¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 08 De Junio
Todo empezó en China y parecía lejos. Algo que pasa al otro lado del mundo no nos puede afectar. Veíamos, por la tele y por los sitios de noticias, la epidemia con la que estaban lidiando en Asia y lo sentíamos como una película. Pobres los chinos. Por suerte no nos pasa a nosotros.
Después llegó a Europa, y entonces nos conmovimos un poco más. A Europa viajamos más seguido; en Europa tenemos familiares, amigos. En especial, en Italia y España. Ahí nos pareció un poco más grave. Se empezaron a enfermar: diez, cuarenta, cientos, miles. En cuestión de días, se disparó la cifra de infectados. Y de muertos. Recibíamos noticias de fuente directa, de gente que estaba viviendo allá. Parecía que seguían con su vida normal, hasta que de pronto ya no. Cuando se dieron cuenta de que la gente tenía que quedarse en su casa, ya era tarde. Nos preocupamos. Pero todavía había un océano de distancia. Europa no está tan lejos como China, pero también está lejos. Nos reíamos un poco de que el primer mundo estuviera peor que nosotros. Pobres los italianos, pobres los españoles. Pobres los europeos. Por suerte no nos pasa a nosotros.
Hasta que nos pasó. La epidemia se convirtió en pandemia y –en este mundo hiperconectado– cruzó todos los océanos que tenía que cruzar. Ya tenemos infectados en nuestro país. Y también muertos. Y, lo que es peor, un montón de gente que no entiende la seriedad de la cuestión. Que se cree viva por no respetar cuarentenas. Que aprovecha que se suspendieron las clases y se va de vacaciones. O –en el extremo opuesto– que toma la actitud del “sálvese quien pueda” y desabastece los comercios de elementos de primera necesidad.
Parece una película, pero que ahora estamos protagonizando. Con la diferencia de que nosotros todavía estamos a tiempo de que tenga un final feliz. Pero eso no va a pasar si no entendemos que la empatía es lo que va a salvar al mundo. Ponerse en el lugar del otro, ser solidario y responsable. Dejar de pensar solo en el propio deseo. No hay “sálvese quien pueda” posible cuando el enemigo está flotado en el aire.
Pobres los argentinos. No nos damos cuenta de que ya nos está pasando a nosotros.
Fecha de Publicación: 22/03/2020
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