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Trata de personas: la esclavitud del siglo XXI

Tema de la semana: la trata de personas.

Mi último recuerdo es estar caminando por una calle oscura, de las que mi familia y mis amigas me decían que tenía que evitar. Venía tranquila porque no había nadie: ni ruidos ni luces ni nada. A veces, es mejor la soledad que la compañía. Es verdad que en la soledad y la oscuridad es donde viven los fantasmas, pero siempre me pareció que los humanos de carne y hueso son más maléficos y más destructivos que los espíritus. No me equivocaba.

La trata de personas es la explotación de hombres, mujeres, niños y niñas forzados a trabajar en contra de su voluntad mediante el uso de la violencia, coerción y engaños. Fuente: Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Me desperté en una habitación no mucho más grande que un baño. Estaba sobre un colchón que se sostenía por cuatro cajones de cerveza, uno en cada ángulo. Alguien había tenido la amabilidad de poner una sábana de abajo, la que cubre el colchón. Lamentablemente, no estaba muy limpia que digamos. El olor era insoportable. Una de las sensaciones más feas que recuerdo fue sentir que el olor ya estaba en mi piel. Me había traspasado.

En todo el mundo, 21 millones de personas son víctimas de trata. Fuente: OIT.

No recuerdo cuántas veces me desperté para volver a dormirme casi en seguida. El sueño era pesado, apabullante, sentía como si un animal inmenso hubiera anidado en mi nuca. Me pesaba tanto que no me podía levantar. Cuando lograba incorporarme un poco, en seguida me mareaba. La tercera o cuarta vez tuve ganas de vomitar. Cuando me incorporé sobre el codo, me di cuenta de que habían dejado un balde al lado de la cama. Una manera bastante horrible pero a la vez bastante indiscutible de que me habían dado algo raro.

Hay muchas formas de explotación de personas como la prostitución, los trabajos forzados, la criminalidad, la mendicidad, el servicio doméstico, el matrimonio forzado y el trasplante de órganos, así como también cualquier modo de esclavitud moderna. Fuente: OIT.

Finalmente me desperté. No sabía si era de día o de noche, el cubículo no tenía ventanas. Había una lamparita de 25 watts colgando de un cable, antes no la había visto. Seguro que estaba, porque de otro modo no podría haber encontrado el balde ni saber que el colchón tenía sábanas. Pero yo no la había visto. La amabilidad tenía un límite: no contaba con frazadas. Recuerdo pocos momentos en mi vida en los que haya sentido tanto frío. Las paredes tenían manchas rojas y violetas. Se me cruzaron imágenes siniestras. No faltaba mucho para que me diera cuenta de que todavía no había empezado lo peor.

Del total de las víctimas de la trata de personas, un cuarto ellas son niños, y más de la mitad son mujeres y niñas. Fuente: OIT.

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