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Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 30 De Mayo
Popularmente a lo largo del país es frecuente el chiste sobre la delincuencia y la vinculación con los tucumanos. El pensamiento más superficial diría que es una construcción basada en la realidad sociopolítica de esa provincia. La provincia es la más pequeña, pero una de las de mayor densidad de población, y que representa el poder político más costoso del país. “Tucumanos ladrones” es una frase que se usa en todo el país, de forma hiriente o también para el humor mediocre.
Pero limitarnos a un análisis así vincularía prácticamente a todas las provincias del país que son azotadas por la inseguridad. La etiqueta de tucumanos ladrones probablemente venga de mucho tiempo atrás. Tal vez esta historia tenga origen hace más de 200 años.
Esta es una conclusión a la que se puede llegar a partir de los textos históricos del escritor Luis Horacio Yanicelli. Es la descripción de una época brillante del ejército tucumano que defendía la patria junto a Manuel Belgrano.
El ejército tucumano era reconocido por su audacia y valentía, por la capacidad de interpretación y anticipación que tenían en el campo de batalla. Algunos podrían llamarla “viveza criolla”, pero esta era una viveza de las buenas. En la Batalla del Campo de las Carreras se gestó la historia del robo de los tucumanos al ejército de Pío Tristán, el representante realista. Tomaron armas, uniformes e incluso el vehículo real, que luego sería puesto a disposición de las fuerzas patrias.
El representante de las fuerzas y la provincia era Bernabé Aráoz. La actitud de los tucumanos en combate crecía con el paso del tiempo. Fue esa actitud la que permitió ganar una batalla, a pesar de que nuestro ejército tenía 1000 hombres menos que el ejército realista. Un número considerable para batallas donde peleaban 2000 contra 1000.
Los tucumanos no solo habían saqueado al ejército de Pío Tristán. En combate, los tucumanos robaban balas de cañón, poniendo en riesgo su vida por la idea de libertad. Militares tucumanos se encontraban sonrientes y agazapados recolectando balas que habían sido disparadas, pero aún podían ser utilizadas. Esa vehemencia e indiferencia hacia el peligro de los tucumanos era el orgullo de Manuel Belgrano.
Es probable que muchos simplemente se limiten a insultar o etiquetar a un tucumano. Sin considerar que el origen de esa clasificación viene de una de las batallas más importantes de nuestra historia. Es poco probable, pero la historia tal vez sirva para reformular el pensamiento popular sobre la frase “tucumanos ladrones”. Pocos tucumanos imaginarán que la vinculación al robo puede ser consecuencia de una obra de heroísmo y patriotismo.
Fecha de Publicación: 30/09/2021
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