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El fútbol, entre otras decepciones...

Como en la vida misma, perder un partido no es una tragedia.

"Te la dejé picando", "no caza un fulbo", "qué caño me tiraste", "fuerte y al medio", "la tiró a la tribuna", "estás en off side"... es que a veces nos "faltan un par de jugadores" para poder ver un poco más allá. El fútbol es parte fundamental de nuestras vidas y mueve tanto pasiones y alegrías como decepciones.

Perder un partido no es una "tragedia", aunque así lo vivamos. Todo equipo que entra en la cancha entra para ganar; el tema es que no hay que olvidarse que el rival quiere lo mismo. Como en la vida misma, siempre hay un otro que nos pone un límite y que supone la posibilidad de perder. Y es ahí en donde entran en juego las reglas y se puede ganar, perder o empatar, como en las relaciones humanas, donde las expectativas no siempre son satisfechas. La herida narcisista es parte de nuestra subjetividad como parte del efecto de los desencantos, de las pérdidas , de las insatisfacciones, de los resultados desfavorables y de entender que a veces o varias veces NO se puede.

Sin embargo, Freud ya nos había advertido que las circunstancias de tristeza, injusticia, decepción, son condición para la vida y para una sociedad. Y es en tales circunstancias donde los seres humanos empezamos a soñar, a desear, y surgen nuevos recursos y aflora la "creatividad". Entonces empezamos a cantar, a inventar buenísimos chistes que instantáneamente se difunden entre amigos, los juegos de palabras, nos convertimos en DT y repasamos mil veces lo sucedido y hasta empezamos a reír... (puede llevar un tiempito...).

Pero de alguna manera comenzamos a mirar para adelante y volvemos a soñar entendiendo que hay que vivir sabiendo que no siempre se puede.

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