignau (indignado).

2. Boló

Boló es boludo, pero en idioma cordobés. Al igual que en Buenos Aires, lo podemos usar como un insulto o simplemente como una forma de llamarnos.

“Eh, boló, ¿qué hacei boló?, ¿to ien boló?” Esa sería la traducción cordobesa de un saludo porteño, por ejemplo.

3. Guaso o guasa

Guaso o guasa son los sinónimos de mina o pibe. Sin embargo, otra acepción de este término tiene que ver con las guarangadas. Si alguien dice un chiste desubicado, o exagera mucho con algo, o dice muchas malas palabras, también es un guaso. Pero en otro sentido.

 4. Nero o nera

Nero o nera, es el negro o la negra. Lo usamos así porque pinta más, le da más onda. Este apodo no tiene nada que ver con los niveles de melanina. Es simplemente una forma de llamarnos entre nosotros.

5. Cara e poio

“Eeeh, cara e poio”, es una forma cariñosa de dirigirnos la palabra. Implica un nivel de confianza y cariño más o menos alto. O, por lo menos, de familiaridad.

Siempre, es importante la prosodia, la tonadita, la forma en la que se dicen estos términos. Ya que, según el contexto y el sentido que el hablante le dé, podés estar en apuros o frente a una muestra de cariño. Además, los cordobeses somos así, medios ambiguos. Una cosa es el culiado que casi te choca con el auto. Otra cosa es el culiado amigo de la secundaria que no ves hace mil años. La forma en la que te vas a dirigir es distinta. Y la palabra va a ser la misma. ¿Mentendé?

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