Ser Argentino. Todo sobre Argentina

¿Para qué ir a Miami si tenemos Crámer y Congreso?

Desde hace unos años, un vecino porteño tiene la costumbre de sentarse a tomar sol en Crámer y Congreso.

Hay algunas cosas que solo suceden en Argentina. Algunos dirán que es porque somos el mejor país del mundo. Lo cierto es que, si hay algo que nunca va a faltar acá, es creatividad, ingenio y –por qué no– un poquito de locura. Nos podemos encontrar con las situaciones más insólitas un día cualquiera en una esquina cualquiera. Pongamos por ejemplo la esquina donde se cruzan las avenidas Crámer y Congreso, justito en el límite de los barrios porteños de Belgrano y Núñez. Allí, desde hace años, cuando comienza el calorcito, un vecino veranea en plena vereda.

Así como se lee: un señor se lleva reposera, mesita y todo lo necesario para pasar una jornada al sol. Protector, gel postsolar y, por supuesto, refrigerios: champagne, pan y fiambres. Para terminar de completar la escena, lleva también un cartel bien peronista, con las fotos de Juan Domingo y de Eva. “Esta es la Miami peronista, estamos mejor que en Miami acá. En Miami te llenás de arena, se cae el avión, te cobran en dólares…”, aclara sobre su costumbre tan peculiar, que ya es un clásico para los vecinos del barrio.

De la vereda a la tele

Todo esto, que para quienes frecuentan Crámer y Congreso es algo habitual, tomó relevancia recientemente, luego de que la peculiar forma de pasar sus horas al sol formara parte del programa Cámaras en Acción, que se emite por Telefé.

Hay que tener huevos para venir a tomar sol acá, papi”, comenta el protagonista de la nota. Allí, el señor –con un bronceado admirable para la época del año– muestra cómo es su rutina y asegura, orgulloso, que ahí está mejor que en ningún otro lado. Sus vecinos los definen como “la estrella del barrio”, y él se mueve como pez en el agua, vistiendo tan solo un traje de baño, como si estuviera en plena Mar del Plata en el mes de enero. Entre bocinazos y algún que otro grito, se acerca a ofrecerles sanguchitos de crudo y queso a motoqueros y colectiveros, porque podrán decir muchas cosas de él, pero no que es angurriento. “A la gente le gusta, aplaude, toca bocina. Es buena onda, es así”, afirma.

La jornada incluye también una ducha rápida, a manguera limpia, en el jardín delantero de una casa a cuyos dueños no conoce. “Acá tenemos para bañarnos también”, comenta. Y asegura que el propietario de la vivienda no le puede decir nada porque, también, le riega las plantas.

Está mal el que quiere

“¿Sabés lo que me dijo uno? Está mal el que quiere”, afirma. Y ese parece ser su lema de vida. ¿Estará un poco loco? Tal vez. Pero también es cierto que la gente que sabe aprovechar las pequeñas cosas de la vida definitivamente es más feliz que el resto. El que no necesita subirse a un avión para tomarse vacaciones. El que camina en patas por la mitad de la Ciudad de Buenos Aires y se clava un champagne en Crámer y Congreso. Entonces, ¿quién está más loco? ¿Será cierto que está mal el que quiere?

Aprendamos de estas pequeñas locuras argentinas que adornan nuestras veredas todos los días.

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