¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 07 De Junio
El ritmo de vida de la sociedad moderna exige un nivel de eficiencia cada vez más alto. La premisa fundamental es utilizar la menor cantidad de recursos posibles, como el tiempo o el dinero, para alcanzar los objetivos y resultados propuestos. Conjugar velocidad y aciertos se convirtió, de a poco, en rutina. Detrás de esta idea, el perfeccionismo se transformó en una meta en sí misma.
En 1978 el psicólogo estadounidense, Donald Hamachek, fue el primero en teorizar sobre las diferencias y contrastes entre dos tipos de perfeccionismo, el normal (positivo) y el neurótico (negativo). En 2002 Rice, Ashby y Slaney retoman esta teoría de manifestación dual y separan al perfeccionismo en adaptativo y desadaptativo. Ambas denominaciones tienen en común la presencia de elevados estándares de desempeño. Sin embargo, se diferencian en que el adaptativo tiene baja discrepancia y el desadaptativo alta, siendo esta: “la percepción de que constantemente uno no logra cumplir con los estándares que se ha establecido para sí mismo”. Finalmente, las personas no perfeccionistas presentan estándares de rendimiento más bajos que los dos grupos anteriores.
La perfección no existe. Es un ideal fantasma imposible de alcanzar. Es una valoración personal y por lo tanto subjetiva ya que no hay unidades de medida ni valores de referencia universalmente aceptados. La perfección desadaptativa es un ancla para el progreso mientras que la adaptativa funciona como motor para trabajar por lo que uno quiere lograr. Ni siquiera los más grandes genios de la historia de la humanidad pueden ser considerados perfectos en términos académico – profesionales, porque el conocimiento es infinito y el tiempo de vida de una persona es limitado. El conocimiento tiene varias velocidades más que la capacidad humana para asimilarlo. El perfeccionismo es una construcción cultural. Lo que podría considerarse perfecto en un país, en una empresa o dentro de una familia, podría no serlo en otra. De hecho, puede haber diferencias de criterio dentro de una misma organización dependiendo donde este ubicada. Cada subsistema moldea al anterior, dotándolo de características que lo vuelven único e irrepetible.
El perfeccionismo adaptativo se asocia a mayores niveles de felicidad, satisfacción, calidad de vida, bienestar psicológico y autoestima. En contraposición, estudios locales e internacionales han observado que el perfeccionismo desadaptativo se relaciona con la ansiedad, la depresión, desórdenes alimenticios, baja calidad de vida percibida y pobre autoestima. Esto provoca un impacto negativo e indeseado en la salud física y sobre todo mental de las personas.
Investigaciones desarrolladas en nuestro país han demostrado que el perfeccionismo destructivo comienza en edades tempranas y afecta el ajuste psicosocial en la niñez. Existen dos instrumentos de medición del perfeccionismo exclusivos para la población infantil argentina. El primero de ellos es la “Escala Argentina de Perfeccionismo Infantil”, creada en el 2003 por Laura Oros, investigadora del CONICET. Es la primera de su clase en América Latina y evalúa el perfeccionismo auto orientado en niños y niñas de 8 a 13 años de edad. Consta de 16 ítems agrupados en dos dimensiones: auto demandas y reacciones ante el fracaso. En 2016 se crea la “Escala de Perfeccionismo Infantil en su Dimensión Social” de Oros, Serppe y Chemisquy para analizar las otras dos variables del perfeccionismo destructivo que no habían sido incluidas en la escala anterior: el perfeccionismo orientado a otros y el socialmente-prescripto.
¿Cuáles son las variables que favorecen el desarrollo del perfeccionismo infantil insano y que su comprensión resultaría clave para mitigarlo? Existen variables individuales y otras familiares.
Investigaciones científicas argentinas revelaron que los niños y niñas con elevado perfeccionismo auto-orientado presentan un perfil de personalidad marcado por el neuroticismo, especialmente por las facetas autocrítica, ansiedad, vulnerabilidad al estrés y competencia. Son propensos a mostrar preocupación, nerviosismo y tensión. Además, son más vulnerables a desarrollar pensamientos irracionales acerca de su desempeño (establecen objetivos excesivamente elevados y de casi imposible concreción en la realidad). Cuando los niños y niñas experimentan situaciones de éxito, las cuales normalmente inspirarían sentimientos de orgullo, satisfacción y confianza propia, pueden también conducir a potenciar sus auto demandas exigentes y absolutistas, poniendo de manifiesto su deseo de autosuperación y el interés interminable de querer hacer las cosas siempre un poco mejor. Por su parte, se vio que la internalidad frente al fracaso los incita a reaccionar con culpa, remordimiento y acciones autopunitivas. En las ocasiones en que la responsabilidad del fracaso no recae sobre ellos mismos, de cualquier manera, aumentan su nivel de exigencia personal como un modo de prevenir próximos fracasos que puedan serles atribuidos.
Las demandas exageradas a los hijos por parte de los padres (desde la percepción del propio niño o niña) predicen el perfeccionismo infantil desadaptativo. Los requerimientos excesivos de rendimiento y de afecto, infieren las auto demandas perfeccionistas. Los padres y madres que exigen demostraciones de cariño y cercanía y un desempeño académico más allá de lo razonable para su edad, propician la internalización de los hijos de esas demandas, de forma tal que los menores empiezan a exigirse ser los mejores académicamente y a evitar los errores y fracasos como una forma de demostrar afecto y respeto. Las demandas de afecto parental y de obediencia respecto a las formas de hacer las cosas, son capaces de predecir con considerable precisión las reacciones negativas ante el fracaso (culpa, remordimiento, malestar, autocastigo). Cuando se evaluaron simultáneamente las demandas parentales y la personalidad infantil como antecedentes del perfeccionismo se encontró una preponderancia significativa de las demandas parentales por sobre la personalidad, lo que indicaría que, en la infancia, la influencia de la familia resulta más fuerte y decisiva que los rasgos de temperamento que los niños y niñas puedan desarrollar.
Cada vez es mayor la tendencia a considerar al perfeccionismo como una cualidad deseable y buscada en los seres humanos. Sin embargo, en ocasiones, resulta ser uno de los defectos mejor aceptados socialmente y uno de los más difíciles de sobrellevar en el día a día (sobre todo en el trabajo). Ser perfeccionista no es negativo en sí mismo. Un grado aceptable, y por lo tanto sano del mismo, puede funcionar como estímulo para el cumplimiento de lo pactado. La línea divisoria entre el perfeccionismo adaptativo y el desadaptativo es sumamente difusa. Es importante reconocer a tiempo las señales que preceden al segundo para establecer medidas correctivas precisas y encontrar un equilibrio mental y emocional.
Solo vos y yo sabemos de las noches sin dormir, del repaso entre sueños del día que vendrá, de las veces que no alcanzó, del que hubiera sido si…
Lo que para algunos puede ser una pausa estéril en la historia de la nada, a otros muchos les costó la vida. Todavía nos sigue costando.
Imagen: Freepik
Fecha de Publicación: 07/05/2023
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