Argentinos Ladrones (5ta parte)

El estallido de la crisis económica y social del 2001 ha sido uno de los momentos complejos de nuestra historia. Ni el primero ni el último, pero con la particularidad que en la era de la comunciación su impacto a nivel mundial ha sentado un precedente que nos ubica como una sociedad muy poco fiable. Es cierto que las tasas de interés a la que nos hemos endeudado han sido producto de la usura y de presiones poco usuales, pero esto no quita que si uno asume un compromiso, deba respetarlo. Mucho menos festejar un cese de pago por parte de los representantes del congreso de un país. Obviamente que estos vergonzosos actos no fueron gratuitos, hemos perdido la confianza y para el mundo dejamos de ser creíbles, uno de los valores más importantes de una sociedad. En referencia al título de esta nota, la razón de tocar este tema tan delicado es justamente recordar que en los cinco años posteriores a aquel desgraciado evento, final de una decadencia que ojalá no repitamos, emigraron casi un millón de argentinos al exterior. La fuga de grandes cerebros impacta aún hoy en nuestra economía y obviamente la certeza de capitales que buscan previsibilidad en otros horizontes.

Finalmente, en esta serie de notas “Argentinos Ladrones” no debemos hacernos cargo de acusaciones o rótulos inexactos, nuestra mejor defensa es asumir los errores, trabajar honestamente, hacer un país más justo, elegir mejor a quienes nos representan y exigirles lo que nos merecemos. Mucho se ha hablado, incluso en la actualidad, sobre si finalmente “la mejor salida es Ezeiza” y estamos en condiciones de afirmarlo definitivamente: sí, la mejor salida es Ezeiza, pero del lado de adentro y que la justicia actúe para que la devuelvan toda.