Resulta que los cordobeses tenemos un diccionario muy rico. Modismos, frases, refranes, chistes y más forman parte de nuestra habla cotidiana. Hay algunas palabras que nunca pueden faltar, como el famoso “che, culiá”. Hay otras que solo las conocemos nosotros, como el “vevó”. Sin embargo, hay algunas que conforman casi una fórmula perfecta. Palabras que generan frases sin fin. Que le dan la magia a la tonada cordobesa. Entre esas palabras, el verbo “echar” se convirtió en el pilar del cordobés. ¿Por qué? Te lo vamos a contar en las siguientes cuatro frases:
- Echar moco
“Vamo a echá moco”. Si te invitan a echar moco, es porque quieren que se pudra todo. Yo te aconsejaría que no vayas. Si te mandás un mocazo, podés convertirte en un moquero de por vida. Pero ¿qué quiere decir esto? Que ya nadie va a confiar en vos. Porque echarse un moco es mandarse una. O sea, hacer las cosas mal, generar bardo, hacer quilombo.
- Echar un cloro
“Echar” como verbo fundamental. Tan fundamental que define una necesidad biológica ineludible. Hacer pis. Echarse un cloro, para un cordobés, es ir al baño. ¿La tenías de antes? Es muy novedosa. Y es una frase muy cotidiana.
- Echarse un gallo
Otra necesidad fisiológica, o no tanto. Para un cordobés, echarse un gallo es expulsar flema por la boca. Bastante desagradable. Pero, bue, ¡é lo qui hay!
- Echarse un polvo
Otra necesidad biológica. Para un cordobés echarse un polvo es hacer el amor. Los cordobeses tenemos mil formas más de decirle a este acto. Es que estamos llenos de amor. Sin embargo, la más común es esta forma.
- Echarse una siesta
Ah, la última, pero la más linda. La siesta cordobesa es un lujo que pocos se pueden dar. Sin embargo, no hay momento más lindo que el momento de decir. “Me voy a echar una siesta”. Esta frase es el verdadero “¿quién pudiera?” del cordobés.
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.