Ser Argentino. Todo sobre Argentina

Nos afanamos hasta a Santa Rosa

Dios, Gardel, el dulce de leche y Santa Rosa. Los argentinos creemos que todo lo inventamos nosotros. Y así vamos por la vida.

Por qué será que casi todo es discutible en nuestra vida como país? En estos días se viene la famosa tormenta de Santa Rosa. Creemos que es súper argenta, pero resulta que nada que ver. También creemos que son supersticiones, pero hay explicaciones.

Vamos por partes, dijo Jack el Destripador.

Santa Rosa era peruana. Una niña hermosa, que, en realidad, se llamaba Isabel. Pero su madre le decía Rosa, por su belleza. Así, en 1597, cuando el Arzobispo de Lima la confirma, adopta el nombre de Rosa. Fue una monja devota. Que entró en la historia de una manera mística. En agosto de 1561, un pirata holandés llamado Joris Van Spilbergen, intentó saquear Lima. Los limeños se resistieron. Según cuenta la leyenda, Rosa se la pasó orando en el convento por su querida ciudad. Entonces, una tormenta feroz se desató sobre el puerto. Y de Van Spilbergen no se supo nunca más.

Acá la fe explica que fue gracias a los rezos de Rosa. Que por ello fue la primera mujer latinoamericana de la historia en ser canonizada. Santa Rosa.

 

Pero la naturaleza lo explica de otra manera. Es la época del fin del invierno y comienzo de la primavera en estas zonas del continente. Son los choques que se producen cuando entran las primeras masas de aire caliente en el frío del invierno. Los meteorólogos, quizá indignados por la explicación religiosa del fenómeno, dicen que ni tan frecuente es.

Mientras, los argentinos tenemos nuestra propia creencia. Santa Rosa es una tormenta local y no falla. Así somos. Creemos lo que se nos canta creer.

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