Somos apasionados, extremistas, exagerados y nos movemos por el corazón. Con las emociones siempre a flor de piel, para bien y para mal, no medimos cuando se trata de dar y mucho menos de agradecer. Lo que está pasando en estos días con la Selección es una locura, pero una locura de esas que nos hacen sentir que vale la pena estar vivos.
Millones de personas se movilizaron para festejar la obtención de la Copa del Mundo y para recibir a los campeones, que rebozaban a su vez de una alegría infinita que se leía en sus rostros. Más allá de que las cosas finalmente no salieron según lo planeado (o, mejor dicho, no se planearon lo suficiente), la sensación de éxtasis es igual de fuerte.
No bien terminó el partido, todos los jugadores coincidieron en que lo que más ansiaban era llegar al país para compartir ese logro tan sufrido, tan soñado, tan añorado y tan merecido con todos los argentinos. “Ya vamos para allá para disfrutarla con ustedes”, prometió Leo Messi minutos después de consagrarse, por fin, campeón del mundo con la Selección argentina.
Sin embargo, aunque las pasiones simplemente se sienten y no es posible explicarlas, hay algo detrás de este grupo de hombres —que, en el fondo, no son más que los niños que alguna vez fueron, que soñaban con estar precisamente donde están hoy— que hace que lo que transmiten a su pueblo sea mucho más que la obtención de una victoria deportiva.
Un equipo que nos mostró el camino
“Los problemas van a seguir estando, pero hoy el país es un poquito más feliz”, sintetizó a la perfección Lionel Scaloni en la conferencia de prensa que dio después de la final contra Francia. Y eso es un montón. “Ser un poquito más feliz” es muchísimo, y todos los argentinos estaremos agradecidos por siempre con esos héroes contemporáneos que nos trajeron la gloria a casa.
Pero el equipo que nos representó en Qatar nos dio una lección que va mucho más allá del fútbol y que deberíamos saber apreciar. Nos enseñó que el talento se aplaude y se festeja, pero que con eso solo no alcanza. Sabemos que tenemos al mejor del mundo, pero hicieron falta cinco mundiales —CINCO MUNDIALES— para que finalmente lograra salir campeón.
¿Qué aprendimos de esta Copa del Mundo? Que al talento hay que sumarle constancia, disciplina, resiliencia, trabajo en equipo, liderazgo y un componente emocional y motivacional muy fuerte para sostenerlo. Que los objetivos se logran paso a paso, que de los errores se aprende, que de las derrotas se sale fortalecido si sabemos aprender de ellas.
Más allá de la estrella eclipsante que representa Lionel Messi, el que nos trajo la Copa es un equipo donde pesa más lo colectivo que lo individual. Los jugadores maravillosos sueltos no logran nada, no en este deporte. Hacen falta un foco, una estrategia y una contención que, sin dudas, el cuerpo técnico supo darles, encarnando en la figura de Scaloni la humildad y el trabajo silencioso que traen verdaderos resultados.
Somos campeones del mundo, y no solo eso: somos campeones del mundo porque hicimos las cosas bien, mejor que nadie. La conjunción entre la garra, la habilidad y el trabajo concienzudo son la fórmula del éxito para este y cualquier otro propósito que tengamos. Claro que hay una cuota de suerte, destino y magia que juega su parte, pero sin todo lo anterior lograr el campeonato hubiese sido imposible.
Hay potrero y hay técnica. Hay talento y hay disciplina. Hay espontaneidad y hay preparación. Este equipo lo tuvo todo, y por eso se nos infla el pecho de orgullo, y con razón. Por eso la caravana de los campeones salió a encontrarse con una Ciudad de Buenos Aires donde no entraba un alfiler. Somos los mejores del mundo, esta vez lo podemos decir con todas las verdades de nuestro lado.
Así se hacen las cosas, argentinos y argentinas, ese es el camino para alcanzar esa grandeza que tenemos en nuestro horizonte y a la que tanto nos cuesta llegar. Por eso, cuando pase la emoción y las cosas vuelvan, lentamente, a la normalidad, no nos olvidemos de esto: podemos hacer las cosas bien y llegar muy lejos, tan lejos como queramos llegar.
Mientras tanto, celebremos esta y todas las alegrías que están por venir.
Imágenes: Twitter Selección Argentina
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.