Quizás, fue la Mole Moli quien terminó de mostrarle al país entero que los cordobeses usan la palabra “culiao”, casi, permanentemente. Sin embargo, es sabido que los habitantes de esa provincia lo tienen incorporado desde mucho tiempo antes. Y a nosotros, los mendocinos, nos pone un poco celosos. Es que, casi como si fuera algo positivo, también nos gustaría que se reconozca a nivel nacional que esa palabra forma parte de nuestro léxico.
Cuando sos chico, escuchás a los adolescentes y a los adultos mencionar esa palabra. Y te parece un insulto. Alguna vez me planteé, de niño, que nunca la iba a incorporar a mi vocabulario. Sonaba feo. Lo cierto es que, no bien entrado en la adolescencia, se te pega. Se hace inherente. No hay manera de que no la incorpores. Es que no existe mendocino que no haya dicho la palabra “culiao”, al menos, una vez en su vida. En niños, adolescentes, adultos, abuelos, mujeres, hombres y en cualquier otro tipo de casos. El término está entre nuestras palabras más comunes.
¿Qué significa?
Para no entrar en imágenes desagradables ni en connotaciones pornográficas, el significado literal de la palabra lo vamos a dar por entendido. Pero, en Mendoza, se aplica en diferentes ocasiones, de carácter positivo y negativo. Por un lado, podemos darle aliento a alguien y decirle: “Dale, culiao, una vuelta más y terminás la carrera”. O para lamentarnos de una mala noticia: “Uh, culiao, no te puedo creer”. O para admirarnos por algo que ha hecho alguien: “Qué culiao, mirá el golazo que hizo”. O bien, para agredir verbalmente a alguien: “¿Qué te pasa, culiao?, ¿te la aguantás?”.
Pero también se usa como muletilla: “Bueno, culiao, no tengo más plata, ¿qué querés que te diga?”, o “¿viste, culiao, lo que le pasó al Tomy?, o “a ver, culiao, ¿quién te hizo eso?”. Decimos que se usa como muletilla porque podemos prescindir perfectamente de esa palabra y el sentido de la frase no se verá alterado.
Argentino, mendocino. Licenciado en Comunicación Social y Locutor. Emisor de mensajes, en cualquiera de sus formas. Poseedor de uno de los grandes privilegios de la vida: trabajar de lo que me apasiona. Lo que me gusta del mensaje escrito es el arte de la imaginación que genera en el lector. Te invito a mis aventuras.