Es un solo caso entre miles. Uno solo, que nos hace ver una realidad que quizás no nos es propia, pero existe. Cada vez más. Las infancias de nuestro país están sufriendo, y esto no es algo nuevo. Podemos mirar para otro lado, podemos pensar que son casos aislados, pero son cada vez más los niños y niñas que viven en situación de vulnerabilidad, expuestos a violencias, maltratos y abusos.
M. tiene 7 años. Seguro viste su foto en las últimas semanas, invadiendo los canales de noticias y las redes sociales. M. fue sustraída de su familia, que vive en situación de calle en el barrio porteño de Villa Lugano, por el cartonero Carlos Alberto Savanz. Se la llevó, así, sin más. Dicen que era algo que hacía habitualmente y aún no se sabe qué pasó durante los días que estuvo desaparecida. Sin embargo, en la vida de M. esto es tan solo una anécdota más. De origen muy humilde, se crio en un entorno en el que las adicciones y la violencia son moneda corriente. No vamos a poner aquí en tela de juicio el amor de sus padres: es imposible juzgar desde una realidad tan diferente a la de ellos. Pero M. nunca había tenido un control médico, ni siquiera tenía partida de nacimiento o DNI. Era anónima, como tantos otros pibes y pibas que viven en las mismas condiciones que ella, o incluso peores.
Las consultas a la línea 102
Por algún motivo, el caso de M. tomó notoriedad y nos hizo mirar por un ratito esa realidad que duele. La situación de la niñez en la Argentina está en un estado cada vez más preocupante: el 63% de los niños y niñas de nuestro país son pobres. Y, a la pobreza, se suman el maltrato, la violencia, la negligencia y los abusos.
Según un informe oficial de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), a cargo de Gabriel Lerner, las principales consultas a la Línea 102 son por maltrato físico y negligencia. Se trata del servicio telefónico gratuito de promoción de derechos de la niñez, que funciona en algunas provincias del país. Allí se reciben consultas y se solicita asesoramiento sobre situaciones de violencia y también sobre trámites vinculados al DNI y la Asignación Universal por Hijo, entre otras cuestiones.
Se analizaron 38.619 llamadas recibidas en la Línea 102, entre los meses de enero y septiembre de 2020. En total, fueron 14.301 consultas registradas por algún tipo de daño ejercido sobre los chicos y adolescentes. La mayor cantidad de consultas fueron por maltrato físico (4.165) y negligencia (3.698). Luego se sitúan situaciones donde niños y adolescentes son testigos de violencia intrafamiliar (2.102), otro tipo de consultas legales (1.888) y situaciones de abandono o ausencia de una persona adulta responsable (1.715).
El abandono ocupa el cuarto lugar de las preocupaciones (12%); seguido por el abuso sexual infantil (9,5%) y el maltrato psicológico (8%). Además, se informaron 559 llamados acerca de niños en situación de calle, 187 casos sobre extravío, 178 sobre vulneración del derecho a la vivienda y 177 vinculados a la “fuga del hogar”.
Las llamadas que no se hacen
Si bien estos datos nos dan un reflejo de lo que está sucediendo con las infancias en nuestro país, es importante aclarar que algunas situaciones están naturalizadas u ocultas. Por ejemplo, siendo que 6 de cada 10 niños están bajo la línea de pobreza, es llamativa la poca cantidad de llamadas que hacen referencia a situaciones de este tipo. Las carencias en alimentación y vivienda están subestimadas o se consideran “normales”. Respecto a los abusos sexuales, en ocasiones, el secreto del entorno y la manipulación que se ejerce sobre las víctimas hacen que se denuncien muchos menos casos de los que en realidad existen.
Estos no son solo números: estos son niños, niñas y adolescentes de nuestro país, que viven expuestos a distintos tipos de violencias y privaciones. Como M. hay muchísimos más. Tantos, que ni queremos pensarlo. Denunciar estas situaciones es un primer paso para que, algún día, algo de todo esto comience a cambiar.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.