¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la sección“Todas mis novelas y cuentos son producto de mi situación de espía privilegiada” confesaba Beatriz Guido en 1982 al diario cordobés La Voz. Volvía al país con la esperanza de reconstruir, con ánimos de concordar, y dejar de mirar detrás de las barricadas. Ella que fue de las primeras intelectuales que detectó la grieta que nos divide, intentó entenderla, y por qué no, superarla en sus intervenciones artísticas, cine, periodismo cultural y literatura, y mediáticas, voz de la mujer liberal en los sesenta y setenta. Hostigada por derecha, que veían en sus bestseller y taquilleras películas la despiada crónica de la descomposición de la clases dominantes patricias, y por izquierda, los peronistas lapidaban con “tilinga” o “medio pelo”, y los marxistas demolían sus libros “simulacros de historia”, el paso del tiempo acomodó su literatura con nexos en las escritoras de la talla de Mariana Enríquez y María Gainza. Los misterios de lo no dicho, la identidad femenina, las represiones cotidianas asesinas y las críticas a las benditas costumbres argentinas las emparentan en aires de familias. Familias terribles que Beatriz Guido sigue cuestionado porque “los prejuicios no mueren, solo cambian de signo”.
Escritora, guionista, traductora, promotora y funcionaria internacional de la cultura argentina, la trayectoria de Beatriz Guido (Rosario. 1922) quedó por momentos opacada en la sombra de Leopoldo Torre Nilsson. Junto al director desde “Días de odio” (1954), la adaptación del cuento de “Emma Zunz” de Jorge Luis Borges, Guido, quien nunca se identificó con la figura del guionista, sino la de una escritora que hace cine,desarrolló una intensa relación con la industria cinematográfica. Colaboró con casi todos los guiones de Torre Nilsson a partir de 1956, muchas adaptaciones de su propia literatura, de “La casa del ángel” (1957) -la película que abre la pasión festivalera nacional que aún perdura- o “Piedra Libre” (1976), y también con otros directores como Fernando Ayala en “Paula cautiva” (1963), música de Ástor Piazzolla. Sin embargo diagonal a la renovación de la literatura luego de 1955, una más comprometida con la realidad y la historia argentina, construyó Guido en ficción y ensayos, una sólida interpretación del pasado reciente bajo la mirilla de la alta burguesía. De la denominada saga nacional, “La caída” (1956), quizá el único relato de tintes autobiográficos de Beatriz, sea la pieza más representativa de su literatura debido a que, mejor que otras, “el efecto de extrañamiento de la ficción aumenta el encantamiento algo misterioso de esta excelente novela”, en palabras de César Aira. Infantes terribles, adolescencias interrumpidas, aislamiento, machismo y crueldad social, en el trasfondo del peronismo, para cuatro pequeños fatales Cibils que reciben a Albertina, hacia un mundo extravagante y de ensueño. Guido inventa el existencialismo gótico sudamericano.
Si bien se suceden otros textos relevantes, “Una madre” (1973) es una carta collage sin tapujos a la imponente mamá Bertha, rara avis en la producción local autobiográfica, la narradora no alcanza la potencia imaginativa de la pesadilla vívida de los chicos Cibils. Tras el fallecimiento de Torre Nilsson en el exilio en Madrid en 1978, las dictaduras siempre censuraron las osadías del binomio Nilsson-Guido, que introdujeron algunos temas novedosos en la pacata sociedad, la homosexualidad o los desaparecidos, Beatriz trabajó incansable en la difusión de la cultura argentina, con el apoyo del presidente Alfonsín. Fallecería Beatriz Guido en 1988 en Madrid. Una de las últimas cartas, dirigidas a los amigos Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, cerraba con el “¡Viva la ambigüedad!”. Manifestación y símbolo de la letra de Beatriz Guido.
Existen diversas maneras de encarar el legado de un escritor. Y José Miguel Onaindia y Diego Sabanés en “Espía privilegiada. Un mundo propio en la literatura y el cine” (2023) eligieron uno abierto y múltiple, sin cerrar puertas, acorde a la personalidad y la tarea multifacética de Beatriz Guido. A una semblanza literaria y vital de la autora de “El incendio y las vísperas” (1964), con apuestas polémicas al definirla como la posible primera artista pop, suman anexos con material inédito, o de escasa circulación, más entrevistas a los amigos directos como Manuel Antín y Graciela Borges. Testimonios que indexan a muchos otros de la introducción analítica, donde aparecen los voces conocedoras de primera mano de Oscar Barney Finn, Josefina Delgado y el propio Onaindia. Un libro, de esos necesarios en la recuperación verde, y que vuelve a poner a Guido en la tapa.
Entre los “Escritos recuperados” se encuentra “Casas de Buenos Aires” de 1981. Casas de muros “viejos y descascarados” que tan bien conocía Beatriz, en tantas novelas suyas recreados, empezando claro con “La casa del ángel” (1954) de Belgrano. La memoria de una ciudad en Guido pletórica de fantasmas y deudas. Sin medios pelos, y que nos habla al oído, bajo las alas de la Victoria que flota incólume sobre nuestras cabezas, en el Congreso Nacional. La Casa -supuesta- del Pueblo.
“No es bueno cruzar una calle con la mirada hacia arriba, dicen. Pero en Buenos Aires la tentación es grande: Esmeralda, Bolívar, Avenida de Mayo, Defensa, Diagonal Norte. Y qué decir de las calles de Flores, Barracas o de Belgrano. Tanto para recuperar. Recuerdos y memorias que se esconden en viejos portones tallados, en balcones cargados de gracia, en frisos desfigurados por imprudentes palomas y gorriones infieles.
De niña solía habitar los hoteles de la Avenida de Mayo. Mis padres los elegían para no privarnos de los desfiles patrios…de la Casa Rosada al Congreso, del Congreso a la Casa Rosada. En aquel tiempo yo bendecía no vivir en Buenos Aires, para así poder participar de sus viejos hoteles, para salir a los balcones y sentirme sostenida por atlantes de expresión no demasiado feliz, casi siempre con hombros tensos y músculos hinchados por el esfuerzo. Las cariátides eran distintas: más gráciles, caras más apacibles, las espaldas cumpliendo con su misión, pero sin aparentar sufrimiento.
Más de una vez, quizá fascinada por el cortejo que rodeaba al Príncipe de Gales o a Humberto de Saboya, sentí miedo y no me atreví a mirar los balcones vecinos. ¿Qué sucedería si los brazos en alto de Tritones y Cíclopes que nos sostenían, cansados ya, tal vez llenos de tedio, decidieran acariciar nuestras piernas o atrapar algún pájaro en vuelo?...Recuerdo frisos, molduras, medallones deslizándose por las paredes, recuerdo, con la memoria de la ciudad, todo lo que ahora se vuelve imagen de la fotografía de un creador. Déjate fotografiar por Asher -Benatar-, atlante sombrío, deja que él detenga en un papel tu invisible movimiento…”
“Las cúpulas permanecen cerradas, inhabitadas…subo basta llegar a un descanso, tal vez sea solamente la antesala. Después de los peldaños finales, una puerta cerrada. Antes de llamar pienso cómo será vivir allí, tan alto, junto a frisos oscuros, a gorriones y a murciélagos a la suerte, y me doy cuenta que siempre miraré hacia arriba. Si, miremos hacia arriba, buscaremos ese mundo misterioso y trataremos de identificar las almas descubiertas por el escándalo de una fotografía. Tal vez una cabeza con órbitas huecas o un brazo de un ángel extendido. Sí, ciudad, miraré siempre hacia arriba, pero también quiero cruzar los zaguanes, tus pórticos, memorizar tus relieves, acariciar alguna reja herrumbrada y acaso cansada de recordarte con olor a jazmín…memorias de una ciudad. Escritas en molduras, por ménsulas firmes y delicadas, por cariátides, que juegan a la ronda y que tal vez, debido al milagro de la fotografía, logran desunir los brazos enlazados por un escultor despiadado. Memorias de una ciudad. Escritas por puertas y balcones, por patios cubiertos de glicinas, por viejas mansiones llenas de penumbras, por hoteles y pensiones y por qué no por algún viejo conservatorio musical donde una niña todavía ensaya una Para Elisa desafinado”
Fuente: Onaindia, J.M. Sabanés, D. “Espía privilegiada. Un mundo propio en la literatura y el cine”. Buenos Aires: Eudeba. 2023.
Imagen: Argentina.gob
Fecha de Publicación: 03/06/2023
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