¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónSi hay algo que nos define es la dualidad. El argentino no conoce grises: todo es blanco o negro. Te amo o te odio. Acá no hay medias tintas. Eso se replica en todos los ámbitos: en la política, en el rock y en el fútbol, claro. Peronistas o radicales, Soda Stereo o los Redondos, River o Boca. Cualquier discusión termina rápidamente en un intercambio de gritos a viva voz. Cualquier situación es motivo de protesta: cacerola y a la calle. Cualquier excusa es buena para el festejo desmedido, para compartir la alegría entre conocidos y desconocidos.
Sea cual sea el tema, el mundo siempre se divide en dos: estás a favor o estás en contra. Si sos neutral, sos un tibio. La pasión, para lo bueno o para lo malo, está por sobre todo lo demás. Nadie entiende que, por más convencido que se esté sobre la verdad absoluta del propio razonamiento, nada hará que nuestro interlocutor cambie su opinión, porque –a su vez– está igual de convencido de la veracidad de sus pensamientos.
Ser argentino es vivir en una dualidad perpetua. Es sentirnos los mejores y los peores al mismo tiempo. Es envidiar lo ajeno y defender a muerte lo propio. Es criticar todo lo que tenemos, pero tener la certeza de que no hay nadie como nosotros.
No es fácil ser argentino.
Se podría pensar que esa incapacidad por reconocer un punto intermedio, el tener que estar "con uno o con otro", hace que todo en este país se plantee desde polos opuestos. Así es como, algunos años atrás, se masificó el término "la grieta". Inicialmente, se decía para indicar las diferencias ideológicas entre las personas seguidoras de las políticas de Kirchner y las personas que se manifestaban totalmente en contra. La grieta era como una línea imaginaria que separaba estos dos "bandos" como si fuera un campo de batalla y hubiera amigos y enemigos.
Esa línea tajante sobrevoló por años en toda reunión social, programa de radio o televisión, notas periodísticas y hasta en los grupos de Whatsapp personales. No importa cuánto interés por la política tenían los involucrados en estos debates, siempre terminaban envueltos en interminables conversaciones cargadas de fervor. Fue bastante frecuente que grupos de amigos dejaran de tener vínculo por reiteradas discusiones en cada encuentro casual o planeado. Por esta razón, varias familias decidieron poner la condición de que no se hablara de política en los asados de los domingos, para evitar enojos sin sentido.
Aún hoy sigue existiendo esa grieta. Y, como decíamos antes, muestra perfectamente cómo el argentino tiende siempre a la dualidad. El término de "la grieta" se masificó por razones politicas, sí, pero también vemos grieta en todos lados. Que si el mate debe ser dulce o amargo, que si Lionel Messi es mejor que Diego Armando Maradona, que si la carne a punto es considerada cocida. Ni hablar de omnívoros versus vegetarianos, o las personas fit -aquellas que disfrutan de la alimentación saludable y la actividad física- y los que aseguran que hay que quedarse en casa mirando Netflix. Todo, absolutamente todo, puede plantearse como un juego entre dos bandos contrarios.
Lo importante es entender que no importa en qué "costado" de la nave estemos, todos somos parte de este barco y lo ideal sería que rememos para el mismo lado. Sobre todo, si tenemos en cuenta que este barco llamado Argentina navega sobre aguas turbulentas, no importa la época ni el capitán. Es por esto que, aunque sea una típica frase muy escuchada, siempre hay que recordar que "Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera". Y el de "afuera" nunca, nunca, puede ser un hermano.
Fecha de Publicación: 08/11/2021
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