De hechizo y maleficios
Brujas, magia negra, gualichos, amarres, mal de ojo… En pleno siglo XXI, aún hay personas (y muchas) que recurren a estas “terapias alternativas” para lograr sus objetivos. Para algunos son sinsentidos que no tienen ninguna base lógica; para otros, la solución a todos sus problemas (sean ellos víctimas o victimarios). Si me preguntan a mí, me acoplo al dicho: “Las brujas no existen, pero que las hay, las hay”.
Pero ¿de qué se trata la magia negra? Es un tipo de hechicería que busca producir efectos negativos en quien esté proyectada. Se trata de una serie de prácticas y conjuros apuntados a hacer daño a la distancia a otra persona.
Algunos hechizos atribuidos a la magia negra son los siguientes:
Mal de ojo
Es, quizás, uno de los más comunes. ¿Quién no conoce a alguien con la capacidad de curar el mal de ojo? ¿A quién no le han dicho alguna vez “estás ojeado”? Este hechizo genera agitación, inquietud y nerviosismo en la persona que está siendo víctima, por la fuerte intención de alguien que le tiene celos o envidia.
Maldiciones
Son rituales a través de los cuales no solo recibe los efectos la persona en contra de la cual se va a realizar el hechizo, sino también todos sus familiares.
Muñecos vudú
Se utilizan para controlar a otra persona con la que se ha tenido algún problema. Generan inestabilidad psicológica y dolencias corporales. La persona que es víctima de este hechizo no tiene noción de qué es lo que le está sucediendo.
Amarres
Se trata de un conjuro a través del cual una persona es “forzada” a enamorarse de otra, quien pasa a dominar, en cierta forma, a la persona embrujada.
Estas prácticas, que parecen de película de fantasía, son más habituales de lo que creemos. Cualquiera de nosotros, si quisiera, podría llegar a una bruja de confianza a partir de la recomendación de algún conocido. Pero quizás sería mejor que nos ocupemos de resolver nuestros propios problemas en vez de andar hechizando a los demás, ¿no les parece?
Las curanderas
Cuando era chica y estaba empachada, mi mamá me llevaba a la curandera del barrio. Una señora que, apenas llegaba, sacaba su centímetro de costurera y comenzaba con sus oraciones, yendo y viniendo con la cinta desde la boca de mi estómago hacia adelante y hacia atrás:
Se utiliza una cinta de tela (no elástica) de unos 2 cm. de ancho y una longitud tres veces la medida del antebrazo del que cura, desde el codo hasta los dedos. [...] El paciente toma un extremo de la cinta y lo coloca sobre el epigástrio o "boca del estómago", el curandero toma el otro extremo, se santigua, y lo pone bajo su codo derecho, estirando este brazo hasta coger la cinta con la mano del mismo brazo. El punto de la cinta donde ha llegado la mano es colocado nuevamente bajo el codo y se repite la acción tres veces en total. A la tercera vez, si no está empachado la mano quedará en el epigastrio del consultante, pero si es un Empacho la cinta "se acortará mágicamente" y la mano queda en el pecho, cuello o cabeza del enfermo. Cuanto más alta quede la mano más grave o avanzado será el Empacho. Tres veces se repite la medida completa de la cinta haciendo tres cruces en el punto de llegada al paciente. El curandero durante toda la operación susurra ininteligiblemente una oración, que es la que tiene el verdadero poder de curación, mientras que la cinta posee el del diagnóstico.
Pérez-Samaniego, 1988)
Las curanderas también son responsables de tratar otras afecciones, como la culebrilla. He escuchado casos en los que los propios médicos derivan a sus pacientes a una curandera para este tipo de cuestiones. ¿Será creer o reventar?
Porque… ¿qué es, en definitiva, la magia? Es lo que mueve al mundo, a las cosas y a las personas: es energía. La misma energía que se utiliza en otras prácticas y creencias, como el tarot, el reiki, la astrología. ¿Y no es acaso la religión también una forma de energía? En el fondo, lo que permite que cualquiera de esas cosas funcione y logre su objetivo es creer en que puede suceder.
Sigamos vibrando alto, entonces, para protegernos de gualichos, mal de ojo y otras yerbas. Y dejemos la magia reservada para las cosas buenas.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.