Chiva

Si en algo no nos gana nadie a los argentinos es en gestualidad. Tenemos un repertorio de señas que podría desorientar a cualquiera, porque nuestra expresión corporal acompaña gran parte de nuestras palabras. Y, en ocasiones, las reemplaza. Por ejemplo, ¿qué es eso de decirle chiva a la barba y que, además, el gesto sea un signo de provocación?

Todos lo entendemos enseguida, pero nadie sabe por qué se hace. Es simple: si alguien se inventa una barba que no tiene y se la acaricia, te está diciendo “chiva”. Y, con ese gesto, nos está gozando, está regocijándose con nuestro enojo.

¿Por qué alguien se inventaría una barba imaginaria solo para provocar a otro? Peor aún: ¿por qué el otro se siente realmente indignado con la provocación? No lo sabemos. Pero, si te hacen chiva, algo malo están buscando.