¿Qué significa exactamente “cabeza de termo”? Es decir, sé lo que se quiere denotar cuando se usa el término, pero ¿por qué termo? Estas preguntas, creo, son fundamentales para poder pensar bien, porque de alguna manera ponen en discusión cuestiones que la costumbre o la pereza anquilosan en nuestras mentes.
Bueno, basta de devaneo lingüístico-filosófico y tratemos de desentrañar la cuestión. Creo que lo “malo” del termo, y de acá viene su uso despectivo, es que lo que se puso frío queda frío y lo que se puso caliente queda caliente. Es decir, conserva lo que le metan adentro, sin ninguna posibilidad de modificarlo. Y quien no modifica, a sí mismo o a su entorno, no evoluciona. Avanzar es aprender, aunque sea del error que se cometió, no hay otra manera. Y un termo no sólo no aprende a cambiar el estado químico (¿o la temperatura es una cuestión física?) de su contenido, sino que, yéndose al extremo opuesto, será un buen termo precisamente el que logre mantener la temperatura con el menor cambio posible.
Así que ya sabemos, la próxima vez, en lugar de decirle a alguien “no seas cabeza de termo”, podemos decirle “no te niegues a aceptar el cambio, es la única forma de mejorar en la vida”. O, mejor todavía, podemos no decirle nada y aceptarlo como es, y los que seremos menos cabeza de termo seremos nosotros.
La magia de los sinónimos
Si, aún luego de estas reflexiones, tenemos el impulso de decirle a alguien que nos parece un cabeza de termo, quizás podemos pensarlo dos veces. Tengamos en cuenta que la expresión "cabeza de termo" describe a una persona de poca luces, no muy inteligente ni imaginativo, sin mucha chispa, distraído. Detengamonos a pensar si nuestro interlocutor tiene esas características o, simplemente, estamos proyectando lo que pensamos de nosotros mismos. A veces, la actitud del otro nos enoja porque es un reflejo de lo que no nos gusta de nuestra personalidad y nos encantaría poder modificar. Pero, todos lo sabemos, ésto no es algo sencillo.
Un primer paso para reflexionar sobre esto es pensar en otras expresiones "hermanas" del término cabeza de termo para empezar a reemplazarlo. La lengua española es muy rica y nos ofrece variedad de palabras que podemos esbozar para decirle a otro lo que pensamos sin ser tan explícitos. Esa es la magia de los sinónimos: palabras o frases que significan lo mismo que otra. Tenemos la posibilidad de utilizarlos para decirle a nuestro cabeza de termo cercano la cruda verdad de una forma más elegante. Basta con pasear un rato por la web de la Real Academia Española (RAE) para contar con una buena lista de adjetivos:
Necio: Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Falto de inteligencia o de razón. Terco y porfiado en lo que hace o dice.
Porfiada: Dicho de una persona terca y obstinada en su dictamen y parecer.
Terco: Pertinaz, obstinado e irreductible.
Ignorante: Que ignora o desconoce algo. Que carece de cultura o conocimientos.
Tonto: Dicho de una persona pesada, molesta. Que carece de sentido o de motivo.
La lista continúa y continúa. Lo importante es, siempre que tengamos la necesidad de vomitarle en la cara palabras hirientes a otro, cómo somos nosotros. ¿Tenemos siempre la razón? ¿No nos distraemos, somos torpes? ¿No se nos caen las cosas de la mano? ¿No nos cuesta aceptar que no tenemos razón, aunque sea evidente? ¿Sabemos todo, de todos los temas? ¿Le damos a otro la razón fácilmente? Hacete estas preguntas y luego, si te animás, decile a otro cabeza de termo, terco, ignorante.
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