¡El asado se hace con leña!

Los mendocinos, como todos los argentinos, comemos asado, casi, desde que nacemos. Ese olorcito, ese sabor, el folklore de su preparación, las charlas y reuniones que se arman a su alrededor. Son muchos los condimentos que hacen del asado una de las cosas más tradicionales de nuestro ADN. Sin embargo, el asado difiere en algunos aspectos según las regiones. Claro que, en esencia, se trata de un pedazo de carne sobre una parrilla con brasas abajo. Pero, esas brasas, ¿de qué material provienen? En esta nota te contamos por qué en Mendoza hacemos el asado con leña y por qué es mucho mejor que hacerlo con carbón. Y más rico.

Por la aridez de nuestra tierra, abundan los árboles secos y caídos en los pocos “bosques” o conjuntos de árboles que adornan nuestro vasto territorio. Por eso, hemos sabido aprovechar la circunstancia y cortar esa madera para venderla como leña. Se trata de algarrobos y álamos que sirven para prender fuegos con distintos objetivos.

Dependiendo del tipo y tamaño de leña, esta tiene distintos fines. Por un lado, el álamo suele cortarse bien finito, en formato de tabla, y sirve para hacer mucha llama, pero queda poca brasa. Es ideal para cocinar cualquier comida al disco, ya que este necesita de una llama potente y calor permanente. Sin embargo, la leña de álamo no es recomendable para el asado porque no hace brasas duraderas, que irradien mucho calor. Aunque sí, algunos combinan álamo con algarrobo para que las tablitas del primero generen llama y terminen encendiendo al segundo.

Por otro lado, en Mendoza existen las famosas “tortas”. Se trata de leña de algarrobo o de quebracho (que suele llegar desde el norte del país) y sirve para hacer el fuego que se prende para calefacción. Es decir, para estufas a leña o salamandras.

Asado con algarrobo

Como dijimos, la leña de algarrobo es la que se utiliza en Mendoza para hacer el asado. Se consigue en, absolutamente, todas las carnicerías, almacenes y supermercados de la provincia. Es ideal. Fácil de prender, hace brasas duraderas y con buena radiación de calor. El sabor que le deja a la carne es excepcional y no hay ningún tipo de estudios sobre algún efecto dañino que pueda llegar a causar.

El fuego se prende y comienza el show. Un vaso de tinto acompaña el ritual. Charla con amigos o con la familia, mientras arde la leña. No salen chispas. Con una churrasquera de buen tiraje, no hay problemas con el humo. Aunque hay que saber elegir. Los paquetes suelen venir armados y, a veces, en uno de 5 o de 10 kilos suele contener troncos muy gruesos que nunca terminan de hacer brasas.

Los anticarbón

Así somos los mendocinos. Muchos hemos estado alguna vez en la costa atlántica y nos hemos encontrado con la titánica tarea de prender fuego con carbón. Nos hemos acalambrado las muñecas de tanto agitar la palita de plástico al lado del fuego para generar una brisa que termine de encender el carbón. También hemos utilizado la técnica de la botella de vidrio y los papeles de diario alrededor. La verdad es que hemos terminado prendiendo el fuego y comiendo el asado. Pero es mucho trabajo. Mejor la leña. Y la nuestra, no la que venden allá, que se parece más a las tortas de las que hablamos más arriba. Y eso que nos falta mencionar el espectáculo de chispas que hace el carbón al prenderse. Definitivamente, no. A los mendocinos, danos la leña.