La viveza criolla no entiende de crisis

Solidaridad ha sido una de las palabras más escuchadas en nuestro país. Esta salió desde el poder político exigiendo colaboración y esfuerzo al sector trabajador para ayudar al sector más pobre. Una de las medidas de este Plan de Solidaridad Social que lanzó el gobierno de Alberto Fernández es la Tarjeta Alimentaria.

Es una tarjeta social que contará con una cifra de dinero y solo podrá ser utilizada para la compra de alimentos. La ciudad elegida para empezar la distribución de la Tarjeta Alimentaria fue Concordia, Entre Ríos. Los lanzamientos, en la mayoría de los casos, representan un orgullo para los pueblos elegidos, pero en este caso no lo es.

Con crisis o no, los argentinos siempre encontramos la forma de aprovecharnos del otro. La conocida “viveza criolla” siempre ha estado ajena a los valores, por lo cual no es extraño que sea utilizada contra argentinos vulnerables. Con el lanzamiento y la distribución de la tarjeta en Concordia, llegaron las primeras denuncias.

La primera idea que tuvieron algunos comercios fue remarcar precios a los productos para la compra con la Tarjeta Alimentaria. La tarjeta está solo destinada a la compra de alimentos y no a la de bebidas alcohólicas: otros establecimientos no limitaban su uso para comida.

Pero la viveza criolla no es exclusiva de los comercios: los beneficiaros se presentaron para adquirir productos que no son alimentos. Otros directamente buscaron cambiarla por dinero como si fuera una tarjeta de débito.

Consecuencias y controles

El primer impacto de los controles terminó con la clausura de algunos comercios en Concordia por el abuso sobre la tarjeta alimentaria. Esta solo fue la presentación y el debut de la tarjeta, pero debe llegar a todo el país. Esto implica que los controles se multiplicarán para garantizar que la Tarjeta Alimentaria sea utilizada con los fines que fue lanzada.