Bizarrería: el "Dibu" y la Pirucha

Hacía rato que no paraba en la mesa del bar. Pero ahí es como si la vida no pasara, como si el mundo no se moviera. El Tucu y Roque están enfrascados en una discusión sin rumbo, por un asunto que desconozco. El calor sofocante del domingo ha dejado paso a una noticia bizarra.

Marcos, el mozo, está feliz, como cada vez que gana River, por lo tanto baja los pocillos con la lágrima y los dos cafés y dice que a partir de mañana el tiempo cambiará. Anuncia lluvia. Los dos parroquianos de la mesa a la que concurro de vez en cuando para conectar con el sentido común, algo imperioso si queremos saber por dónde está pasando la sintonía fina de la opinión pública, siguen trenzados en un debate largo y tedioso. Mentan una noticia policial sucedida en El Bolsón.

-Esto está lejos -digo, como para justificar el desconocimiento acerca de lo que hablan.

-Cierto, pero aunque esté lejos se cumple la norma o el decreto que debe haber escrito el fundador Martín Rodríguez.

-Eso mismo, nunca falla -consiente El Tucu.

-A ver, vamos aclarando el panorama -intento que la cita de Arjona me ponga en contacto con la realidad.

-La norma dice que vayas donde vayas, en cualquier lugar del mundo te encontrás con un tandilense.

-Sí, en cualquiera.

-Vos no viajaste mucho -me chicanea Roque-, pero debieras saber que la cosa es así.

-Tal cual. No soy un tipo viajado y creo en la eficiencia mortal del argumento. Siempre te cruzás con un vecino.

-Eso mismo. Yo tengo un amigo que se encontró con el Gringo Bertolín en Egipto, mirando una pirámide.

-La de Keops.

-No, me parece que era la Misceriñas...

-Micerinos -corrijo, sin muchas ganas. 

-Es lo mismo. Bueno, acá con el Tucu estábamos hablando de un tandilense que ayer pescaron afanando en El Bolsón. 

-Provincia de Río Negro -alecciona El Tucu.

-Entró a una casa del barrio Arrayanes y cuando estaba en pleno achaque lo detuvo la policía. La rareza es la excusa que usó el ladrón nacido en nuestra localidad.

-¿Por? ¿Qué dijo?

-Dijo que no lo detuvieran, que él era el Dibu Martínez.

-Supongo que estás jodiendo.

-En serio. Fijate con qué verdura les tiró el tipo a los canas.

-Falopa, tal vez. Cerebro limado -conjetura Roque.

-O no -digo.

-¿Cómo qué no?

-Por supuesto. Sobran casos en Tandil de gente que se creía lo que no era. Y tomaban la personalidad del famoso en cuestión. 

-¿Por ejemplo?

-Nico Padín, un paisano de La Numancia que peleaba en el Box de los Barrios y se creía Nicolino Loche.

-Es cierto. Entraba al ring fumando y con la camiseta de Boca.

-¿Quién más? -me apura el Tucu.

-Pedro Pablo Paladino, el Chaplin tandilero. La costurera de Villa Galicia, Rosa Lujan Barrionuevo: juraba que era la Coca Isabel Sarli. El Pelado Venturini, que andaba por los piringudines de Machado diciendo que lo dejaran pasar gratis con las alternadoras porque era el Pelado Koyak. Más de una vez el Choli Pedersoli se hizo pasar por Dany DeVito. El caso más famoso es del tipo que hizo el papel de Judas Iscariote en las Estampas de la Pasión. Treinta años siendo Judas. Ahora el hombre está parado en la esquina de San Lorenzo y España, haciendo que limpia los autos, saludando a todo el mundo. Ser Judas le dejó una culpa muy jodida.

-Vos estás delirando.

-Andá y preguntale. Ese saludo, esa bondad, es la conciencia de Judas, el arrepentimiento.

-Bueno, pero como sea, no tiene nada que ver con ese imbécil que se quiso hacer pasar por Dibu... A los tandilenses nos dejó muy mal parados, te voy a decir.

-Tucu, no seas ridículo. Esa noticia no le importa a nadie. Y además, el mundo está lleno de gente que tiene unos cuantos fósforos fuera de la caja. 

-A propósito -dice Roque y me mira largamente, como si hubiera estando esperando todo ese tiempo el momento de lanzar la pregunta-. Hablando de gente pirucha, hay una participación fúnebre que salió en el diario firmada por una mujer, una tal...

Lo interrumpo en el acto. Le digo que sé de lo que me va a hablar y que, tras meditarlo largamente, por muchas razones, no voy a escribir una sola letra. Hay un amigo muerto, hay una familia detrás, y hay un momento -les digo- que un escribidor tiene que sopesar no tanto sus palabras sino, mucho más, sus silencios.

-Estás viejo, aburguesado, das pena -chicanea Roque.

-Está bien -se resigna el Tucu, pero no puede con su genio y pregunta-: ¿Estarás de acuerdo que esa bizarra participación fúnebre, llena de locura y maldad, se encuentra entre las top 3 del Bicentenario? 

Le digo que sí, que estoy de acuerdo. Pero que prefiero seguir mordiéndome la lengua.

Imagen: Twitter Emi Martínez