¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónTe invito a que reflexionemos juntos sobre la decisión de ser optimistas. Una decisión que podemos tomar a cada momento, en cada situación y cada día.
Dicen que los argentinos tenemos una cierta amargura tanguera en la sangre. Un pesimismo melancólico de bandoneón que nos acompaña como un fantasma así vivamos en pleno corazón de Caballito o en las convulsionadas calles de Beijing. Pero hay etiquetas que ya deberían prescribir. Es hora de liberarnos de ese legado amargo y declarar: “Soy argentino y soy optimista, ¿y que?” Te invito a que reflexionemos juntos sobre la decisión de ser optimistas. Una decisión que podemos tomar a cada momento, en cada situación y cada día.
Pero antes, deberíamos aclarar que existen dos tipos de optimismos, el tonto y el inteligente. El optimismo es inteligente cuando no niega la existencia de los problemas; es inteligente cuando acepta y enfrenta los problemas manteniendo un pie siempre en la realidad. Por otra parte, el optimismo puede ser superficial si se aferra a un mundo ideal, estático. El optimismo podemos decir que es tonto cuando vive en la utopía, en el ideal, pero no cuando se mete en el barro a dar las batallas necesarias. Por eso, optimistas, ¡al barro con una sonrisa en el alma!
Me declaro una mujer argentina optimista. Elijo el optimismo como filosofía de vida. Creo que hace de la vida un escenario amplio, excitante, luminoso donde todos podemos hacer nuestros sueños realidad. No importa la situación o el dolor que uno haya atravesado, el optimismo es un bálsamo que todo lo calma, todo lo gira amorosamente y nos permite siempre vivir en el lado más luminoso de la vida, pase lo que pase.
Elijo el optimismo porque me permite ver en cada situación una lección de vida en lugar de una amenaza o un error cometido.
Elijo ser optimista porque descubrí que le hace muy bien a mi salud y me va a permitir una vida con más felicidad. Entonces, pensando en una larga vida, elijo alimentarme mejor, respirar mejor, descansar más, alejarme de las situaciones y las personas que me intoxican.
Elijo ser optimista porque es el mejor superpoder para ser amiga de mis amigos, madre de mi hijo, líder de mi equipo de trabajo y para mantener, a medida que pasa el tiempo, un amoroso contacto con la gente que quiero.
Elijo ser optimista porque es mi manera de reforzar mi creencia de que la humanidad va a encontrar su camino para no extinguirnos ni extinguir nuestro planeta.
Elijo ser optimista porque ya comprobé que siempre que llovió, realmente siempre paró y eso me permite saber con certeza que la próxima tempestad también va a ser pasajera.
Elijo ser optimista porque me permite mirar con compasión a esas personas abusivas, paranoicas y agresivas que arman en sus mentes sus propios infiernos y los habitan.
Y finalmente elijo ser optimista porque como mujer argentina siento que esa melancolía tanguera no me representa, no cuenta mi historia ni marca mi destino. Seguramente que tampoco el tuyo.
Fecha de Publicación: 12/11/2019
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Ir a la secciónFantástico María! Me encantó tu mirada, tu análisis y postura ante la vida. Felicitaciones!
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