¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónVivir y sufrir entre ellos. Y “Rebelarse para Amar” construyendo un mundo mejor. Esta fue la ruta vital del Padre Pedro Opeka, un sacerdote argentino que es nominado al Premio Nobel de la Paz por Janez Jansa, el primer ministro de Eslovenia -el país natal de sus padres-, y que justificó la nominación por “ayudar a las personas que viven en condiciones de vida espantosas” Es un poco más que eso en Madagascar, donde el 92% de los 25 millones de malgaches subsisten con dos dólares diarios. Y mueren desamparados en condiciones inhumanas, “no existen palabras ni cifras para describir la miseria…la miseria es una prisión, una lepra”, repite Opeka oriundo de San Martín, en el conurbano bonaerense. Hace casi medio siglo que este sacerdote de la Congregación de San Vicente de Paul, ordenado en la Basílica de Luján en 1975, lucha con todas sus fuerzas contra la injusticia, y dando frutos tangibles transforma el mundo, "gracias a la fe, el trabajo y la escuela, al respeto mutuo y la disciplina. En Akamasoa todos trabajan".
En Akamasoa (“Los buenos amigos” en lengua nativa) antes había un basural y miles de personas vivían revolviendo miserias, desperdicios y enfermedades. En la actualidad, gracias a los esfuerzos de sus habitantes liderados por Opeka, existe una barriada con redes de agua, escuelas, bibliotecas, espacios deportivos y museos. Casi 500 mil personas con la dignidad del trabajo consiguieron a las afueras de Antananarivo, capital de la isla africana, transformar una cantera ruin en una comunidad pujante, “aquí había un lugar de exclusión, sufrimiento, violencia y muerte. Después de treinta años, se ha creado un oasis de esperanza en el que los niños han recuperado su dignidad, los jóvenes han regresado a la escuela, los padres han comenzado a trabajar para preparar un futuro para sus hijos”, dijo Opeka durante la visita del Papa Francisco I en septiembre de 2019.
Los otros candidatos al Nobel son la Organización Mundial de la Salud, la activista sueca Greta Thunberg, el opositor ruso Alexander Navalny y el movimiento Black Lives Matter. En diciembre se sabrá si “el albañil de Dios” obtiene un premio que ha distinguido en esa categoría a nuestros compatriotas Carlos Saavedra Lamas (1936) y Adolfo Pérez Esquivel (1980)
“El padre Pedro es peligroso: Desconfíen de él porque, en contacto con él, podrían contraer fácilmente una enfermedad incurable: el Amor por los pequeños, por los pobres y una indignación ante la injusticia que los hará animarse a actuar. Si a veces le parece que grita demasiado fuerte, es que no lo han escuchado antes, con un sentimiento de rebelión en el corazón ante la injusticia”, acota el Padre Andrés María en el postfacio de “Rebelarse por Amor” (Editorial Bonum); y agrega el periodista francés Yann Arthus-Bertrand, “Pedro es un hombre de acción, nunca complaciente, no mide sus palabras, detesta los discursos de los políticos, de los poderosos, de todos aquellos que se creen que saben sin haber vivido jamás la vida cotidiana de los más pobres. Pedro está en guerra, sí, está furioso pero contra el egoísmo, la mala administración, la corrupción y la indiferencia”, cierra sobre quien empezó a misionar en el Sur argentino en la comunidades mapuches, y en 1968 llegó al sur de Madagascar, Vangaindrano. En este pequeño pueblo infestado de desigualdades, junto a otros curas de la misma congregación, construyeron dispensarios para salud, crearon cooperativas de trabajo y se dedicaron a mejorar la educación. Debido a problemas de salud, paludismo y parasitosis, Opeka debió trasladarse a la capital del país, y allí empezaría con Akamasoa sólo si se cumplía la condición mínima, “que seamos honestos, que no robemos, que no nos aprovechemos de los pobres, que nos quedemos con ellos, que suframos con ellos, ¡que lloremos y riamos con ellos”, concluye el sacerdote apoyado por el gobierno francés y ONG´s europeas.
En el encuentro de setiembre del anteaño pasado entre Opeka y Francisco, el sumo pontífice señaló, “cada rincón de estos barrios, cada escuela o dispensario son un canto de esperanza que desmiente y silencia el destino. Digámoslo con fuerza, la pobreza no es un destino ineludible”, concluyó el Papa argentino.
En la última entrevista concedida a un medio argentino, que serargentino.com publicó pocos días antes de conocerse su nueva postulación, el Padre Opeka aseguró que “La duda nunca tuvo mucho éxito en mi vida ni en mi combate. Mi dolor aquí en Madagascar es la inercia y la fatalidad de los responsables políticos que no hacen lo necesario para las familias con numerosos hijos, y no trabajan por el desarrollo de su Pueblo. Sus compatriotas viven abandonados, y sin ningun derecho, algo que debería tener todo ser humano”, sintetizaba el sacerdote, que con su obra educa a 15 mil chicas y chicos, y brinda las herramientas para el desarrollo a diez mil familias.
“Pienso que fue la alegría, la viveza criolla, ser sincero y dar una mano al que tiene necesidad de ayuda”, comentaba para este medio Opeka sobre sus raíces nacionales, “Cuando dejé la Argentina el 20 de agosto 1968 para ir a Madagascar había mucha fraternidad y solidaridad entre los argentinos y, también, espontaneidad en la gente . Luego la vida se fue complicando y muchos de esos valores se fueron diluyendo en una vida mas fácil e individual. Cuando vine a Madagascar esa espontaneidad, la fraternidad, y sobre todo la alegría, fue bien aceptada. Los pequeños que normalmente tienen miedo al blanco, a causa de la alegría que vivía, me han aceptaban rápidamente. El hecho de saber vivir sin prejuicios entres razas diferentes, esto les impactó, y comenzaron hacerme confianza. ¡Y cuando nace la confianza todo es posible!” Y también le hizo la “gamba” (ayuda) su habilidad como talentoso centrodelantero, “el fútbol me ayudó mucho. Jugando con ellos bajo un sol terrible a las dos de la tarde, recibiendo patadas y codazos, como cualquier jugador, jugábamos a armas iguales. Y cuándo metíamos un gol lo festejábamos juntos, abrazándonos y tirándonos unos sobre otros. Ya éramos hermanos de la misma dignidad . Mis primeros amigos los dió el futbol”, recordaba Pedro, quien llegó a entrenarse en las reservas de Independiente y Vélez, dos importartes clubes locales.
Pensando en su querida infancia para un 2021 complejo y oscuro, el Padre Opeka ofrece un rayo de sabiduría y esperanza que se aprende en las calles, no en libros ni seminarios, menos en despachos, “le diría al niño y a la niña que la vida es una lucha. Que todo nos queda por hacer .Nada es eterno y todo cambia ¡Vivimos para sembrar semillas de amor, de esperanza, de fraternidad y de amistad! ¡La vida es bella cuando la vivimos en este estado de espíritu! ¡Todos para uno y uno para todos!”, cierra un argentino esencial. Para leer la entrevista exclusiva completa, seguí con nosotros en serargentino.com con lo mejor de tu país, la Gente.
Fecha de Publicación: 24/02/2021
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