Aunque no lo veamos, el Muñeco siempre está

Para la teoría psicoanalítica, la función paterna no remite a la presencia o ausencia del padre en la realidad. Es decir, el padre no es un personaje real (padre, tío, abuelo) si no una metáfora que implica un ordenamiento. El concepto de función es tomado de las matemáticas: por definición, en la función tiene que haber un vacío para que pueda resolverse.Lo mismo ocurre en la función de liderazgo: quien la ejerce tiene como premisa que el lugar del líder trasciende a su persona, existe a partir de su habilidad como cabeza de un grupo para influir en las personas y el logro eficaz de sus objetivos. Para esto deberá tener claro que su función será delegar, motivar, capacitar, enseñar, proteger, etc., para que su equipo pueda desenvolverse de manera autónoma y con confianza en sí mismos, esté o no esté presente con ellos.Un buen líder prioriza el bienestar de sus colaboradores sobre lo que pueda esperarse de él desde el contexto que lo rodea y hará prevalecer su responsabilidad sobre estas personas.Ya Platón en su obra La República nos enseña que un buen líder no se autoproclama a sí mismo, son los miembros de un grupo los que lo reconocen como tal y lo hacen es a partir de creer que siempre priorizará el bien común sobre sus intereses personales.A esta altura no hay duda, estamos hablando de Gallardo, quien siempre ha fomentado la cultura de equipo por encima de las singularidades. Ha sabido cuidar, ha sabido trasgredir en el momento en que su equipo necesitaba su presencia real, ha sabido lograr que sus jugadores incorporen sus palabras para cuando él no pueda estar cerca, ha sabido alinear su forma de trabajar con su forma de pensar y con su forma de ser.En la alternancia presencia/ausencia, el Muñeco conformó un equipazo que está a punto de vivir el momento más importante de su historia futbolística. Gallardo ha conseguido el objetivo primordial de un líder: un proyecto de colaboración con una meta común siendo fiel a sus principios.